Es el único jugador que llegó el pasado verano al Eibar sin haber militado nunca en el fútbol español pero, curiosamente, fue el que antes y mejor se adaptó a la Liga y a las particularidades del equipo azulgrana. También a la ciudad de Eibar, donde vive con su mujer y sus hijos, codo con codo con una afición que le hizo ojitos desde el mismo día de su llegada a Ipurua.

¿Le sorprende esa adaptación?

Realmente no. Es verdad que nunca había jugado aquí pero ya el año pasado tuve que irme a Bucarest y también allí conseguí adaptarme al equipo y a la Liga. Así que cuando surgió la oportunidad de venir, sabía lo que tenía que hacer para que la apuesta fuera buena. Esforzarme el doble para asimilar rápido cómo se juega aquí, qué quiere el entrenador, los movimientos de los compañeros... Sabía lo que tenía que hacer.

Y supo hacerlo. Desde que entró por primera vez en el once, en San Mamés, prácticamente solo lesiones o sanciones le han dejado fuera del equipo.

Estoy muy contento, es evidente, aunque uno siempre quiera más. Marcar más goles, jugar más minutos... Me da mucha rabia, por ejemplo, cuando pienso en la expulsión de Córdoba, que me impidió jugar el siguiente partido. Los futbolistas siempre queremos jugar.

Más aún cuando salen bien las cosas. Es el máximo realizador del equipo junto a Arruabarrena.

Sí, pero estoy contento porque al equipo también le van bien las cosas. En fútbol es muy difícil hablar de éxitos personales si al equipo no le va bien. Cuando uno hace bien su trabajo es más fácil que el equipo obtenga resultados y, de la misma manera, cuando al equipo le salen las cosas, es más fácil que el rendimiento de cada uno también sea cada vez mejor. Así que estoy contento y me encantaría marcar muchos goles más pero prefiero que sean diez y que se salve el equipo, a que sean quince y no nos salvemos.

De momento ese objetivo se ve factible pese al bache de resultados que están sufriendo.

Sí, sin duda, aunque tampoco podemos relajarnos porque hayamos hecho bien las cosas hasta ahora; se puede hacer una temporada espléndida y caer en el último mes y medio. Es algo que no queremos, claro. Pero es evidente que lo tenemos bien encaminado. Incluso ahora, cuando hemos caído en los tres últimos partidos, seguimos teniendo una buena ventaja sobre el descenso. No asegura que nos vayamos a mantener a final de temporada pero nos da cierta tranquilidad, nos permite jugar sin sentir el agua al cuello.

Tampoco es cuestión de tentar a la suerte. Habrá que reencontrarse rápido con la victoria para evitar una espiral de la que suele ser difícil salir.

Sin ninguna duda, es lo que estamos deseando todos. Aunque tampoco creo que haya que dramatizar. Seguimos octavos, con una buena distancia sobre el descenso, muchos de los equipos que están por debajo tienen partidos muy complicados esta jornada. Eso por un lado nos tiene que permitir estar tranquilos y por otro motivarnos, porque el del lunes sería un partido perfecto para celebrar la victoria y aumentar las ventajas.

No es solo cuestión de puntos. Las dinámicas perdedoras minan la moral y debilitan las piernas.

Claro, además de los puntos, un triunfo te da mucha confianza. Pero nosotros no tenemos esa necesidad extra porque el equipo está tranquilo y con confianza. Es verdad que hemos perdido estos últimos partidos pero uno fue contra el Atlético, al que muy pocos pueden ganar, otro en Anoeta, el de Riazor por dos errores puntuales... Pero el equipo estuvo intenso, hizo su trabajo, se esforzó... Eso y, sobre todo el trabajo diario, que sigue siendo tan bueno como antes, nos permite mantener la tranquilidad, aunque los resultados no nos acompañen ahora mismo.

¿Nos habíamos acostumbrado mal y este es el verdadero Eibar? ¿El que trabaja mucho pero le cuesta sumar puntos?

No creo que haya que hablar de dos Eibar diferentes. Este que ha perdido ahora es el mismo que sacó siete puntos en los tres primeros partidos del año. Trabaja igual, se esfuerza igual, quiere la victoria igual... Pero las cosas no siempre salen igual. Puede haber bajas, errores, rivales mejores, circunstancias de un partido... No hay que pensar que somos más de lo que somos pero tampoco hay que dramatizar.

¿Y qué hay que hacer para que los resultados sí sean los mismos que antes?

Marcar un gol más que el rival -se ríe-. Hablando en serio, claro que hay que trabajar para que defendamos todos bien y nos marquen los menos goles posibles porque esa es siempre la base, y aprovechar después nuestras oportunidades. En realidad es intentar seguir haciendo lo que hemos hecho hasta ahora, lo que nos permite ser octavos desde hace ya algunas jornadas, e intentar hacerlo cada vez mejor, para pasar cuanto antes de los cuarenta puntos. Entonces sí que estaremos contentos y tranquilos.