EDITORIALA
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Hay que lograr que el bloqueo sea insostenible para Israel

La masacre que el Gobierno de Tel Aviv está llevando a cabo contra la población de Gaza es de tal calibre, tan bestial, que resulta difícil abstraerse de las imágenes y las crónicas y realizar un análisis mínimo, una reflexión que marque un camino y que apunte a una posible salida para esta crisis. Algo que vaya más allá de la indignación y la impotencia. Porque es muy complicado vislumbrar un final cuando no se entiende, apenas se recuerda, cuál fue el comienzo de esta barbaridad. La última de muchas. Benjamin Netanyahu ha ido cambiando las justificaciones públicas de su ataque según avanzaba la ofensiva. Hasta ayer, que cambió el tono y, sin aclarar qué piensan hacer, declaró que se están planteando una especie de retirada. Está por ver en qué se concretará.

El fondo del argumentario sionista permanece intacto, especialmente en lo que se refiere a las acusaciones de antisemitismo, connivencia con Hamas o desinformación ante cualquier crítica a las matanzas perpetradas por el Tzáhal. Como si lo que ha sucedido estos días estuviese sujeto a debate. Pero es casi imposible inferir de las palabras del líder sionista un objetivo concreto, real, alcanzable en parámetros tanto bélicos como políticos. Su objetivo último parece ser hacer inviable un Estado palestino; el inmediato es imposibilitar un Gobierno árabe unitario. En lo primero, la Operación Margen Protector es un paso más dentro de una política de exterminio del pueblo palestino y sus opciones de ser libres. En lo segundo, está por ver cómo actúan las fuerzas palestinas.

Es evidente que la Administración Obama ha abandonado la pretensión de poner en vías de solución este conflicto. Su debilidad ante Tel Aviv le inhabilita para ello. A ello se suman los cálculos de la dictadura egipcia, un actor central en la región. En este momento los focos se centran en Gaza, lógicamente, pero no se debe perder de vista la sangrante guerra en Siria, el factor Hezbollah, el descontrol en Libia, las situación de los kurdos en los diferentes frentes, las negociaciones con Irán, el infierno postinvasión iraquí, la transición a ninguna parte en Afpak... El momento histórico en la región, tomada en su sentido más amplio, es realmente crítico y nadie parece tener soluciones viables sobre el terreno, en base a las fuerzas realmente existentes, no sobre los mapas de cancillerías y servicios de inteligencia y en base a intereses creados. Hay demasiadas mentiras, muchas de ellas destinadas a engañarse a uno mismo.

Excusas para justificar una matanza

Aunque resulte difícil recordarlo tras ver tanta devastación y muerte, el origen de la Operación Margen Protector fue el secuestro y muerte de tres jóvenes judíos. El Ejecutivo de Netanyahu achacó esos hechos a Hamas pese a saber desde un principio que no era así. También azuzó a la opinión pública dando falsas esperanzas de poder encontrar a los jóvenes con vida. La operación de «rescate» se tornó venganza y se saldó con cientos de detenidos, dos niños muertos a manos de soldados israelíes y el posterior secuestro de un joven palestino al que sus captores, civiles sionistas, quemaron vivo.

Una vez descubierta la falacia de tal excusa, la «nueva razón» que justificaba el ataque contra la población de Gaza pasó a ser el lanzamiento de cohetes, recrudecido tras esa ofensiva contra los palestinos. Esa ha sido la nueva excusa para bombardear hospitales, escuelas o instalaciones de Naciones Unidas. Que la mayor parte de los muertos sean civiles, sobre todo niños y mujeres, ha hecho inviable esta coartada. Las imágenes de los niños bombardeados mientras jugaban en una playa marcaron un antes y un después en la opinión pública mundial. Nunca había sido tan complicado para los aliados del Gobierno sionista justificar ante sus sociedades su actuación.

La excusa de los cohetes perdía fuerza y la sustituía la de los túneles. Ayer mismo Netanyahu volvía a mencionar los túneles como causa y objetivo principal del ataque. Evidentemente, obviaba que, como consecuencia del bloqueo establecido por Israel y secundado por Egipto, estas infraestructuras se han convertido, además de en parte crucial de la estrategia militar de la insurgencia árabe, en una de las pocas vías para aliviar la subsistencia en la franja. Por otro lado, en este último periodo Egipto ha bloqueado unos 1.600 túneles, algo injustificable dada su política contra los palestinos, pero lo ha hecho sin que muera un solo niño.

Si el Ejecutivo sionista sabotea la opción de un Estado palestino y va a seguir segregando y castigando a la población árabe bajo su dominio, el objetivo de los ataques es mantener el estado de las cosas y ganar terreno, nunca mejor dicho. Ese es el mensaje, y la masacre indiscriminada contra la población de Gaza es su medio.

El bloqueo tiene que volverse contra Israel

La estrategia sionista se basa en bloquearlo todo: desde la franja de Gaza hasta cualquier opción de una salida negociada. Son los palestinos y sus representantes los únicos que pueden establecer estrategias para romper ese cerco -está claro que hasta ahora no han acertado-, pero en el terreno internacional es importante establecer este conflicto como prioritario. En base a una estrategia clara, a una agenda a corto y medio plazo, hay que empezar a ejercer presión contra este régimen.

En lo más inmediato, desde Euskal Herria, sería importante abortar la misión que la Federación de Cooperativas Agro-alimentarias de Euskadi tiene planeada para finales de este mes en Israel. Las instituciones que la apoyan deberían evaluar su apoyo en este momento, cuando la masacre perdura. Puede que en un principio las excusas sirvan a las autoridades israelíes para justificar su progresivo aislamiento, pero a medio plazo el proyecto de Israel tampoco es viable en estos términos.