La Ley de Murphy aplicada a la comedia familiar

De cuando en cuando Disney vuelve a recuperar el gancho de sus películas en imagen real de los años 60 y 70, y con «Alexander y el día terrible, horrible, espantoso, horroroso» hasta supera a la mayoría de ellas. Así lo delata la presencia del veteranísimo Dick Van Dyke en un homenaje muy oportuno, autoparodiándose en consonancia con la corriente actual de humor más incorrecto e incluso escatológico. Se puede decir que la nueva realización del portorriqueño Miguel Arteta es el equivalente tolerado de «Resacón en Las Vegas», en cuanto que describe a un ritmo vertiginoso la delirante y accidentada jornada de una familia a la que todo lo que puede salirle mal le sale mal, convirtiéndose en cobayas humanas para la demostración práctica de la Ley de Murphy.
Los Cooper recuerdan mucho a «La familia Stupid», de John Landis, pero sin llegar a ser tan surrealista como aquella imposible comedia familiar en clave musical. Aquí tambíen hay números del género, a cuenta de que los Cooper cantan a coro cuando van en su monovolumen, y de que la hija preadolescente participa en una representación teatral del colegio en la que hace de Peter Pan. Ni qué decir tiene que la probre pilla un resfriado y se queda afónica, porque todos los miembros del clan sufrirán un sinfín de desdichas provocadas por un deseo cumpleañero del pequeño protagonista, quien pide que sus hermanos y padres experimenten lo que es tener un mal día y que nadie te haga caso.
El casting no falla y el actor infantil elegido, que se llama Ed Oxenbould, da la talla reducida que se le exige. Aún así el adulto Steve Carell vuelve a adueñarse de la función con su caricaturesca comicidad, luciéndose como un titulado en paro al que le toca ocuparse de todo en la casa, porque su mujer es la que trabaja. Lejos de deprimirse, se toma la apurada situación con tan buen talante que acaba por contagiar su alegría a los demás. De tal manera que los Cooper hacen una lectura positiva de su día de locos, tomándoselo como una divertida, adrenalínica e irrepetible experiencia.

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