Un musical ideal para una función escolar

El musical «Into the Woods» fue estrenado sobre los escenarios en 1986, siendo uno de los que más tiempo ha costado en llevarse al cine. Tal vez se deba a que sus canciones no son muy pegadizas, en comparación con las de otras obras de Sondheim. Mi preferida es «Golfus de Roma», y también me gusta mucho «Sweeney Todd», aunque la versión de Tim Burton no me acaba de convencer. A mí esta adaptación que ha hecho Rob Marshall me recuerda a las funciones de teatro escolar, o a los montajes escénicos de «El sueño de una noche de verano» de Shakespeare.
Da la impresión de que Disney no ha creído mucho en este proyecto, y que ha sido un empeño personal de Rob Mar-shall, especializado en musicales desde que accediera a los Óscar con «Chicago» de Bob Fosse. La prueba es que el estudio ha recortado gastos con una ajustadísima inversión de 50 millones de dólares, que es, por mencionar de nuevo a Tim Burton, la cuarta parte del presupuesto de «Alicia en el País de las Maravillas».
Dichas limitaciones hacen que de momento los premios anuales le estén siendo esquivos, y de las tres nominaciones que tenía a los Globos de Oro, ninguna se materializó, ni siquiera de la Mejor Actriz de Reparto para Meryl Streep, que vuelve a estar nominada al Óscar, junto con las categorías de Mejor Diseño de Producción (Dennis Gassner) y Mejor Vestuario (Coleen Atwood).
Creo que el único valor fiable en esta ocasión es Meryl Streep, que consigue como bruja una arrolladora caracterización, apoyada en su talento para la interpretación de las canciones. Sus diálogos melódicos, casi rapeados, son sin duda los mejores de la función. En cuanto al diseño de producción, digamos que es correcto, pero en su dimensión cinematográfica se halla falto de la ayuda de más efectos especiales. Y, sobre el vestuario, con tantos personajes desplegados a lo largo y ancho de esta película coral, no todos disfrutan de un diseño brillante. El Lobo que encarna Johnny Depp parece un dibujo animado de Tex Avery.

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