Eden
Cada vez le pido menos al cine, o a lo mejor es al revés y lo que hago es ser cada vez más exigente con aquellas películas que deliberadamente tratan de convencerme acerca de lo bien que están contadas y lo bien que están rodadas. A veces, y esta es una de esas veces, prefiero las películas imperfectas, esas que fracasan en el intento. Pero esto del cine, como la vida, el vino y las rosas, va por temporadas. A veces solo deseamos que nos seduzcan, de un modo nada sutil, con piropos sencillos y claros. Otras, en cambio, rogamos enredo, locuacidad y misterio. Una de las cualidades que más me ha gustado de «Eden» de Mia Hansen Love es que el personaje que ha construido se ha quedado para siempre conmigo. Paul. El héroe pasa ante nuestras miradas existiendo, disfrutando de la música, su pasión, mientras se le desborda la vida. Una vida que salta de la pantalla y nos regala una maravillosa banda sonora totalmente reconocible. Con una realización fluida, cercana al cine documental, con licencias poéticas, la realizadora francesa consigue mantenernos pegados a la historia de estos jóvenes que encarnan a la generación del French Touch. Sus DJs, catapultados a la fama en los noventa, continúan teniendo un considerable éxito, entre ellos los Daft Punk. Hansen Love dirigió su primer largometraje en 2007, «Tout est pardonné», presentado en la Quincena de Realizadores de Cannes y galardonado con el Premio Louis Delluc. Su segundo film, «Le père de mes enfants», se estrenó en Un Certain Regard del Festival de Cannes y un año más tarde, en 2010, la francesa fue incluida por la revista Variety entre los diez directores a tener en cuenta en el mundo. «Eden» tiene son y tiene tempo, y su imperfección me ha conquistado.

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