MIKEL INSAUSTI
CRíTICA: «Las aventuras de Peabody y Sherman»

Una animada lección de Historia para escolares

Los menores de edad constituyen un público virgen para el que todo lo que se estrena es nuevo. No ocurre lo mismo con los adultos que les acompañan al cine, que siempre influyen a la hora de decidirse por tal o cual película. Pero los padres y abuelos carecen de las habituales referencias ante «Las aventuras de Peabody y Sherman», ya que fuera de los EEUU la serie televisiva en que se basa es poco conocida. De las creaciones de Jay Ward la más vista aquí es «George de la jungla», y el resto ya no tanto. En concreto «Peabody's Improbable History» surgió a finales de los años 50 dentro de «The Adventures of Rocky and Bullwinkle», que marcaron a generaciones de niños y niñas estadounidenses.

Conviene aclarar que el largometraje permanece fiel al espíritu divulgativo de la serie, consistente en lecciones de historia animadas para escolares. Esto supone un inconveniente de cara al espectador adulto, que encontrará demasiado básicas y elementales las nociones sobre diferentes etapas del pasado de la humanidad, un poco al estilo de aquella serie emitida entre finales de los 70 y principios de los 80 con el título de «Érase una vez el hombre».

El estudio DreamWorks Animation le ha querido imprimir al producto su sello comercial mediante la animación 3D, que confiere espectacularidad a las imágenes de acción, junto con el humor característico de la casa. Los gags visuales están hechos para todos los públicos, aunque también se incluyen una serie de chistes que Sherman nunca pilla, por lo que se supone que no van dirigidos a los menores, sino a sus acompañantes.

En cuanto al mensaje de fondo también está destinado a los hijos e hijas en edad escolar, en la medida en que su objetivo es hacerles comprender lo complicado de la paternidad. Peabody es el perro más inteligente del mundo, motivo por el que le conceden la custodia de un niño en adopción, pero aún así tiene dificultades para ejercer como padre. Entra en conflicto al querer ser estricto en la educación, lo que supone una barrera en la relación afectiva. Así que no le quedará otro remedio que ser condescendiente con las travesuras de Sherman.