Dabid LAZKANOITURBURU
juegos olÍmpicos de invierno

El padre de la nueva Rusia se la juega en los Juegos de Sochi

Vladimir Putin ha hecho de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi un símbolo del retorno con fuerza de Rusia a la escena internacional, además de una operación, cueste lo que cueste, de prestigio personal, pero la apuesta es fuerte para el presidente ruso.

Vladimir Putin, en el poder en Rusia desde hace 14 años, usó toda su influencia en 2007 para lograr la organización de estos juegos -el mayor acontecimiento en Rusia desde la disolución de la URSS en 1991- que se abren en Sochi, ciudad-balneario a orillas del Mar Negro y bajo las montañas del Cáucaso.

«Yo elegí personalmente el lugar», se ufana Putin en una entrevista en televisión que será emitida el mismo viernes tras la ceremonia de apertura oficial.

El inquilino del Kremlin prometió entonces «mostrar que Rusia es capaz de impresionar al mundo organizando una gran fiesta deportiva, construyendo infraestructuras y acogiendo a visitantes» del mundo entero, recuerda Maria Lipman, del Centro Carnegie.

Para lograr la candidatura no dudó en ejercer personalmente de lobista ante los miembros del Comité Olímpico. Habida cuenta de la opacidad de este organismo es más que probable que haya utilizado algo más que su influencia. Es lo que, al fin y al cabo, y con mayor o menor descaro, hacen todos los gobiernos de todos los países.

En una muestra de poder y dinero, y con motivo de la elección de la sede, Rusia construyó una pista de patinaje sobre hielo en la ciudad de Guatemala, sede de las deliberaciones, en 2007. Acoger estos juegos era «un proyecto personal de Putin, que piensa en la historia y en lo que se escribirá sobre él», concede Dimitri Orlov, un politólogo próximo del Kremlin.

El presidente ruso ha hecho de los eventos deportivos una de sus prioridades estratégicas y ha logrado la organización en Rusia del primer gran premio de Fórmula I a finales de año -precisamente en el parque olímpico de Sochi- y la Copa Mundial de Fútbol en 2018.

Lejos queda el boicot de EEUU y otros 64 países a los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, en los estertores de la era soviética.

Los más caros de la historia

Las críticas de han multiplicado sobre el coste de estos Juegos Olímpicos de Invierno, los más caros de la historia, y las acusaciones de corrupción en torno a un presupuesto de 50.000 mollones de dólares (37.000 millones de euros) para organizar un evento en una zona casi virgen en instalaciones deportivas y a pocos cientos de kilómetros de las irredentas repúblicas del Cáucaso Norte.

Sochi, con un clima subtropical, es la ciudad más cálida de Rusia y fue instituida por Stalin como lugar de veraneo preferido de los soviéticos. A escasos 50 kilómetros se elevan las primeras y altas estribaciones de la cordillera del Cáucaso.

Como ocurre siempre en torno a este tipo de eventos, las acusaciones de corrupción y de nepotismo -barrios enteros expropiados- se han multiplicado en los últimos meses, junto con las denuncias de la utilización de obreros procedentes de todo el antiguo espacio soviético (tayikos, kazajos...) e incluso más allá (serbios, bosnios) casi como esclavos, con sueldos de miseria muchas veces impagados.

Sin obviar la cuestiones de seguridad, la apuesta de Putin es seria. Y más en un momento económicamente complicado, con las potencias emergentes en dificultades y el rublo a la baja. Él lo sabe, y ha hecho gestos en torno a las acusaciones de homofobia contra su Gobierno, además de su campaña de indultos.

Son sus Juegos, y si salen bien, Putin ganará puntos suplementarios tras sus recientes éxitos diplomáticos en Siria e Irán.

Frustración en EEUU por la negativa rusa a compartir información de Inteligencia

Los servicios de Inteligencia ruso y estadounidense viven una crisis en torno a los Juegos. Tras los atentados de diciembre en Volgogrado, la Casa Blanca ha lanzado alarmas de amenazas de ataques en Sochi mientras en paralelo sus servicios de Inteligencia criticaban la renuencia de sus homólogos rusos a la hora de «compartir información». Un alto funcionario de los servicios secretos estadounidenses mostró su «frustración» por la«insuficiente cooperación rusa en términos de intercambio de información (...) Tenemos buenas relaciones, pero queremos saber más», señaló.

Por contra, Rusia considera suficiente la colaboración bilateral y promete unos juegos «seguros».

Micah Zenko, polítologo del Consejo de Relaciones Exteriores, confirma que «Rusia no quiere suministrar información que desvelaría sus fuentes y métodos para recabar datos de inteligencia. Pero -recuerda- como EEUU no quiere compartir su tecnología para detectar y desactivas coches-bomba a distancia». EEUU ofreció medios aéreos y navales, a lo que Rusia se negó. Enviará dos buques de guerra al Mar Negro para eventuales evacuaciones. GARA