Beñat ZARRABEITIA
Mundial de Brasil 2014

Combinado sin cuotas ni restricciones

Con el país sumido en pleno debate sobre la inmigración, la selección de Suiza es un buen ejemplo de su realidad multiétnica: 15 de sus 23 jugadores tienen sus raíces en otros lugares.

El pasado 8 de febrero, en Suiza se celebró una consulta que solicitaba la aplicación de nuevas medidas de control en materia de inmigración. Tras recibir un 50,3% de los votos a favor, en la misma se exigía que Suiza limite el número de inmigrantes acogidos anualmente, que los ciudadanos de la UE que encuentren un empleo legal no dispongan de la garantía jurídica para establecerse y que la contratación de cualquier extranjero en Suiza vuelva a estar supeditada al consentimiento previo de las autoridades locales, quienes deberán priorizar a ciudadanos helvéticos. El referéndum se llevó a cabo tras la iniciativa popular impulsada por el partido ultraderechista SVP.

El resultado causó estupor y saltó a los titulares de toda la prensa internacional. Y es que Suiza ha sido un lugar tradicionalmente receptor de personas procedentes de otros países. De los más de casi ocho millones de habitantes, un cuarto de los mismos han nacido fuera de la Confederación Helvética. Uno de los Estados más prósperos del mundo, con una altísima calidad de vida en sus principales ciudades y un nivel de alfabetización prácticamente total.

Entre la inmigración las comunidades más numerosas son la balcánica, alcanzando un total de 370.000 personas -el 5% de la población total y conocidos despectivamente como «Yugos»-, seguida de la italiana, alemana y portuguesa. En los últimos años se ha registrado también una importante llegada de refugiados tamiles procedentes del conflicto de Sri Lanka. Muchas de estas personas han sufrido problemas de integración, especialmente laboral y escolar.

En medio de semejante debate social ha llegado el Mundial de fútbol. En el mismo, la selección de Suiza es reflejo de la presencia de las diferentes culturas y procedencias. De los 23 jugadores que conforman el equipo, 15 de ellos son de origen inmigrante, seis incluso han nacido fuera de la Confederación.

La presencia de futbolistas con raíces balcánicas es muy numerosa. Valon Behrami y Xhredan Shaquiri nacieron en Kosovo y sus familias se trasladaron a la Confederación Helvética a principios de los noventa. Se calcula que un 10% de la población total de Kosovo vive en Suiza. Un país que ha sido reconocido por 108 Estados pero que sigue sin ser parte de la FIFA. Organismo cuya sede está precisamente en el país relojero -que sí ha aceptado al nuevo estado independiente- y cuya federación se ha opuesto reiteradamente a que Kosovo dispute partidos oficiales. Tanto Behrami como Shaquiri mantienen la puerta abierta a jugar en un futuro con el combinado dardanet. Al ganar la Champions con el Bayern, Shaquiri portó ambas banderas en la celebración.

En los últimos tres meses, Kosovo ha jugado amistosos ante Haití, Turquía y Senegal. Entre sus convocados hay antiguos internacionales absolutos de Finlandia y Albania, así como futbolistas que lucieron los colores de Alemania y Suecia en categorías inferiores. No obstante, por encima de todos destaca Albert Bunjaku, delantero que formó parte de la selección suiza que disputó el Mundial de 2010.

Retornando a la lista para la presente copa del mundo, Dzemaili y Mehmedi son naturales de Macedonia y de etnia albanesa, al igual que Granit Xhaka, aunque es nacido en Suiza. Siguiendo con los futbolistas de origen balcánico, los delanteros Gavranovic y Dmic son hijos de croatas, mientras que el realista Haris Seferovic es de familia bosnia.

Por su parte, Benaglio y Barnetta tienen raíces italianas, el padre de Senderos es de Guadalajara, Ricardo Rodríguez tiene un progenitor chileno y una madre española, Djorou nació en Costa de Marfil y fue adoptado por la primera mujer de su padre para trasladarse a Ginebra y el capitán Gokhan Inler jugó con la sub 21 turca. Caso aparte es el de Gelson Fernandes, natural de Cabo Verde y que con 5 años se mudó a Sion junto a su familia, habla seis idiomas.

En total son 15, pero podían haber sido más, ya que en la preselección estaban Timm Klose -alemán pero hijo de suiza-, Kasami que también es de origen albanés y Derdiyok, cuya familia es kurda. En contraposición, Ivan Rakitic, internacional en categorías inferiores con la selección helvética, disputa el Mundial con Croacia. Fuera de la copa del mundo, otros suizos de nacimiento como Kuzmanovic y Feltscher juegan con Serbia y Venezuela respectivamente.

Asimismo, es conocido que la Confederación Helvética se divide en tres zonas: la alemana, la francesa y la italiana. La mayoría está formada por teutones, el 63% de la población es germano-hablante. Eso se refleja también en la selección, ya que 14 jugadores provienen de la zona alemana, 6 de la francesa y 3 de la italiana. El seleccionador es Ottmar Hitzfeld, técnico que conquistó la Champions con el Dortmund y el Bayern.

El alemán es el principal idioma de la selección, algo que en ocasiones ha dificultado la comunicación. Durante el Mundial de Sudáfrica, el ex jugador Fabio Celestini -de origen italiano y procedente de la zona francófona- explicó en «El País» que «tuve problemas porque solo se habla en alemán. Estuve de 1998 hasta 2008 y hubo jugadores a los que solo les dije 'hola'. El problema se agrava porque en la Suiza alemana hablan un dialecto que se parece al japonés. Hitzfeld solo habla ese alemán y Kuhn también. Levantaba el pulgar y me decía: 'Fabio, alle ist gut!'. Pero yo, en la charla, no entendía nada».

Lejos de los terrenos de juego, donde alcanzan éxitos como el título mundial sub 17 de 2009 o el subcampeonato de Europa en categoría sub 21 de hace tres años, el reto social y político de la Confederación Helvética está en intentar responder de forma proactiva e inclusiva a su nueva realidad multiétnica.