Natàlia BORONAT

Las calles de la capital ucraniana se debaten entre Europa y Rusia

Kiev, como una metáfora de toda Ucrania, es escenario de una confrontación que, más que responder a cálculos realistas, evoca la histórica división identitaria entre el oeste ligado a la Europa Central y que habla ucraniano y el este rusoparlante e industrial históricamente vinculado a Rusia. Esta división cruza asimismo al cuestión religiosa. El Patriarcado ortodoxo de Kiev recela de sus «hermanos» rusos y está alineado con los grecocatólicos occidentales.

«¡Estamos aquí para luchar por la libertad!», es una de las frases que se oyen estos días entre los manifestantes que ocupan la emblemática Maidan Nezalezhnosti (Plaza de la Independencia) del centro del Kiev para protestar contra el presidente, Viktor Yanukovich, el gobierno y la decisión de congelar los preparativos para firmar el Acuerdo de asociación con la UE.

Pero no todos los ucranianos son partidarios del acercamiento a Europa ya que Ucrania es un país dividido entre un oeste tradicionalmente más cercano a Europa Central, que había formado parte de la Confederación polacolituana y del Imperio Austrohúngaro y donde mayoritariamente se habla ucraniano, y un este industrial históricamente más vinculado a Rusia y donde la mayoría de población es rusohablante.

El debate sobre si a Ucrania le conviene más acercarse a la UE o a la Unión Aduanera (formada por Rusia, Bielorrusia y Kazajistán) en realidad está teñido de la cuestión identitaria porque para muchos manifestantes un acercamiento a Europa es una forma de salvaguardar su dignidad como pueblo, alejándose del imperialismo ruso.

La Plaza de la Independencia es el epicentro de la Euromaidán, que nació con el objetivo de presionar para que se firmase el acuerdo con Bruselas. Maidán (que en ucraniano significa plaza), se ha convertido en sinónimo de protesta política.

Tiendas de campaña, puntos de comida, banderas ucranianas y de la UE, carteles ridiculizando a Yanukovich... llenan el espacio de una Maidán rodeada de barricadas. La protesta se extiende por la avenida Kreshatik, donde está el ayuntamiento, tomado por los manifestantes. También se puede ver simbología política de los tres partidos opositores que quieren sacar rédito electoral del descontento popular: Patria, liderado por Arseni Yatsneiuk, Golpe, del exboxeador Vitali Klichko y los ultranacionalistas de Libertad, encabezados por Aliag Tianibog.

La «Santísima Trinidad»

Sin embargo, esta troika, o «Santísima Trinidad» como bromean algunos, no goza del apoyo de muchos de los manifestantes y se echa de menos una única figura que sea un interlocutor fuerte ante el poder. «No estamos aquí a favor de la oposición, sino contra el poder y el terror que ha impuesto», asegura un grupo de jóvenes de Ivano-Frankivsk que expresa una opinión muy extendida. Al igual que mucha gente en la Maidán, estos jóvenes se han dejado seducir por las vagas promesas de una UE en crisis y ven un futuro más positivo para Ucrania en el marco de un acercamiento a Europa. Dos de ellos son veteranos de la Maidán ya que ya estuvieron en 2004 durante la conocida como Revolución Naranja, cuando la presión popular logró que se repitieran unas elecciones presidenciales que había ganado el oficialista Yanukovich. Los nuevos comicios los ganaría el prooccidental Víktor Yushenko y Yulia Timoshenko se convertiría en primera ministra.

Ahora Timoshenko está en la cárcel, acusada de abuso de poder cuando firmó unos contratos con Rusia sobre el precio del gas siendo primera ministra y precisamente su liberación era una de las condiciones para firmar el acuerdo que ponía Bruselas, que disimula su interés por el codiciado mercado ucraniano de 46 millones de personas con valores democráticos y de derechos humanos.

Tras el derrumbe de la estatua de Lenin por parte de ultranacionalistas el opositor Yatseniuk bromeaba diciendo que el líder soviético «ha caído por la envidia, ya que él hizo una revolución y Yanukovich ya ha provocado dos».

El acuerdo propugnaba una zona de libre de comercio entre la UE y Ucrania. Los argumentos en contra del gobierno de Kiev son económicos, ya que la debilitada economía ucraniana actualmente no puede hacer frente a los costes de modernización de los estándares europeos. Además, Kiev teme que la economía ucraniana se vería gravemente perjudicada por los aranceles y represalias rusas.

En el último momento

Estos argumentos podrían ser válidos pero lo que no convence a los que ahora se sienten engañados es que estos riesgos no se hubieran calculado antes y que el gobierno decidiera dar un paso atrás en el último momento.

Andrei Novak, director del Comité de economistas de Ucrania, considera que estos argumentos no tienen una base económica real ya que la disminución del intercambio comercial con Rusia es progresiva desde hace dos años y el proceso más activo hacia la integración europea se inició hace 8 meses. Insiste además en que la producción ucraniana es víctima constante de boicots y chantajes de Rusia. «Ahora lo único que realmente puede ser un estímulo para modernizar la economía es una zona de libre comercio con la UE que propiciaría la llegada de inversiones». Novak no ve ninguna explicación lógica en el repentino cambio de opinión y, como otros, apunta a una misteriosa reunión que tuvieron Yanukovich y Putin a finales de octubre. «Moscú no nos deja ir porque Rusia no puede ser un imperio sin Ucrania», coincide Miroslav, un manifestante llegado de Lvov.

Igor Solovei, periodista de la agencia Ukrinform, es partidario de la integración en la UE pero eso no le impide criticar la posición de Bruselas, que «quería comprar a Ucrania muy barata y en ningún momento apoyó a Kiev en sus conflictos con Rusia». En este sentido, recuerda que la UE no permite a Ucrania que compre el gas a través de la reexportación, con lo que le saldría más barato que ahora, y tampoco hace nada contra los planes de Rusia para construir gaseoductos alternativos para evitar el tránsito por Ucrania.

En Kiev todos coinciden en que el punto de inflexión que hizo que la protesta se masificara fue la actuación de los antidisturbios contra unas decenas de manifestantes la madrugada del 30 de noviembre.

Ese día los manifestantes encontraron refugio en el monasterio Mijailovkoie, situado en la colina de la ciudad vieja. En Ucrania la iglesia ortodoxa ucraniana y la rusa están enfrentadas y el Patriarcado de Kiev apoya abiertamente el acercamiento a la UE. Nikolai, uno de los monjes del monasterio, que depende del Patriarcado de Kiev, habla sin tapujos y califica a Rusia de «país ocupante» que se quiere apropiar de la herencia cultural y religiosa de la Rus de Kiev, el estado ruso antiguo que se cristianizó con el bautizo del príncipe Volodimir a finales del siglo X. Del Patriarcado de Moscú depende, por ejemplo, el Monasterio de las Cuevas de Kiev, el más antiguo de la ciudad y lugar santo para los ortodoxos orientales. Nikolai habla de paz pero su lengua se enardece cuando explica que la diferencia principal entre el Patriarcado de Kiev y el de Moscú es que «nuestra Iglesia sirve a la gente y la rusa los subordina».

La iglesia grecocatólica

La otra iglesia que apoya a los manifestantes es la grecocatólica, extendida precisamente en el oeste del país. También los ayuntamientos y los poderes regionales del oeste en seguida se sumaron a la Euromaidán en un desafío al poder estatal.

Sin embargo, no solo el oeste de Ucrania se ha desplazado estos días a Kiev. En los alrededores de la Rada Suprema, trabajadores de la región de Lugansk asisten a los mítines de apoyo al presidente «porque fue elegido legítimamente». Vladimir Nikolayev se queja de que la prensa occidental solo dé voz a los proeuropeos y repite la versión oficial que reza que el Acuerdo con la UE se firmará pero cuando las condiciones sean beneficiosas para Ucrania.

Alexei y Denís son dos jóvenes de Sebastopol, ciudad que cuenta con un estatus especial porque es la sede de la Flota rusa del Mar Negro, que han viajado hasta Kiev «para evitar la revolución». Se sienten más cercanos a Rusia y creen que «la UE quiere aparentar que es buena pero en realidad solo está interesada por nuestro territorio». «Europa no nos necesita y nuestra producción difícilmente podrá competir con la europea», concluyen.

El Gobierno reanuda su actividad

El Gobierno de Ucrania reanudó ayer plenamente sus labores después de que la policía desbloqueara el lunes los accesos a los edificios administrativos al retirar las barricadas levantadas por los manifestantes opositores.

«El Gobierno trabaja con normalidad y a toda máquina. Ahora estamos recuperando el tiempo perdido», anunció Vitali Lukianenko, portavoz del Gobierno.

En la madrugada de ayer, efectivos antidisturbios y tropas del Ministerio del Interior dispersaron a los manifestantes que bloqueaban el tráfico en las inmediaciones de la sede del Gobierno y retiraron tanto las barricadas como las tiendas de campaña. La policía justificó su acción, que estaba respaldada por una decisión judicial, por las numerosas quejas de los vecinos de la capital que protestaban por la imposibilidad de desplazarse en sus coches debido al bloqueo de las calles más céntricas de Kiev.

Mientras, los partidarios del oficialista Partido de las Regiones del presidente Viktor Yanukovich se manifestaron ayer frente a la Rada Suprema (Legislativo) para expresar su apoyo a las autoridades. GARA

Yanukovich defiende la seguridad nacional frente a los llamamientos a la revolución

El presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, afirmó ayer que no es partidario de recurrir a la mano dura contra las protestas, pero tachó de inaceptable el bloqueo de las instituciones y denunció los llamamientos de los manifestantes a la revolución y a derrocar a las autoridades calificándolos de «amenaza a la seguridad nacional». El presidente se expresó así tras recibir a sus tres predecesores en la jefatura del Estado -Leonid Kravchuk, Leonid Kuchma y Viktor Yuschenko- en un primer paso hacia las conversaciones con la oposición. Además anunció la puesta en libertad de algunos detenidos en los enfrentamientos con la Policía el pasado 1 de diciembre, y aseguró que su gobierno sigue negociando un acuerdo de asociación con la UE. «Queremos tener condiciones que satisfagan a Ucrania, a los productores ucranianos y a los ucranianos. Estas condiciones deberían crear oportunidades para el desarrollo de nuestro estado», afirmó el presidente. Una delegación encabezada por el viceprimer ministro Sergii Arbuzov discutirá hoy en Bruselas la asociación económica que Kiev rechazó aprobar a finales del mes pasado, optando por un acercamiento a Moscú. Yanukovich dijo esperar un acuerdo antes de marzo, pero advirtió de que «también depende de la Comisión Europea». Por su parte, el expresidente Kravchuk presidió la mesa redonda nacional para encontrar una salida a la crisis, pero rechazó una «mesa redonda de bolsillo»y exigió la presencia en ese foro de representantes de la UE. En medio de la tensa atmósfera que vive el país, la responsable de la diplomacia europea, Catherine Ashton, también se reunió con el presidente antes de hacerlo con la oposición. Ashton afirmó que fue un encuentro «sustancial» de tres horas y media con el presidente ucraniano, en la que abordó «todas las cuestiones relevantes», aunque subrayó que no se trataba de «una mediación oficial». Previamente había pedido al gobierno «ejercer la máxima contención». Igualmente, la secretaria de Estado de EEUU adjunta para asuntos europeos y asiáticos, Victoria Nuland, tenía previsto reunirse con Yanukovich, y también lo hizo con los principales líderes de la oposición en la Casa de los Sindicatos, ocupada por los activistas desde hace más de una semana. GARA