Los mundiales de fútbol, cromo a cromo
Antes, mucho antes que los «selfies», fueron y siguen siendo los cromos. Un Mundial de fútbol no está completo sin su correspondiente colección de estampitas. Asi lo viene haciendo la editorial Panini desde México´70. Y Brasil no es excepción.

Lo tengo, no lo tengo, lo tengo, no lo tengo...». Según revela un estudio realizado por la Universidad de Ginebra, la media de sobres que hay que comprar para completar la colección de 640 cromos Panini del Mundial de Brasil -sin cambiar- es de 899. Pero un grupo de 10 personas que decidieran intercambiarse sus cromos repetidos podrían completar los 10 álbumes comprando solo 1.435 paquetes. Alguno, en cambio, ha optado por atajos poco éticos. En Brasil, un furgón que trasladaba 300.000 figuritas fue robado en Río de Janeiro; en Colombia, se supo que un profesor fue acusado de requisar los `memes' de sus alumnos para completar su álbum.
Para muchos, miles, millones de coleccionistas en todo el mundo -de todas las edades y condiciones-, la Copa del Mundo no comenzó el 12 junio con el Brasil-Croacia, sino con la búsqueda de la imagen del astro Neymar en alguno de los sobres que se pusieron a la venta en 110 países meses antes. Solo cuando el aficionado ha pegado todas las fotos y el álbum está completo siente que ha culminado su torneo personal.
En total, 80 páginas y sitio para más de 600 cromos. En cada paquete vienen cinco, al precio de 0,60 céntimos en los quioscos vascos -539,4 euros te saldrá la `cole' entera sin cambiar-, aunque el precio varía según el país y hasta la inflación, y si no que se lo pregunten a los coleccionistas venezonalos, para quienes el precio del sobre se ha disparado con respecto al Mundial de Sudáfrica.
La idea de coleccionar álbumes de fotos nació en 1840, y en un principio sirvió para la venta de chocolate. El confitero alemán Franz Stoll Werck añadió al envoltorio de sus tabletas imágenes que, pegadas en libros, relataban historias. Los niños más golosos conocieron las diferentes fases de construcción de la catedral de Colonia o cómo se desarrolló la guerra francoalemana.
No obstante, fueron los hermanos Panini, de la ciudad italiana de Módena, quienes tuvieron la idea de utilizar el fútbol. En la temporada 1961/62 lanzaron su primer álbum con los jugadores de la Serie A. Bruno Bolchi, defensa y capitán del Inter en 1961, fue la primera lámina de Panini. Aún se pueden obtener en Internet ejemplares de esa serie primigenia. Hace poco cambiaron de manos nueve estampas de los entonces astros del Milan a cambio de 110 euros.
Desde entonces, y a lo largo de medio siglo, este negocio familiar se convirtió en una multinacional que hoy registra una facturación anual de más de 600 millones de euros y cuenta con 900 empleados. Precisamente, el año pasado, el último de los cuatro hermanos creadores del imperio de los cromos Panini que seguía con vida, Umberto Panini, fallecía a los 83 años.
Junto a sus hermanos Giuseppe, Franco y Benito, entre todos impulsaron colecciones como la del presente Mundial de Brasil. Umberto, como técnico de la maquinaria, se encargó de la parte industrial. Su experiencia de joven en Maserati le llevó a idear la Fifimatic, una revolucionaria máquina para meter en sobres los cromos y que aún hoy sigue siendo su mayor aportación a la industria en la que triunfó con sus hermanos.
Cuando los hermanos Giuseppe y Benito Panini abrieron su quiosco en 1945 en Módena no podían imaginarse, ni mucho menos, que su negocio se convertiría un día en líder del mercado global de colecciones de cromos. Según algunas fuentes, en el primer año vendieron 9 millones de paquetes; el siguiente ya fueron 15, y en los últimos años se han producido y vendido alrededor de mil millones de paquetes anuales.
El mercado de EEUU se suma a Panini
Nueve años después de aquella primera colección italiana salió por primera vez al mercado un álbum del Mundial de fútbol, el de México 1970. Al mercado español no llegó el primer coleccionable mundialista hasta la cita de Alemania, cuatro años después. Desde entonces, para millones de personas la colección es un ritual. La propia presidenta brasileña Dilma Rousseff ha reconocido que junto a su nieto de tres años está completando el álbum de `su' Mundial. «¿De casualidad alguien tiene el cromo 459 (Irán) del álbum del Mundial?», tecleó en su Twitter un legislador de la Asamblea Nacional ecuatoriana. Hasta el presidente colombiano José Manuel Santos hizo un alto en su recorrido electoral para canjear dos `monas' en un puesto callejero de intercambio.
Este año las postales se fabrican en Brasil, en Sao Paulo, donde se producen 40 millones de `stickers' diarios. Además, el país anfitrión es el que mayor acogida tiene, ya que más de ocho millones de fanáticos se afanan por completarlo. Un éxito que esta vez se ha trasladado también a un mercado nada futbolero como EEUU. Allí se lanzó la edición de Sudáfrica hace cuatro años, pero fracasó. Esta vez, más de 75.000 puntos de venta a lo largo y ancho del país adornan sus pasillos con los colores verde y amarillo del cuadernillo, a un dólar el sobre.
Este tipo de coleccionismo, además de acercarnos al Mundial y `sablear' los bolsillos, nos permite también satisfacer la curiosidad de poder recordar los looks de moda que tenían los jugadores durante las Copas del Mundo. Si alguien quiere indagar en ello, la web www.oldschoolpanini.com hará las delicias de los aficionados. Imposible olvidar a Carlos Valderrama y su inigualable gran cabellera rubia en el Mundial de Italia 1990, el cabello rizado de Diego Armando Maradona en España 1982, o la famosa melena del mexicano Leonardo Cuéllar en Argentina 1978.
Álbumes que no solo divierten, sino que también de alguna forma instruyen, sobre todo a los más pequeños. Se aprenden países, ciudades... porque ¿quién no ha descubierto que Nederland era Holanda? ¿o Côte d´Ivore se refería a Costa de Marfil? ¿o que Deustchland no era otra que Alemania?
No existen cromos difíciles
Pero la principal pregunta que se hace cada coleccionista al comenzar el reto es siempre la misma. ¿Existen cromos difíciles? «Todas las figuritas del Mundial tienen el mismo número de copias», contesta tajante Fabrizio Melegari, jefe de redacción de Panini en Italia. Es decir, que tienes las mismas probabilidades de conseguir a Neymar, Leo Messi o Cristiano Ronaldo que a cualquier jugador de Honduras. Pero, aún así, resulta inevitable la tremenda frustración que se siente cuando te salen estampas repetidas una y otra vez, sobre todo cuando ya estás muy cerca de llenar tu álbum.
Siendo verdad que aquí no hay distinciones entre jugadores, un medio de comunicación colombiano ha querido comprobarlo estos días. Salió a la calle y compró sobres por hasta 4.580 `monas', como las llaman por allá. Quisieron saber cuáles eran las láminas que más se resisten y las que menos. ¿El resultado? Las primeras correspondían a las del brasileño Dani Alves, el australiano Ivan Franjic, el surcoreano Ki Sung-Yueng y el ecuatoriano Jefferson Montero; las ocho más fáciles, las de los `cafeteros' Cuadrado y Cristian Zapata, los marfileños Zokora y Kalou, el surcoreano Park Chu-Young, el francés Sissoko y los croatas Rakitic y Jelavic.
Otra de las cuestiones que suele `molestar' a los coleccionistas es que, por problemas de plazos, algunos jugadores incluidos en el álbum a final de cuentas no asistían a la Copa Mundial, por lo cual algunos que sí lo hacían se quedaban fuera del mismo. Un ejemplo muy claro es el del hoy director técnico de la selección mexicana Miguel Herrera. El Piojo no estuvo incluido en la lista final que asistió a la Copa Mundial EEUU'94, pero sí estaba en el álbum, y desde luego, vista la fotografía, no le hicieron ningún favor.
Panini reconoce que es imposible acertar, porque el trabajo comienza a hacerse en febrero y hasta mayo o junio se desconocen los fijos de cada seleccionador. Las fotos de Colombia fueron tomadas el 14 de noviembre de 2013 en un amistoso en Bruselas. «En el álbum aparecen 17 jugadores por selección y al Mundial van 23 por país. Es imposible hacer un álbum de 1.000 cromos o más porque no es comercial», sostienen sus autores.
Aun así, «el nivel de aciertos es altísimo» -hicieron pleno con Camerún, Japón, Uruguay, Ecuador, Honduras y Ghana- y lo habitual es que «fallen uno o dos jugadores por selección». Entre ellos, por ejemplo, el brasileño Robinho. O el español Negredo. Y así es: 64 de los futbolistas que aparecen en la colección de esta edición no han sido convocados, lo que sale a dos por equipo, aunque el reparto es desigual. Y si apareces te puede incluso pasar como al `tico' Joe Campbell y su archiconocida anécdota colgada por él en Twitter: tras comprar cien sobres no aparecía su cromo. Panini le contestó amistosamente que dabe fe de que estaba entre los seleccionados de Costa Rica. Menos problemas debió tener -o mucho dinero se gastó- Mario Balotelli, que se fotografió con la doble página de Italia y su cromo en cada uno de los espacios de sus compañeros.
Un escudo imposible de encontrar
Pero si hay una lámina que nadie conseguirá es la del escudo de la selección inglesa, y no porque desde que se empezará a editar el álbum Inglaterra no haya vuelto a ganar un Mundial. ¿Entonces por qué? Una bandera ondeante reemplaza al broquel de armas desde el Panini de Francia 98, y todo porque la Federación Inglesa es muy celosa de lo suyo y sus derechos. Vamos, que si Panini quiere su escudo, tendrá que pasar antes por caja.
Aunque la que dudamos que ni Balotelli, ni Campbell ni ninguno de los mundialistas vaya a coleccionar será la antología que una red de fotógrafos de Sao Paulo, impulsada por Flavio Freirea, puso en circulación coincidiendo con el Mundial, cromos donde se pueden observar a «trabajadores sin techo», hasta 4.000 ciudadanos brasileños que viven en extrema pobreza en las inmediaciones del estadio del Corinthians y que malviven en la conocida popularmente como «Copa del Pueblo». Es el otro Mundial, el que no sale por la televisión, ni en los cromos Panini.

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