Mikel INSAUSTI
Zinema kritikaria
CRíTICA: «Agur Doraemon»

Los viajes en el tiempo como método de crecimiento

El pasado año se estrenó en euskara la anterior aventura de Doraemon con el título de «Doraemon eta Nobita Holmes. Etorkizuneko museo harrigarrian». Y la siguiente entrega que ha llegado estas Navidades supone una considerable mejora. «Agur Doraemon» es muy superior técnica y artísticamente, debido a un mayor esfuerzo de producción, que se ha traducido en un arrollador éxito en el mercado japonés. Por algo es la primera película en 3D CGI de la franquicia, lo que hace más increíbles y fantásticas las peripecias que viven el gato robótico y su amigo Nobita.

«Agur Doraemon» se presenta como la película definitiva, después de más de una treintena que se llevan realizadas, sin contar las series televisivas. Argumentalmente es un compendio de varios capítulos del manga original obra del dúo Fujiko F. Fujio. El guion adaptado de Takashi Yamazaki combina elementos de «Desde el país del futuro», «La historia de amor en la montaña nevada», «La noche de Nobita anterior a la boda» y «Adiós, Doraemon». Esto hace que el largometraje resulte muy variado y entretenido, si bien la temática general se centra en los viajes en el tiempo como método para el crecimiento personal. Doraemon muestra a Nobita cuál va a ser su futuro, y como no pinta bien, el niño tendrá que intentar cambiarlo con la siempre providencial ayuda de su inseparable gato cósmico. Este va sacando de su bolsa marsupial infinidad de gadgets, que desarrollan toda una inventiva llena de imaginativos recursos. Hay muchos, pero el que más ayuda al torpe Nobita en sus exámenes son las rebanadas de pan con las fórmulas matemáticas escritas en ellas, y que una vez que el protagonista las come en el desayuno quedan mágicamente memorizadas.

Desde el punto de vista didáctico tengo mis dudas sobre el mensaje que encierra la franquicia Doraemon, porque no enseña a los niños a salir adelante por sí mismos, sino que a Nobita se lo dan todo hecho, un mal cada vez más extendido en la sociedad moderna. Y es que ya hasta le resuelven su futuro, por lo que no tiene nada de lo que preocuparse.