Me comentaba el otro día un hostelero que la verdadera cuesta para su negocio no es la de enero sino la de febrero. Algo parecido le está sucediendo al Athletic, que a excepción hecha del brillante empate ante el Real Madrid no acumula más que malas noticias en forma de empates honrosos pero insuficientes y derrotas ante el ogro colchonero, con el añadido de que el nivel de juego ha decrecido de forma alarmante en los dos últimos partidos, y ante rivales con propuestas bien distintas, casi antagónicas, como las de Celta y Espanyol: ni supo cómo afrontar un partido donde el rival le disputó, y en amplias fases del partido le birló el balón, ni el domingo supo qué hacer con el esférico, tantas veces amigo, y esta vez tan solo un extraño, ante un Espanyol made in Aguirre: intenso, correoso, replegado y pelma como pocos equipos.

Si bien las razones de estos dos cortocircuitos puedan ser de naturaleza diversa, en el caso de la primera derrota liguera en San Mames resulta más fácil y evidente adivinar el origen y la causa del olor a cable quemado que invadió San Mames casi desde el minuto uno, y tiene que ver con la ausencia de Iturraspe en el medio centro, y no tanto con su sustituto, porque a día de hoy cualquier jugador que le sustituya se verá expuesto a la comparación con uno de los mejores, si no el mejor, jugador de la plantilla.

Ander es en este equipo por y para, el juego fluye a través de él o no fluye, roba, reparte y asiste, se ha convertido, al fin y al cabo, en uno de esos escasos jugadores que son capaces de comprender el juego a 180 pulsaciones como lo hace cualquier aficionado desde el bar, con una cerveza en la mano y todo el tiempo del mundo para observar, detenerse a pensar y elegir cual hubiera sido la mejor opción.

A lo mejor alguien pueda pensar que estoy cayendo en el terreno de la hipérbole, pero si en el Real Madrid, con la plantilla y los recursos económicos que tienen a su alcance, se echan a temblar cada vez que Xabi Alonso se lesiona, y el Barça sin Busquets directamente no es el Barça, todo ello invita a pensar que el mejor Athletic de Ernesto Valverde se sustancia sobre los hombros del mejor Ander Iturraspe. Y es que hay veces en las que es imposible no acordarse de los que no están. Ahora que se comienza a especular tanto con la posibilidad, cierta o no es lo de menos, de otro verano movido con la renovación de Muniain o la posible marcha de Herrera como platos fuertes, no convendría perder de vista la posibilidad de que las artillerías pesadas de Europa apunten sus cañones hacia el medio centro de Abadiño. Pero no nos pongamos lúgubres, pese a la cuesta de febrero, y la derrota: el equipo mantiene la diferencia respecto al quinto, y el próximo fin de semana visita terreno propicio para volver a la buena senda.