Toca volver a empezar
El «despiste» posterior a la eliminatoria contra el Nápoles ha noqueado al Athletic, obligado a cambiar ya de dinámica.

Josu Urrutia no se sale del guión ni ante la inquisitorial Mónica Marchante y sus punzantes preguntas postpartido en Canal Plus. Tras la debacle en el Bernabéu, el presidente rojiblanco apeló a la unidad, la confianza, el apoyo... Incluso habló de la historia y los valores del club y tan solo dejó escapar, entre un par de comillas, casi como una nota a pie de página, como una concesión a la entrevistadora, que «estamos inquietos porque no nos gusta la situación».
Este entrecomillado, ese «estamos inquietos», dio para algún titular a toda página, por encima del respaldo o la necesaria dosis de moderado optimismo que quiso transmitir el máximo mandatario de Ibaigane que, no puede olvidarse, llegará a la Asamblea General del próximo día 14 con el equipo en puestos de descenso, que todo cuenta para obtener el beneplácito de la masa social.
Ernesto Valverde, minutos después, compareció ante la prensa para, como ante el BATE Borisov, fruncir el ceño y salir por donde mejor pudo, sin esconder la cabeza, pero sabedor de que la situación no se arregla sino mirando al frente. A lo mejor el de Viandar de la Vera, en el vestuario, tiró también de aquel «millonarios prematuros» que retumbó más allá de las duchas de Lezama -escuchas mediante- en la época de Marcelo Bielsa. Pero de puertas afuera sabe qué discurso emplear y ese no pasa por seguir fustigándose ni poner la otra mejilla. «De tanto escuchar que estamos mal nos lo vamos a creer», volvió a dejar caer otro dardo hacia quienes han abierto la veda y no solo arremeten contra determinados jugadores, sino que ya empiezan a poner en cuestión la idoneidad del propio entrenador.
«¿Dudas sobre el mister? ¿Estamos locos o qué», fue la respuesta, con sus buenas dosis de enfado, de Ander Iturraspe cuando le preguntaron por la cuestión. Una pregunta que empieza a aparecer como una gota malaya, aprovechando cada comparecencia de algún futbolista rojiblanco. Poner en solfa la capacidad de Ernesto Valverde parece fuera de toda lógica. Si el técnico sostiene que de esta saldrán, merece un voto de confianza visto lo logrado hasta ahora. Los merengones que cantaban aquello de «a Segunda» tras el 5-0, deberían tener que seguir conformándose con que la pequeña aldea gala siga haciendo frente al invasor, aunque se pierdan batallas por el camino y se dejen pelos en la gatera.
En pretemporada, una persona próxima al equipo, al ser cuestionada sobre si había que ser optimista vista la histórica campaña precedente respondió con un «si el entrenador consigue convencer otra vez a los futbolistas...». El peso de ese comentario es más vigente que nunca. Del mismo modo que la primera campaña de Marcelo Bielsa dejó a los rojiblancos exhaustos anímicamente, no es menos cierto que firmar un curso como el pasado con Ernesto Valverde no se logra sin bajarse del autobús o echando unos ronditos en Lezama. La exigencia es máxima, sean cuales sean los modos o las formas de quien gobierna el equipo. Exigencia física, mental, personal... Y sin tiempo casi para mentalizarse de nuevo para otro más duro si cabe, el equipo ha tenido que jugarse una temporada entera en apenas mes y medio para encarar la eliminatoria de Champions. El Athletic hizo ploff después de dejar en la cuneta al Nápoles, asumió el propio Txingurri el domingo. «Sí creo que, tras pasar ante el Nápoles, hubo un momento de respirar, de asimilar que has conseguido un paso tan ansiado. En ese momento en que respiras y te despistas, el contrario te gana», ahondó. Y lo que primero fueron errores puntuales, punibles pero puntuales, ha terminado minando la moral del grupo.
Las estadísticas, que suelen estar para contarse, arrojan datos incluso más negativos que los del bienio negro. Y eso que no ha pasado tanto tiempo desde que esas mismas dirigieran sus miradas a la histórica barrera de los setenta puntos que se franqueó hace unos meses. Pero más allá de los números, están los jugadores. Ellos son los únicos capaces de salir de esta situación, que no es novedosa. A los veteranos les corresponde liderar la recuperación anímica; los llamados a ser un día cabeza de ratón y no cola de león deben demostrar si están hechos de la pasta necesaria; los más jóvenes deben abrir bien los ojos y aprehender todo porque un día esta misma tesitura no les será extraña; y el entrenador y su cuerpo técnico deben seguir convenciendo a los suyos que hacerlo otra vez es posible. Por delante, dos semanas de diván para contradecir a César Luis Menotti, para el que «si las concentraciones sirvieran de algo, los mejores equipos serían los equipos de la cárcel».

El PP amenaza con el exterminio político a EH Bildu y sin tener turno de palabra

El exalcalde de Hondarribia fichó por una empresa ligada a Zaldunborda

«Tienen más poder algunos mandos de la Ertzaintza que el propio Departamento»

Etxebarriazarragak jantzi du Bizkaiko txapela
