Alberto PRADILLA MADRID
Interview
Aloizio Mercadante
Ministro de Educación de Brasil

«Las protestas no van contra el Gobierno de Brasil, sino que lo refuerzan»

Nacido en Sao Paulo en 1957, es licenciado en Económicas por la Universiadad de Sao Paulo. En 1980 fundó, junto a Lula da Silva, el Partido de los Trabajadores, que este fin de semana celebra su 5º Congreso en Río de Janeiro y en el que ha desarrollado toda su acción política. Recientemente visitó el Estado español para presentar su libro «Brasil, de Lula a Dilma (Clave intelectual)».

Brasil se ha convertido en un referente dentro de un mundo multipolar. Los logros sociales desarrollados desde 2003, cuando Lula Da Silva llegó al poder, y la continuidad de sus políticas a través de Dilma Rousseff, han dado paso a un momento de protestas sociales pero incontestable triunfo del Partido de los Trabajadores. Todo ello, en un contexto de integración regional y creciente influencia de los denominados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

Usted es uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores. ¿Cree satisfechas las expectativas en una década de gobierno?

Tengo la total seguridad de que vamos a dejar para nuestros hijos un país mucho mejor que el que heredamos. Estamos haciendo un gran cambio histórico. Prácticamente erradicamos la extrema pobreza; distribuimos fuertemente el ingreso; creamos 20 millones de nuevos empleos; el sueldo mínimo ha tenido un crecimiento real del 70%; tenemos una fuerte política de inversión en Educación... Tenemos mucho más que hacer. El nuestro es un país con una historia conservadora, siglos de colonización, el último en abolir la esclavitud... Hay estructuras elitistas muy fuertes. Debemos profundizar en el cambio permanente, que tiene que ir hacia una mayor participación popular, más lucha social, más democracia directa junto a la representativa y la búsqueda de cambios estructurales.

Los logros sociales son innegables. Sin embargo, no faltan voces que tratan de ubicarlo como contrapunto al eje bolivariano, representado por Venezuela, Ecuador o Bolivia. ¿Cree pertinente esta diferenciación?

Cada país tiene su momento histórico, sus complejidades, su correlación de fuerzas y su trayectoria. Tenemos una excelente relación política con Bolivia, Ecuador o Venezuela, a quien patrocinamos para entrar en Mercosur. También creamos Unasur, con liderazgos como el de Lula, (José) Múgica o Cristina (Fernández). Los procesos tienen especificidades, pero nosotros tenemos algunas convicciones. Primero, en la democracia. Venimos de una lucha contra la dictadura, por lo que este es un valor universal. También creemos en la libertad de prensa, de organización, de partidos, separación de poderes. Por otra parte, el nuestro es un partido que venció las elecciones presidenciales con minoría en el Congreso. No tenemos capacidad de cambio sin alianza con otros que no tienen nuestro programa. Muchas veces, esto no nos permite una velocidad más rápida en el cambio, que tiene que llegar reforzando las instituciones, con democracia, pluralidad y alternancia en el poder.

En junio se registraron protestas. ¿Cree que pusieron en cuestión el modelo brasileño?

Para nosotros es un avance. Una juventud que se moviliza, lucha y reivindica es vitalidad democrática. No hay más que mirar a la «primavera árabe», Occupy Wall Street o los «indignados». Tampoco es el caso de Brasil, donde hay casi pleno empleo, mejor distribución o más política de inclusión social. A diferencia de estos otros gobiernos, el nuestro negoció con los movimientos. Se establecieron prioridades y se llegó a pactos. Se avanzó en la cuestión de la salud, colocando 13.000 nuevos médicos. Vinculamos las ganancias del petróleo a la educación, realizamos más inversiones en movilidad urbana y defendimos una reforma política profunda que no conseguimos. Con esta actitud, Dilma venció las elecciones. Las marchas fortalecen nuestro proyecto, no son contra el Ejecutivo. Nadie quería retroceso, sino más avance.

¿El modelo de crecimiento puede crear una clase media que se vuelva contra el proceso de cambio?

Creo que no. Nadie solicitó la vuelta al pasado.

El Supremo ratificó recientemente las condenas por el conocido como «juicio del siglo», que afecta, entre otros, al histórico dirigente José Dirceu ¿Ha cometido el PT errores similares a los que denunció durante décadas en la oposición?

No creo. No hubo denuncias de apropiación ilegal o enriquecimiento ilícito, sino un recurso sobre una caja B en la campaña electoral. Es un problema institucional. Nosotros defendemos una financiación pública exclusiva para todas las campañas, pero no conseguimos aprobar la reforma porque no tenemos fuerza suficiente. No obstante, este es un problema de 2005 y, desde entonces, hemos seguido venciendo en todas las elecciones. En cualquier encuesta, el PT se sitúa con el 25% o el 35% de preferencia. El segundo partido no tiene el 10%. Somos el partido con mayor militancia social. De todos modos, tenemos que combatir este problema con más transparencia, fiscalización y menos impunidad. Incluso con compañeros nuestros.

Brasil es una potencia clave, tanto a nivel regional como internacional. ¿Qué papel se reserva para este escenario?

Queremos ser un país con liderazgo, pero no repetir experiencias que conocemos. No queremos ser una potencia militar, ni nuclear, ni mantener una relación imperial. Queremos una relación de solidaridad, de paz y de construcción colectiva. El Mercosur es un proceso de integración que respeta las autonomías, que busca reducir las asimetrías. Unasur reúne a todos los países de América del Sur en un proceso de integración regional. No queremos imponer valores ni intereses. Queremos ser un soft power. También insistimos en demandar más espacio para el Sur. No simplemente una relación vertical de Norte a Sur, sino que respete las especificidades. Reconocemos que tenemos una deuda histórica con la esclavitud en África. Queremos más relación con estos países. También, una nueva diplomacia no basada en la fuerza.

Ha mencionado los procesos de integración latinoamericanos. ¿En qué fase cree que se encuentran y cuáles son sus retos?

Hay dos caminos: retroceder a proyectos autárquicos o más integración. Estamos discutiendo una red de fibra óptica de integración del Mercosur para promover la sociedad digital, queremos un fondo de reducción de las asimetrías regionales, estamos hablando en los BRICS de un Banco Mundial para el Sur... Son políticas alternativas en las que vamos a avanzar. Ahora hay predominio de gobiernos progresistas, de izquierdas, lo que supone una gran contribución.

EEUU no ha dejado de intentar intervenir en la región.

El hecho reciente más preocupante fue la comprobación de que hay un espionaje del Gobierno americano sobre el brasileño, que canceló su visita de estado a EEUU y planteó en la ONU la necesidad de una nueva regulación de Internet.

Ha hecho mención reiteradamente a la democracia. Sin embargo, todavía existen episodios como los de Honduras.

Cuando hubo un golpe de Estado, Manuel Zelaya, el presidente depuesto, se quedó en la embajada de Brasil por mucho tiempo. Ahora su compañera (Xiomara Castro) era quien tuvo el apoyo, no del Gobierno, porque se tienen que respetar los procesos ajenos, pero sí de Lula. Sobre las acusaciones de fraude, no puedo injerirme. Sin embargo, hay que construir una comisión internacional y respetar los mecanismos de acompañamiento internacional.

¿Una América Latina emergente es el contrapunto a la decadencia de parte de Europa?

Hubo un tiempo en el que un dirigente español del FMI venía a dar lecciones. Pero quien tiene que encontrar la solución son los ciudadanos, los partidos y los movimientos sociales.

¿Se refiere a Rodrigo Rato?

Sí, bueno, fueron muchos dirigentes del FMI. Pero independientemente del idioma y de la nacionalidad, todos hablaban la misma lengua: recesión, ortodoxia, austeridad. Nosotros no dependemos más de esta política. No hay perspectiva tras las políticas ortodoxas recesivas. No hay cómo salir de la crisis con recesión y ortodoxia. Cortar gastos hace profundizar en la recesión, se recorta más y se convierte en un círculo vicioso. Nosotros construimos un camino, que es el social como eje estratégico de desarrollo. Crear una sociedad de consumo de masas y combatir las desigualdades es el punto central.

Los BRICS representan una fuerza emergente...

Es un foro muy importante. Estamos en contra de agresiones militares unilaterales, tenemos que fortalecer los organismos de gobernanza global. Y una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, que introduzca a Brasil como miembro permanente.

Tuvieron un papel predominante en las negociaciones con Turquía...

El propio Obama lo solicitó. Había un intento de dificultar el pacto pero se llevó adelante. Siempre defendimos una solución diplomática. Rechazamos las intervenciones militares en Irak o Siria. La democracia y la negociación son el camimo.

¿Cree que el siglo XXI será el de los BRICS?

Hay una perspectiva histórica muy buena, pero también problemas. Algunos países tienen que profundizar en la democracia. Otros tienen problemas étnicos o regionales muy fuertes. Pero es importante que haya un contrapunto a los mecanismos tradicionales de poder.