Mikel Jauregi | 7K

La carta de despedida de Cobain

Junto al cadáver de Cobain, la Policía halló una carta de despedida que llevaba el siguiente encabezamiento: «Para Boddah». No se trataba de ningún familiar ni de su mejor colega; o quizás sí, porque ese era el nombre su amigo imaginario infantil. La misiva, cuya copia reproducimos junto a estas líneas y que finalizaba con unas palabras dirigidas a su hija y su esposa («Frances y Courtney, estaré en vuestro altar. Por favor Courtney, sigue adelante, por Frances, por su vida que será mucho más feliz sin mí. Los quiero. ¡Los quiero!»), contenía unas cuantas frases que pueden ayudar a entender tanto a la persona como al personaje.

He aquí la traducción de algunas de ellas: «(...) Ya hace demasiado tiempo que no me emociono ni escuchando ni creando música, ni tampoco escribiéndola, ni siquiera haciendo Rock’n’Roll. Me siento increíblemente culpable. Por ejemplo, cuando se apagan las luces antes del concierto y se oyen los gritos del público, a mí no me afectan tal como afectaban a Freddy Mercury, a quien parecía encantarle que el público le amase y adorase. Lo cual admiro y envidio muchísimo. (...) El típico piscis triste, sensible, insatisfecho. ¡Dios mío! ¿Por qué no puedo disfrutar? (...) No puedo soportar la idea de que Frances se convierta en una rockera siniestra, miserable y autodestructiva como en lo que me he convertido yo. Lo tengo todo, todo. Y lo aprecio, pero desde los siete años odio a la gente en general... (...) Solo porque amo y me compadezco demasiado de la gente. Gracias a todos desde lo más profundo de mi estómago nauseabundo por vuestras cartas y vuestro interés durante los últimos años. Soy una criatura voluble y lunática. Se me ha acabado la pasión. Y recordad que es mejor quemarse que apagarse lentamente. Paz, amor y comprensión. Kurt Cobain»

 

Y ocho años más tarde, Layne Staley

El azar quiso que el mismo día de la muerte de Kurt Cobain, pero ocho años después, el 5 de abril de 2002, perdiera la vida también otro de los grandes iconos del grunge, otra de las voces –junto a las de Eddie Vedder, vocalista de Pearl Jam, y Chris Cornell, de Soundgarden– más reconocibles de aquella escena: la de Layne Staley, el frontman de Alice In Chains. Aunque el cadáver fue hallado el 19 de abril en su domicilio de Seattle, la autopsia determinó que había fallecido justo dos semanas antes tras inyectarse un cóctel de heroína y cocaína, una mezcla conocida como speedball.

Cuando la Policía entró en el apartamento de Staley, alertada por los vecinos a consecuencia del olor que salía de él, encontró al músico en un sofá. Su cuerpo no llegaba a los 45 kilos de peso y se tuvo que comprobar el registro de su dentadura para llevar a cabo el reconocimiento. Contaba con tan solo 34 años.