Foucault, ¿unidad o ruptura?

Al mismo tiempo que veían la luz las dos últimas entregas de su «Historia de la sexualidad», el pensador ingresado en el hospital -diagnosticado de sida- moría el 25 de junio de hace treinta años. La sorpresa fue mayúscula ante el giro de su obra con las nuevas apariciones editoriales. Parecía asomar el sujeto, la ética como repliegue del pensador en sí mismo, alejándose de las preocupaciones políticas, mostrándose más kantiano que nietzscheano, que es como se había mostrado en sus inicios genealógicos; el supuesto giro ya iba anunciándose en los últimos seminarios y en algunas entrevistas.
Tales interpretaciones trataban entonar, en bastantes casos, una especie de réquiem a la obra foucaultiana: ha fracasado y ha tenido que arrepentirse de sus alocadas teorías «antihumanistas» del pasado. El caso es que ha pasado el tiempo y la búsqueda inacabada del autor de «Vigilar y castigar» sigue dando que hablar e interpretar. Ha aumentado la vigencia de ese pensamiento creativo la publicación en la década de los noventa de «Dits et Écrits» -que recoge entrevistas, artículos, etc.- y los cursos del Collège de France que siguen deparando detalles sobre las últimas pesquisas del profesor y activista.
La obra que acerco a esta página rechaza las versiones que señalaba en el primer párrafo, que daban cuenta de una supuesta ruptura o giro en el quehacer último de Foucault. Jorge Álvarez Yágüez presenta al autor y pasa a incidir en los nexos de unión que se dan en la obra foucaultiana en torno a la guía que se establece en base a la verdad (saber), el poder y el sujeto. Esos tres polos sirven en esta obra para subrayar los procesos de subjetivización en lo que hace con el saber, con el poder y con el sexo, y más en concreto con la constitución a través de él del sujeto ético. Precisamente es la última época de su obra, estudiando la sexualidad, en la que se vio empujado a vérselas con el cristianismo y con la antigüedad griega y romana, y la huella de tales pensamientos a la hora de establecer ciertos comportamientos (balanceando entre limitaciones, confesiones de la carne y cuidado de sí).
El mérito de esta obra reside en que, aun centrando la mirada en el último Foucault, no olvida las etapas anteriores y las une en un hilo que da continuidad a la obra de este pensador que invitaba a penser autrement y que, en su práctica y su discurso, lo cumplió a rajatabla apareciendo allá donde menos se le esperaba y haciendo que algunas afirmaciones fueran subsumidas o matizadas, con otras posteriores con la misma tenacidad que las olas del mar borran el rostro esculpido en la arena.
A pesar de la tarea de demolición en que se han empeñado algunos -en especial en el ámbito académico-, la obra de Foucault sigue viva, continúa sirviendo de inspiración a estudiosos de diversos campos del saber: historia de las mentalidades, teorías de la representación sicología y otras «técnicas del yo» que le acercan a otros autores y estudiosos de las lecciones del helenismo, y sus huellas en nuestro presente, en ese empeño por establecer una genealogía y una arqueología del nosotros mismos, de una «ontología del presente» que huyese de las supuestas verdades consagradas a la hora de definir la modernidad y su génesis; siempre con el recurso constante al archivo, a autores aparentemente ajenos a la disciplina de su especialidad, moviéndose como un cazador furtivo, y ya se sabe lo que los custodios de las barreras delimitadoras hacen con estos.

GARA es segundo en Gipuzkoa y NAIZ sigue creciendo con fuerza

«Goonietarrak», 40 urte: bihotzeko ganbaran gordetako altxorra

«Elektronika zuzenean eskaintzeko aukera izango dugu orain»

«Gizarte aldaketa handi bat» eskatu du euskararen komunitateak
