Beñat ZALDUA BARCELONA
Interview
Agustí Colomines
Exdirector de la Fundació Catalanista i Demócrata

«No nos enteramos de que el riesgo es acabar haciendo un Ibarretxe»

Historiador y profesor de la Universitat de Barcelona (UB), Agustí Colomines (Barcelona, 1957) es conocido sobre todo como exdirector de la Fundació Catalanista i Demócrata (CatDem), vinculada a Convergéncia Democrática de Catalunya (CDC). Desde allí ideó «La Casa Gran del Catalanisme», marco conceptual con el que CiU recuperó la Generalitat en 2010.

Por sus manos ha pasado buena parte de la actual cúpula de Convergència, y como independentista declarado que es, se muestra satisfecho del trabajo realizado. Alerta, sin embargo, sobre los peligros de lo que ve como una actitud partidista de ERC y un seguidismo por parte de CDC.

Se le considera el padre intelectual de «La Casa Gran del Catalanisme», concepto con el que CiU recupera la Generalitat en 2010. Cuatro años más tarde, tanto la casa como el catalanismo han cambiado...

«La Casa Gran del Catalanisme» forma parte de una reflexión que tiene dos vías de llegada. Una es la de Convergència, que se preguntaba por qué, pese a ganar todas las elecciones, seguía perdiendo apoyo electoral. Por otro lado, había un grupo de profesores e intelectuales que no militaban en ningún partido y que a veces estaba más cerca de Esquerra y otras más cerca de Convergència; un núcleo que luchaba contra la intelectualidad socialista. Querían un cambio de paradigma. La confluencia de estas dos cosas es la «Casa Gran del Catalanisme», un nombre que yo nunca hubiera puesto. Tenía dos objetivos: ampliar y romper los bordes del catalanismo clásico y construir esta nueva hegemonía.

El tiempo ha demostrado que funcionó: desde un punto de vista partidista, recuperaron la Generalitat; y desde un punto de vista social, resulta una obviedad. ¿Esto respondía a una estrategia por mi parte y por parte de este núcleo? Pues claro, yo soy independentista desde hace muchos años, aunque soy de aquellos que no tiene necesidad de decirlo cada día. A mí me pareció que la estrategia era ésta, contrariamente a la estrategia que tenía Esquerra y que en gran medida repite ahora, que es la construcción de la izquierda nacional. Yo siempre antepongo la consecución de la liberación nacional a mis convicciones progresistas.

¿Ha cambiado Esquerra en este sentido?

Creo que en la base no, y la demostración ha sido la candidatura europea. Se pasan el día discutiendo sobre el caso que nos tiene que hacer Europa y luego vamos divididos. Quiero un país normal y en los países normales la gente se divide ideológicamente, pero es que nosotros no somos un país normal, al menos para aquellos que aspiramos a la soberanía.

Por sus manos ha pasado buena parte de los dirigentes actuales de Convergència. ¿Veía venir este proceso? ¿Los preparó?

Hay más mito que otra cosa. De hecho, con sinceridad, echo de menos que Convergència haga alguna cosa más que seguidismo de Esquerra. Como decía recientemente Francesc Marc-Alvaro, Convergència ha vuelto a cometer el mismo error que con Pujol, que es creer que mandar te da la hegemonía; es algo que el PNV tendría que entender perfectamente. Y el problema es que en este país no nos enteramos de que el riesgo es acabar haciendo un Ibarretxe, es decir, que cuando das un paso adelante, te giras y ni los tuyos están a tu favor.

¿Existe ahora ese riesgo en Catalunya?

Por supuesto, unos por miserables y otros por traidores, para entendernos.

La idea del seguidismo de CDC a ERC ya la mencionó en otra entrevista hace un año. ¿Puede desarrollarla?

Creo que en Convergència no se dan cuenta de la habilidad del personaje que tienen delante. Pero insisto, no es que me moleste una persona o un partido, es que no creo en su estrategia. En Catalunya se piden cambios pero dentro de un orden; pues bien, hagamos el cambio ordenadamente. Para eso tenemos que ir convenciendo de que este cambio es inevitable y eso solo lo puede hacer un señor que va vestido con camisa y corbata, que es moderado, que todo el mundo consideraba un funcionario gris y que resulta que tiene un proyecto político en la cabeza más importante de lo que nadie estaba dispuesto a admitir. Por eso, si éste es el guía del proceso, me parece absolutamente absurdo que se le dé un castigo electoral sencillamente porque hay otro grupo político que va por la vida proclamando la independencia y no ensuciándose las manos con gestionar la miseria, que es lo que tenemos ahora.

Repasemos el mapa político antes de entrar en la política ficción. ¿Conseguirán Convergència y Unió recorrer juntos este camino?

Yo creo que es necesario, pero es evidente que Unió sufrirá una sacudida, y Convergència también. Es probable que haya remodelaciones y personas que vayan para un lado o para otro; piensa que votantes de Convergència han votado a Ciutadans. Algo que puede parecer muy homogéneo se puede llegar a romper, pero no por Convergència i Unió, sino por Unió en su interior y Convergència en su interior.

Hace meses que se habla de un posible paso atrás de Duran i Lleida...

Sí, es posible, entre otras cosas porque los relevos también son naturales y porque, en esta coyuntura, Duran i Lleida no sabe qué hacer, tiene un proyecto que no le compra nadie, solo el papel de diario.

La estrella en dicho papel de diario es ahora mismo el PSC. ¿Qué pasará con él?

Más que la estrella, el estrellado. El PSC ha vuelto más o menos a 1914, cuando era la federación catalana del PSOE y cubría los intereses del partido español aquí. Eso los convirtió en un partido minoritario, que es lo que pasará ahora.

Aunque crea que se equivocan con su estrategia, ¿cree que ERC está consiguiendo erigirse como fuerza hegemónica de la izquierda catalana?

Lo es electoralmente, pero no desde un punto de vista intelectual, porque la intelectualidad de izquierdas no reconoce a Esquerra como izquierda. Siguen considerándola un partido de pequeño-burgueses nacionalistas.

¿Tienen razón?

No. Esquerra está plagada de comunistas, de personas mucho más de izquierdas de lo que pueda ser cualquier persona del PSC. Lo que pasa es que es un partido muy inmaduro e indisciplinado. Además, Carod-Rovira tenía un problema muy grave y era que quería que los otros, los hegemónicos, le dijesen que era de izquierdas. Entonces empezó a inventarse aquello del independentismo no nacionalista, que a mí me parece una aberración. Desde el punto de vista político incluso me puede parecer peligroso, porque, ¿para qué te quieres separar del otro si no tienes una razón nacional? ¿Solo por dinero? La comparación con la Liga Norte es facilísima entonces.

La última novedad parlamentaria ha sido la CUP. ¿Considera que fuera de la militancia se entienden decisiones como la de no concurrir a las europeas o dar el «sí crítico» a la Declaración de Soberanía?

Es el partido de los simpáticos, los coherentes. Pero creo que no son políticamente maduros, porque no están dispuestos a hacer aquello que ha hecho mucha izquierda alternativa del mundo, que es aprovechar todos los resortes de la forma que sea. Eso no quiere decir traicionar tus principios. Se trata de entrar en el vientre de la bestia y abrirlo hasta el final. Cuando tú estas dentro y lo abres, si no te dejas atrapar, normalmente ganas.

Hecho este repaso, ¿qué pasará el 9 de noviembre?

Habrá un cambio seguro. De lo contrario, todos pagarán mucho las consecuencias; en primer lugar, el país.

¿Pero habrá consulta?

No sé cómo decírtelo. Tenemos que inventar muchas cosas, entre ellas cómo aproximarnos a la ciudadanía para que quede clarísimo que la gran mayoría de este país quiere un cambio. Ya sé que lo único que atiende Europa es cuando hay 80 muertos en una plaza; nosotros no queremos eso, pero sí que debemos poder visualizar eso. Entonces, me da igual cómo lo quieran hacer, pero tengo clarísimo que tendrán que acabar consultando a la población. Dicen que hay una comisión técnica en el entorno del president que está estudiando eso, que lo quiere hacer con tranquilidad y sin dar el espectáculo. Yo confío en el president.

¿Cree o sabe que hay gente en CDC preparando un escenario de fracaso, de derrota, o está toda la carne en el asador?

Está toda la carne en el asador.

Aunque no quiera entrar en especulaciones, una de las hipótesis que suena con más fuerza es la de las elecciones plebiscitarias. ¿Qué le parece la idea?

Las plebiscitarias solo se pueden plantear si hay un bloque soberanista y un bloque unionista. Si no es así, a mí que no me esperen. La gente debe saber qué va a votar, es decir, que sepa que lo siguiente sería una declaración unilateral de independencia, porque sería la única solución posible. Pero si vamos con la miseria del «yo quiero ganar por primera vez en 30 años» no vamos a ninguna parte.