P. CABEZA BILBO
Interview
Pablo Navarro
Guitarra y voz de Rombos Negros

«Cuando algo es visceral, es personal y diferente a todo lo demás»

El motor de los gasteiztarras Rombos Negros cumplirá este mayo su décimo aniversario, aunque son bastantes menos los años que lleva funcionando como trío consolidado. De momento se han materializado una demo y un cedé, «Primero el rock, luego la carne», álbum que lleva unos meses mostrando once inspiradas canciones de orientación punk-rock, psycko-punk y, simplemente, r'n'r.

«Rombos Negros nace porque alguna vez en la vida se enciende esa bombilla que indica qué es lo que realmente quieres hacer con tu ser, qué es lo que te llama la atención, qué es lo que te gustaría ser, cómo te gustaría ser, qué es lo que te desearías que viese el mundo cuando te mirase», declara Pablo Navarro, un guitarristas repleto de frases lapidarias al estilo de Josu Expósito, alma de Eskorbuto. No obstante, por mucho que preguntes por Eskorbuto a Pablo, la respuesta no incluirá ninguna referencia hacia ellos, el guitarrista, de notable talento, recurrirá a su propia identidad. Quizá esté cansado de comparaciones, quizá sienta que sus frases no deban ser devaluadas, si fuera el caso, por un símil con el trío de Santurtzi, aunque parezcan obvios los paralelismos frente a la vida y la sociedad. Musicalmente la historia de ambas bandas se tocan por momentos, pero Rombos Negros cuenta con más recursos musicales y más variedad estilística. Pablo es un notable guitarrista capaz de sacar el mejor punk-rock a su guitarra, pero también con la capacidad para moverse con soltura por el rock and roll e incluso el psychobilly.

De esta forma, «Primero el rock, luego la carne» es un disco de punk-rock, pero también de acelerado rock and roll con guitarras tirando de reverb, de psychobilly punk o incluso de cierto tono oscuro. Las melodías vocales, la entonación, puede prosperar, pero instrumental y compositivamente la banda funciona muy bien y con potencial. Las letras son descreídas, espetantes, sentencias férreas.

«En Vitoria estábamos hartos de nuestra rutina de clase, familia... Esa superficialidad que no te llena, ese vacío, y el punk entró como un cuchillo en la mantequilla. Representaba la mayor libertad personal que habíamos conocido hasta el momento». En esta situación Pablo conoce al batería Emborujo. «Desde el primer momento encajamos. Dos chavales a los que les había picado la chispa del punk que andaban solos buscando a otros como nosotros para hacer música punk». Comienzan como dúo, llegan a trío, cambios amigables y formación final con Pablo Navarro, Bitxor Gallastegi, batería, y «Pelos», bajo, una sección rítmica de notable pegada.

Son un grupo punk, pero su sonoridad es más amplia.

Nos gusta el rock en todas sus variantes, desde el rock and roll clásico, rockabilly, blues, country... hasta los sonidos mas adulterados. Pretendemos hacer una música que primero nos guste a nosotros y eso implica mezclar un poco todo lo que nos ha llegado en algún momento. Pero a esto lo llamamos visceral porque es algo que surge desde el interior, algo inevitable que no se debe reprimir. Usamos la música para expresar todo eso, para presentarlo al mundo de nuestra forma más animal, más real. Nuestro grupo es nuestra identidad y se llama Rombos Negros.

Se percibe la influencia «Antitodo» de Eskorbuto. En ocasiones es por la música, en otra por los textos, en mayor medida, o la búsqueda de estribillos/corales.

Son muchos los grupos que nos han marcado a lo largo de nuestra corta, pero intensa vida. Podemos sentir empatía por mucha de la música que escuchamos o por lo que puedan decir muchas de las letras de otros grupos. Pero Rombos Negros somos un grupo bastante diferente al resto de bandas que hacen «lo mismo» que hacemos nosotros. Y eso es lo que hemos pretendido siempre, escapar de lo que nosotros hemos creído estereotipado. Cuando algo es visceral, es personal y diferente a todo lo demás.

«Noche en el museo de cera» es una de las canciones más notables del disco y distinta en lo musical.

Esa canción cuenta de una forma metafórica lo que viví al paso por la planta de siquiatría de Vitoria. Propone un símil de un hospital mental con un museo de cera. Los personajes que aparecen, la bailarina de cabaret, el asesino del chaqué..., son personas que conocí durante ese ingreso. Esta canción siempre va dedicada a toda la gente que alguna vez ha formado parte del decorado de este tipo de museos. No pretendemos parecernos a nada ni hacer ningún estilo de música concreto. Captamos todo lo que nos gusta y si se nos ocurre hacer algo con eso y somos capaces de hacerlo y consideramos que la composición que surge es digna de estar firmada bajo el nombre de Rombos Negros, para adelante.

«Primero el rock, luego la carne», ¿cómo entenderlo?

Lo que queremos explicar con esta frase es que para nosotros el rock es una pasión que surge de lo más profundo de nuestro ser. El rock es la llave que usamos para sentirnos libres y autorrealizados. Nos sirve para soltar todas las frustraciones, las angustias, todo lo que nos incomoda y acaba siendo una forma de expresión muy cruda, animal, visceral y nuestra. Nunca debería adulterarse esa esencia especial y personal que al final no se puede encasillar en ninguno de los clichés. La carne, la carnaza, podría llegar a adulterar el rock a través de múltiples tentaciones como la fama y el dinero, entre otros, matando así esa pura esencia. «Primero el rock, luego la carne» significa primero la pasión, tu verdadero yo, tu propia identidad, y después la carnaza, lo que llegue si es que llega algo y, como final, la muerte.