Un equipo de observadores de la ONU ha conseguido entrar en la localidad siria de Tremseh, escenario de una matanza el pasado jueves, que acabó con la vida de más de doscientas personas, tras horas de coordinación entre las partes en conflicto. Han constatado que el principal objetivo del ataque fueron desertores del Ejército y activistas opositores.
Los opositores habían denunciado que más de doscientas personas murieron el jueves pasado en esta zona rural, que fue sitiada y bombardeada por las tropas del Gobierno, así como atacada por los «shabiha» o milicianos gubernamentales.
El Ejército sirio, sin embargo, desmintió esa versión e indicó que se enfrentaron a «grupos terroristas» que previamente habían destruido casas y cometido asesinatos y secuestros en Tremseh.
Países como Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania y Rusia condenaron ayer la matanza en Tremseh, mientras que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió que el Consejo de Seguridad tome acciones «colectivas y decisivas» para detener la violencia en Siria.
«La inacción se convierte en licencia para más masacres», apuntó Ban, mientras continúa la división de la comunidad internacional respecto a la forma de afrontar la crisis que atraviesa Siria desde hace más de dieciséis meses.

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