La mano de Thelma Schoonmaker
Fue una cuestión de suerte. Todo empezó con un anuncio en el 'New York Times' cuando era estudiante de Ciencias Políticas. Buscaban un asistente de montador de cine para un programa de televisión». Su primer trabajo consistió en reducir el metraje de clásicos del cine europeo (Truffaut, Godard o Fellini) para poder así emitirlos por televisión y, evidentemente, ella no se sintió especialmente orgullosa de esto. Ese mismo verano, Thelma Schoonmaker (1940, Argel) se apuntó a un curso de verano en la Universidad de Nueva York, Martin Scorsese andaba por ahí y tenía un problema con unos negativos estropeados. Schoonmaker estaba en el lugar adecuado en el momento justo, tenía experiencia y tras ofrecerle su ayuda acabó montando «Quién llama a mi puerta» (1967). Ha conseguido tres premios Óscar al mejor montaje por «Toro Salvaje» (1980), «El aviador» (2004) e «Infiltrados» (2006). Dice que Scorsese cambió su vida «me enseñó todo lo que sé y me convirtió en una adicta al oficio», pero ella es la encargada de batallar con las ideas, las historias imaginadas por el director, y hacer que cobren sentido, las cose en las salas de edición, en el montaje. Su mano, el trabajo de tejedora de las historias de Scorsese, está presente en toda su filmografía: «Uno de los nuestros» (1990), «El cabo del miedo» (1991), «La edad de la inocencia» (1993) o el «El lobo de Wall Street» (2013). Curiosamente su primera nominación al Óscar le llegó por el montaje del documental «Woodstock» (1971) de Michael Wadleigh, pero mereció su primera estatuilla con «Toro salvaje». Su experiencia previa en el documental, al menos en su caso, ha sido decisiva a la hora de lograr el verismo que exigía el cine de Scorsese. Creo que, a veces, debiéramos hablar de la mano de Schoonmaker, en lugar de la de Scorsese.

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