Pepe FARIAS
UDATE | IRUÑEKO SANFERMINAK

Todavía queda mucho que ver, vivir, beber y disfrutar en Iruñea

Ya están los agoreros diciendo que esto se acaba, que la fiesta ya ha dado todo lo que tenía que dar. Pues no. Del mismo modo que hasta el rabo todo es toro, hasta el Pobre de Mí (y más allá) siguen siendo sanfermines.

Todo llega. Pasó el fin de semana y lo hicimos lo mejor que pudimos. Algunos se pondrán en lo peor y dirán que ya no queda nada para el Pobre de Mí, que estas fiestas ya han dado lo que tenían que dar y que encima han estado pasadas por agua.

Pues no. Esa no es la actitud. No dicen que hasta el rabo todo es toro. Pues hasta el Pobre de Mí -y más allá- sigue siendo sanfermines, por mucho que nos digan y nos repitan que hoy es lunes. Lunes sí, pero de sanfermines.

Quienes huyeron ayer con los primeros rayos del añorado sol cual vampiros se perdieron grandes cosas que tuvieron lugar en esta ciudad. Es el caso del Alarde de Txistularis, que ha cumplido ya su edición número 55. Fue toda una delicia acudir a la plaza de San José, en el costadico mismo de la Catedral, para presenciar el montaje «Amerikanuak», con el que se homenajeaba a los emigrantes vascos que cruzaron el Atlántico en busca de una vida mejor. De este modo, se pudo ver la inusual estampa de txistularis tocando vestidos con indumentaria de cowboy.

En el acto se tuvo un recuerdo especial a los integrantes de Los Iruñako (Joaquín Zabalza, Enrique Abad, Alberto Huarte, Ignacio Astondoa y Kike Los Arcos), que llevaron el folklore de esta tierra por todo el mundo.

En el espectáculo pudieron escucharse composiciones como «Country Jaia» de Xabier Zabala o «Euskal Sheep Company» de Neli Yanci y Aitor Urquiza, cuyos títulos dejan claro que fusionan la música vasca que llevaron estos emigrantes a América con la que encontraron en su nuevo hogar.

Incluso se podían reparar fuerzas con la txistorra que repartía la Rifa del Cuto de Artaxoa. Un planazo. Y encima había salido el sol.

Porque hay que reconocer que el día comenzó bien, aunque costó arrancar tras los excesos de la noche anterior. Sin duda, contribuyeron los fritos de pimiento que andaban perdidos entre comanda y comanda en un bar de San Nicolás y que una camarera de Legasa nos regaló. «Euskaldunak zaretelako», dejó claro el motivo del donativo que recibimos como caído del cielo. Con eso y un par de marianitos no hay mal que cien años dure.

Todavía nos queda fiesta y hay que aprovecharla, que luego la echaremos a faltar y no tendremos más remedio que recurrir a Google Maps para saber dónde tenemos los próximos festejos: Gares, Tutera, Gasteiz, Donostia, Bilbo, ....