Cuatro horas de esencia pura de juego
El serbio consigue su segundo título sobre la hierba después de batir a un gran Federer en cinco sets. El peloteo acabó por dar el triunfo a Djokovic, tras rehacerse al dejar escapar un 5-2 en el cuarto set.

Decidiendo el duelo en el desempate, por primera vez desde 2009, Novak Djokovic y Roger Federer disputaron un partidazo digno de la final de Wimbledon. La afición -la VIP y la desconocida- reunida en el All England Club pudo degustar de puras esencias del mejor tenis.
Djokovic demostró por qué ocupa el puesto cabecero de la ATP y Federer hizo bueno el dicho que reza que «nunca subestimes el corazón de un campeón». Al final debía ganar uno y ese fue el serbio, ganando su segundo Wimbledon, pero en realidad dio lo mismo, porque el resultado final, 6-7 (7-9), 6-4, 7-6 (7-4), 5-7 y 6-4, fue lo más «indigno» de un precioso espectáculo de casi cuatro horas que ofrecieron ambos finalistas.
Fue un choque de estilos opuestos que levantó pasiones. Federer basó su juego buscando los puntos por la vía rápida: 29 aces y 44 tantos en la red, mientras que Djokovic acababa por imponerse en el peloteo, mareando a su rival con la derecha, forzando el error del helvético o martirizándolo con precisos passing shots -clavó 11 con su revés- desde el fondo de la pista.
Así, en ese juego de ida y vuelta, Djokovic llevaba la iniciativa en los sets y Federer en los puntos, una curiosa paradoja que explicaba el devenir de la final. Federer arrancó la victoria en la muerte súbita del primer asalto tras remontar un par de bolas de set. Djokovic, bajo la atenta mirada de sus entrenadores, volteó el marcador ganando las dos siguientes mangas, la tercera en el tie break, después de que durante el set Federer hubiera mostrado mucha mayor solidez con su servicio. Para desgracia del suizo, sus 13 aces de este asalto de nada le sirvieron a la hora de la verdad. Más aún, cuando Djokovic se adelantaba 5-2 en el cuarto set, después de una serie de tres roturas de servicio consecutivas, parecía que la resistencia del antiguo campeón tocaba a su fin.
El público en pie
No obstante, espoleado por los ánimos de sus hijas, Federer se levantó. Salvó con un saque directo un punto de partido de Djokovic en el 5-4, después de haberle roto el saque con 5-3. No contento con igualar el set, Federer se marchó derecho al punto siete, poniendo en pie al público de All England Club.
Mediado el quinto set Federer tuvo su oportunidad, pero el helvético desperdició una bola de break. Djokovic aguantaba bien sus servicios, mientras que ponía a su rival en cada vez más problemas. En el décimo juego del último set, el primer servicio abandonó a Federer y en el peloteo del 15-40 su bola se quedó en la red. El público del All England Club aplaudió hasta romperse las manos.
«Este es el torneo que siempre soñé en ganar»
Lejos de la faceta de «showman» de la que a veces hace gala, Novak Djokovic levantó la «ensaladera» de Wimbledon feliz y emocionado. Amén de dar las gracias a Federer por «ser un gran campeón, un gran deportista y un modelo a imitar para muchos niños», el tenista serbio se conmovió al agradecer al público de All England Club al reconocer que «este fue el primer torneo que vi cuando tenía cinco años».
«Después de la que he liado en el cuarto set, no sé cómo he conseguido reunir la energía para poder imponerme en el desempate, pero realmente ha sido fantástico. Wimbledon es el mejor torneo que hay, el torneo que siempre soñé en ganar y el primero que empecé a seguir cuando tenía cinco años», reconoció. Quiso dedicar su triunfo a sus entrenadores, su familia, a su futura esposa «y madre de mi hijo», pero sobre todo a su primera entrenadora: Jelena Gencic. «Ella fue la que me enseñó las bases de este juego y todo lo que sé sobre el tenis. Ella falleció el año pasado, por eso este trofeo es para ella», culminó, levantando las manos y la mirada al cielo.
A. G.
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