Pablo CABEZA BILBO
Interview
Hannot Mintegia y Eneko Burzako
Componentes de Audience y Mobydick

Mintegia: «Sentencio que tiene un talento bestial, que soy fan o que me ha hecho fan»

El grupo de Gernika Audience lleva muchos años demostrando ser un grupo con tensión internacional. El getxoztarra Eneko Burzako, Mobydick, lleva menos tiempo en la escena bajo el alias, pero tiene sus tablas en experiencias previas. Ambos han publicado sus últimos trabajos en compacto y en vinilo. Que hablen los unos de los otros, con el vinilo como trasfondo, es parte de esta historia.

La música lleva años depreciándose por diferentes motivos. Emocionalmente ver compactos «tirados» en las aceras fue un impacto severo, un demérito difícil de digerir. El transcurso de los años ha eliminado el cedé de las mantas relámpago, ahora la música se «ventila» en otro escenario más sutil y, a la par, más complejo: internet. Esta nueva forma de distribución ha invisibilizado el contenido. Los discos o las canciones pasan de un lado a otro como si fuesen hijas de la tecnología y no parte de las sensaciones, del alma. El regreso del vinilo le está devolviendo al proceso creativo buena parte de su dignidad, aunque los de siempre y algunos más están desvirtuando este supuesto paso hacia atrás colocando unos precios desorbitados, más allá de los veinte euros.

Audience y Mobydick escribieron el año pasado dos de los mejores discos de los últimos años: «Big affair» y «Cotard delusion». En el caso de los primeros habría que añadir el extenso single «Mistress games». Sus respectivas ediciones en vinilo sirven para magnificar el valor de la estría, las sensaciones recibidas al tenerlos entre las manos y el poder del diseño dimensionado frente a la tendencia de lo micro. Habría más ejemplos de vinilos y grupos que servirían para dignificar la música y el formato o soporte, y nacerán más páginas al respecto, pero hoy el destino ha querido que Audience y Mobydick representen a todos los que sacrifican, aun con placer, buena parte de su tiempo y economía.

¿Cómo se conocieron? ¿Cuál fue la primera impresión que recibieron?

Hannot Mintegia (Audience): Conocí a Mobydick en un concierto en el Trinkete de Gernika. Hasta entonces no había oído, leído ni sabido nada de él. Recuerdo que pillé el concierto un poco empezado, y resultó ser un concierto de esos que no olvidas nunca. Entre otras cosas porque tocó, cuando menos, dos de mis canciones favoritas y a su manera, mobydickeras. Fueron «I see a darknes», de Will Oldham, y «Mercy seat», de Nick Cave, ahí es nada. Desde el primer momento vi que Eneko le echaba unos cuantos huevos al asunto (circunstancia que el tiempo ha confirmado ampliamente). Otra gran marca de la casa Mobydick también la percibí ese día: la manera de conectar con la audiencia. Seguramente, aquella noche no se daban las mejores condiciones para una propuesta como la suya (un solista con acústica, vamos) porque era viernes noche; sin embargo, consiguió meternos a todos en su saco.

Eneko Burzako (Mobydick): Creo que les descubrí en cedé cuando yo empecé a tocar en Nun, en los primeros años del XXI (hacia 2000-2003). De hecho, me atrevo a hablar en nombre de todos los integrantes de Nun cuando digo que Audience se convirtió muy rápido en algo así como una banda de culto para nosotros. Sonaban tan diferente, tan personal, que no podíamos obviarlos. Recuerdo un concierto hace muchísimos años en San Faustos de Durango, pero no sé si fue la primera vez que les vi en directo.

¿Cómo han visto sus respectivas evoluciones?

E.B.: Ante todo interesante. Es una evolución propia de buenos expedicionarios musicales. Cuando les descubrí allá por «Second handed», me llamó la atención ese punto de experimentación en sus composiciones. No sé, como esa intención de querer «descojonar» las canciones de una forma bella. Estaba claro que eran diferentes y era muy jodido etiquetarles, y eso me gustaba. Luego hubo una reorientación de estilo, tal vez empleando el country como recurso hacia un sonido más firme. Esto supuso que la etiqueta country tuviera quizá demasiado peso entre otras etiquetas posibles. No me gustaba, ni me gusta, que se ponga por delante la etiqueta del country con Audience, porque a veces daba la sensación de que había gente que estaba esperando poder recurrir a una etiqueta como esa para poder encasillarles definitivamente y así referirse a ellos «más fácilmente». Es obvio que Audience ha tenido un romance con el country y eso se culmina sobre todo en la época de «Amerikanuak», pero creo que Audience mantienen rasgos que nos tendrían que permitir ver más allá de esa etiqueta. Un buen argumento para esto creo que se da en los dos últimos trabajos («Mistress games» y «Big Affair»). En ellos Audience se ha adentrado en un sonido con más carácter propio. Me recuerdan en ciertos momentos a los Audience del «Second Handed», pero se nota que entre medio ha habido muchos años de I+D musical. Bajo mi punto de vista, estos dos últimos trabajos demuestran mucha madurez y dejan un campo muy abierto a lo que pueda venir en el futuro. Y yo que lo escuche.

H.M.: Yo no veo algo así como una evolución muy marcada. Por ejemplo, noto muy pocas diferencias de fondo entre su propuesta en solitario o con apoyo de la banda. En el disco se mezclan de una forma muy natural las dos caras, y cuando va con banda, creo que las canciones ganan mucho, pero sin perder nada de lo que ya tienen cuando se nos presenta como Eneko, en solitario.

¿Qué es lo que más llama la atención?

H.M.: Tras los primeros conciertos aislados, he tenido la suerte de conocer bastante a Eneko, nos hemos hecho amigos y contamos con un anecdotario común. Si alguna vez ha tenido sentido la manida expresión «gran músico, mejor persona», creo que en este caso se cumple por todas las esquinas. Si me pusiese ahora a contar todas las virtudes que le veo como ser humano parecería que le tengo por novio (ja,ja,ja), así que seré prudente y sentencio que tiene un talento bestial, que soy fan o que me ha hecho fan. Al margen de aspectos técnicos o de valoraciones minuciosas que pueden resultar pesadas, lo primero que destaca es ese vozarrón único que tiene, pero también la calidad de sus composiciones y que es brutal interpretándolas. Me flipa el tipo de música en el que se mueve y, si cabe, aún más cuando va con banda. Después están los guiños que tiene hacia músicos que para mí también son una auténtica referencia. Hablo de un gran creador de canciones, de sonoridades que conozco y que me flipan, pero Eneko las presenta de otra manera, con un recorrido muy propio. Las estructuras de los temas, los cambios de dinámicas, los riffs que crea... son muy personales y, además, están muy trabajadas. Fuerza la máquina a tope, y, por ejemplo, en las armonías, tanto las vocales como los arreglos de guitarra, siempre mete ahí cosas muy jodidas. Es un intérprete brutal, en directo multiplica su fuerza. El ver que está pasando en cada momento siempre me deja con la boca abierta, y eso es por la cantidad de verdad que transmite. Lo que nos ofrece emerge de muy adentro, diría que está más en el interior de su cuerpo que en su cabeza. Son sensaciones imposibles de obviar. La versión de «Martxa baten lehen notak» (Mikel Laboa) me parece descomunal.

E.B.: Lo que primero destacaría de ellos, y que considero está presente en todas sus etapas, por encima de estilos y etiquetas, es la elegancia. La elegancia que demuestran tanto en directo como en estudio. Por otro lado, algo que siempre me ha gustado es que, por lo general, sus canciones evidencian que hay mucho curro detrás. Mucha dedicación para pulir y empastar bien los arreglos, las transiciones, las cadencias, las «explosiones»... Lo vanguardista e inusual de sus estructuras y la forma de construir la canción, entre otras virtudes. De ahí las referencias hacia la experimentación. El trabajo y la madurez que hay detrás de una banda bien empastada puede ser un detalle muy sutil para el oyente, incluso trivial para algunos, pero es muy difícil de conseguir y es una de esas cosas que permiten que Audience suene como suena. En cualquier caso, tanto en el proceso de canalizar el trabajo hacia una ruptura de moldes, así como hacia la madurez como banda, implica que haya mucho «trabajo de pulidora» y mucha dedicación para alcanzar los objetivos que ellos han logrado.

¿Tienen tocadiscos?

E.B.: [Le comento previamente que sé que devolvió un tocadiscos en Fnac porque le cobraban la bolsa]. Joder, veo que mi «odisea» con Fnac ha tenido eco. Digamos que decidí comprarlo en una tienda donde me daban una bolsa para poder llevármelo.

H.M.: Sí, sí que tengo, me lo compré hace unos cinco años. En mi casa no ha habido tradición musiquera (aunque mi madre de pequeña ganó varios concursos de canto), así que he tenido cero educación en ese sentido. El primer tocadiscos que tuve, vino con una torre hi-Fi que me paso mi tía, pero funcionaba bastante mal y pronto se estropeó del todo.

[La respuesta completa de Burzako ocupa un folio largo de explicaciones técnicas y metafísicas imposibles de resumir].

Burzako: «Comprimir el máster deriva en que el resultado pierda cierta expresividad emocional»

¿Su primer vinilo?

H.M.: A mí me cayeron de rebote mediante un familiar. . Era uno de Bob Marley y otro de Queen. El primer cedé que compré no lo olvido, fue el «Automatic for the people» de R.E.M, pero el primer vinilo no lo tengo muy claro: quizá «Joya», de Will Oldham.

E.B.: No he tenido un tocadiscos propio hasta este año. De pequeño escuchaba muchos vinilos en casa de mi tío Charlie, que es muy melómano y esas sesiones de escucha supusieron mi primera formación musical. Hasta los 13-14 años pasaba veranos enteros escuchando toda aquella música, y ya de paso empezando a robarle la guitarra a mi tío. Después vino la época txosnera, y con ella la consolidación del cedé en mi vida. Muchos años después, Miren, la persona que me aguanta en casa a diario y que diseñó la portada del «Cotard delusion», me regaló el que sería mi primer vinilo en propiedad. Era una edición rara del Ziggy Stradust de Bowie, con la portada y la contraportada traducidas al castellano.

¿Se nota la diferencia de sonido entre el cedé y el vinilo?

E.B.: ¿Por qué el vinilo no desaparece, sino que sigue captando adeptos? Por varios factores. Mucha gente dirá que los vinilos antiguos suenan mejor, y, en parte, tienen razón y, de otra, no. Ahora, muchas bandas prefieren que el máster de sus discos «suene alto». Esto supone que se tiene que comprimir mucho más el mastering para alcanzar el volumen deseado. Sin embargo, así se pierde dinámica. Si escuchamos discos de los 60-70, vemos que se respetaba la dinámica. Comprimir deriva en que el resultado pierda cierta expresividad emocional. A partir de los 80-90, por tendencias de mainstream o por lo que fuera, comenzó la «guerra de volúmenes». Se empezaron a «apretar» cada vez más los másters, consiguiendo mayor volumen de escucha, pero perdiendo cada vez más expresión dinámica. Por ese motivo hay gente que te dirá que le gusta mucho más como suenan los discos originales de Led Zeppelin -por ejemplo- que las reediciones digitalizadas.