Verdad absoluta
El fútbol admite muy pocas verdades absolutas: la irreversibilidad del resultado, la presencia ominosa del azar o el valor relativo de cualquier afirmación. Y una más: la inquebrantable fe uruguaya. ¿Por qué son así los uruguayos? ¿De dónde sacan ese coraje, esa ambición, esa fe infinita? Su fútbol no es fácilmente definible y hay momentos que resulta hasta caótico en sus acciones, pero nunca se desmaya. Ya le golpeen en el rostro o en el alma, le extirpen un menisco o le rompan el pómulo, el uruguayo va y va y vuelve a ir, aunque las evidencias apuesten en su contra.
«Luis, levántate y marca». Y Luis se levanta sin su menisco y marca.
Suárez es el uruguayo más relumbrante, el que porta la llama de los héroes del 50, del Peñarol dorado del 60-66, del Nacional tres veces Intercontinental, de tantos nombres gloriosos e inolvidables. Luisito reúne en su llanto y en su tronituante retorno la eternidad del fútbol uruguayo, una de las pocas verdades absolutas de este deporte.

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