
En menos de 24 horas Yannick Agnel ha superado en dos ocasiones a Ryan Lochte y en el mismo margen de tiempo ha logrado sus dos primeros éxitos olímpicos, los dos de oro. El francés le ha tomado la medida a la nueva estrella del equipo estadounidense, al que el domingo mandó a la plata en el relevo de 4x100 con una última posta espectacular, y ayer se doctoró ante los grandes en una final de muchos quilates.
Con 2o años recién cumplidos el gigante de Nimes salió lanzado e impuso su crol explosivo desde las primeras brazadas, largas, dignas de un gigante de 2,02 metros como él, y ninguno fue capaz de cazarle.
Terminó en 1.43:14, un gran registro por ser realizado con bañador textil que solo superan Michael Phelps y el plusmarquista Paul Biedermann, aunque en ambos casos con el viejo traje de poliuretano ilegal desde 2010. Por detrás se cocía un auténtico combate asiático con el surcoreano Park Tae-Hwan y el chino Sun Yang, que fue tan igualado que deparó las dos primeras platas ex-aequo en la piscina del Centro Acuático.
Como a Lochte, al germano Biedermann también le fue fatal. Le han llovido las críticas en Alemania por caer en las series del 400 libre y ayer solo pudo ser quinto. El recordman de ambas pruebas no ha estado a la altura de las circunstancias. Salvo Phelps, que había renunciado por consejo de su entrenador para no agotarse en su recorrido y estar preparado para el relevo, estaban casi todos. Los coleccionistas de medallas se están encontrando con más problemas de los previstos para cumplir sus planes. En los 400 estilos Phelps descubrió prácticamente la sensación de quedarse fuera del podio, algo que solo le había ocurrido cuando empezaba. A su adversario y amigo le pasó lo mismo dos días después.
Los dos estadounidenses pujaban por siete medallas y ambos han tachado ya una de la lista. También los dos amplían sus métodos de preparación a otros territorios, el de Baltimore se conforma con el boxeo y utiliza gafas negras para nadar, el neoyorquino hace cosas más raras como levantar ruedas de 400 kilos de peso y arrastrar pesos prohibidos aunque, ante Agnel, de poco le ha ha servido.
Ni ante los asiáticos, que le privaron de ese paseo al podio en que disfruta luciendo sus zapatillas fosforitos de diseño propio, y esta vez un protector bucal de diamantes con bandera de barras y estrellas. De momento, ambos le han empatado en número de medallas, ya que el chino se ha colgado un oro y una plata, y el coreano dos platas. Lochte y Yang, los mejores en Shanghai, quizás vuelvan a compartir esa condición honorífica también en Londres.
Primer oro individual para Missy
El oro que no pudo conseguir Estados Unidos en el 200 libre masculino llegó poquito después en el 100 espalda femenino. La joven Missy Franklin, que competirá en siete pruebas durante los Juegos de Londres, conquistó su primer oro olímpico individual derrotando a la espaldista australiana Emily Seebohm, principal favorita que se conformó con la presea de plata, y a la japonesa Aya Terakawa, que dio la sorpresa de la prueba llevándose el bronce.
La victoria de Franklin cuenta con un valor especial, ya que la nadadora de 17 años partía con el hándicap de haber participado en la semifinal de 200 metros libre apenas diez minutos antes, una de las pruebas más duras y exigentes del programa. La estadounidense se clasificó para la final con el octavo mejor tiempo, poco antes de imponerse en los 100 espalda con una naturalidad impresionante.
«Es indescriptible, no me lo acabo de creer. La verdad es que no sé que decir. Acabo de ganar una medalla de oro olímpico. Es un millón de veces más bonito de lo que pensaba que podía ser. Puse el 110% de lo que tenía en esta prueba, y la victoria es el fruto del trabajo que he hecho. Sabía que Emily Seebohm iba por delante de mí pasados los 50 metros, y que tendría que pelear para acabar primera», señalaba una emocionada Franklin a la que se le escaparon las lágrimas cuando subió al podio.
A los quince... y bajando
Y si las primeras jornadas de natación en Londres han estado marcadas por la extraordinaria precocidad, tanto de Ye Shiwen como de Missy Franklin, la lituana Ruta Meilutyte rebajó todavía más esa barrera de la juventud ganando el oro de los 100 metros braza con 15 añitos.
La nadadora de Kaunas, que renunció al reciente Europeo junior para poder ofrecer su mejor nivel en los Juegos, superó a la estadounidense Rebecca Soni, actual campeona del mundo y plata en Beijing'2008, y a la japonesa Satomi Suzuki.
Más previsible era el triunfo de Estados Unidos en la final de los 100 espalda masculino, en los que Matthew Grevers permitió que el país norteamericano sumara su quinto título olímpico consecutivo en la especialidad. No solo eso, los estadounidenses firmaron el doblete gracias al segundo puesto -no tan esperado- de Nick Thoman, mientras que el bronce fue finamente para el espaldista japonés Ryosuke Irie, que completó así una jornada prodiga en bronces para el país nipón.
Fue una final emocionante, sobre todo porque el francés Camille Lacourt, el gran rival de Grevers a priori, marcó un ritmo de locos en el primer largo. El nadador galo marcó un tiempo increíble en el paso por los 50 metros (25.31), pero acabó pagando el esfuerzo hasta el punto de quedarse sin medalla. Si Agnel fue la cara de la natación francesa en la jornada de ayer, Lacourt fue, sin duda, la cruz.
El huracán chino
Hoy Ye Shiwen augura otra exhibición en la final de los 200 metros estilos. En las series matinales se frenó en el último 50 cuando iba lanzada como si nadara la final. Por la tarde realizó el mejor registro.
En estos tiempos que corren en el deporte, los grandes logros suelen acarrear inmediatas suspicacias. El récord del mundo de Ye Shiwen en los 400 metros estilos no es una excepción. Su crol prodigioso, que le supuso un impresionante último parcial, mejor incluso que el de propio Lochte que había nadado un rato antes, ha levantado la veda. Mark Spitz se ha unido al asombro general. «De lo que hemos visto en la natación en Londres hasta ahora, me resultó fascinante la china de 16 años Ye Shiwen en los 400 metros estilos. Nunca en mi vida he visto un ejemplo así de cómo despegarse de los rivales en los últimos 25 metros», mencionó en su columna de DPA.
Pero su conclusión no es tan conciliadora, porque el héroe de Múnich'72, con sus siete oros, advierte que «habrá que esperar a ver lo que pasa con ella, ver si sigue en la elite dentro de cuatro años. De hecho, tendremos que esperar y ver si sigue ahí en la próxima competición internacional». En la década de los 90 las sospechas de dopaje acompañaron a cada una de las marcas conseguidas por las mujeres del gigante oriental en deportes como la natación o el atletismo y fueron muchas.
En el Mundial de 1994, las chinas vencieron en 12 de las 16 pruebas del programa mientras en atletismo el récord de 1.500 femenino sigue perteneciendo a Qu Yunxia y el de 10.000 a Wang Junxia, ambos establecidos en 1993 por dos de las atletas de Ma Junren, aquel entrenador que atribuía a la sangre de tortuga que consumían sus corredoras sus buenos resultados.
Arne Ljungqvist, presidente de la Comisión Médica del COI y vicepresidente de la Agencia Mundial Antidopaje, se ha apresurado a decir que él no tiene ninguna razón para no aplaudir el logro. «Si por cada victoria, el aumento de rendimiento o la sorpresa tenemos que pensar que es sospechoso o hay engaño, el deporte estaría en peligro, se rompería el hechizo».
Las mejoras repentinas suelen acarrear dudas y Ye se defiende: «No hay ningún problema de dopaje, el equipo chino tiene una política firme», y ella como todos los medallistas ha pasado el control reglamentario.

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