Mirari ISASI

Activar la campaña BDS para acabar con el horror de la ocupación israelí

El horror de la última ofensiva militar israelí sobre la Franja de Gaza, reducida a una alfombra de escombros en muchas zonas, ha causado un gran impacto en los activistas internacionales que desde hace años actúan como escudos humanos de agricultores y pescadores, y les ha llevado a redoblar sus esfuerzos para activar la campaña BDS, la herramienta básica para acabar con la ocupación sionista.

(Unadikum) Os llamo / acojo a vuestras manos / y beso el suelo /

bajo vuestras suelas / y digo: estoy con vosotros / y os regalo la luz de mis ojos / y el calor del corazón os doy / pues la desgracia que vivo / es mi parte de vuestra desgracia / yo no me humillé en mi patria / ni disminuyeron mis hombros / me paré en la cara de mi oscuridad / huérfano, desnudo, descalzo / llevé mi sangre sobre mis palmas de las manos / y no deshice mis banderas / y conservé la hierba verde / sobre las tumbas de mis antepasados.

De esta canción del poeta comunista palestino Tawfiq Ziad, que refleja la lucha de su pueblo, tomó el nombre la Asociación Paz, Igualdad y Solidaridad Internacional Unadikum, que nació en 2010 gracias a la iniciativa de activistas participantes en Rumbo a Gaza, la campaña que posibilitó la presencia de un barco del Estado español, el Gernika, en la II Flotilla de la Libertad que pretendía romper el bloqueo sobre Gaza.

Entre sus muchas actividades está el envío de activistas internacionales a este enclave palestino para proteger a los campesinos y pescadores actuando como escudos humanos para que puedan trabajar sin que los ataques diarios israelíes les hieran o maten. Manu Pineda, coordinador de Unadikum y uno de esos escudos, estaba en Gaza cuando la entidad sionista lanzó su ofensiva con el pretexto de la muerte de tres colonos, pero con el objetivo de acabar con el Gobierno de unidad surgido del acuerdo de reconciliación entre Al-Fatah y Hamas, enfrentados desde que los palestinos «se equivocaron votando».

Una «amenaza estratégica»

Pineda ha vivido y sufrido con los gazatíes las dos últimas ofensivas sionistas y ha visitado Euskal Herria para contar su experiencia, pero, sobre todo, para hacer un llamamiento a activar la campaña Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), que cree la herramienta «básica» llamada a acabar con la ocupación israelí. Un mecanismo que ha sido declarado por Tel Aviv «amenaza estratégica contra Israel» y contra el que se han empezado a tomar medidas. «Estudian cómo combatir al movimiento BDS, y eso significa que están preocupados», afirma.

Explica que «una ofensiva significa matar de forma más masiva, pero no hay que olvidar que Israel ataca y dispara a diario a los palestinos», aunque reconoce que es «muy duro cuando se mata a familias enteras». «Los bombardeos han sido más dañinos de lo habitual» y eso llevó a los brigadistas a extender su labor como escudos a hospitales y ambulancias, porque en los 50 días de ataques toda la Franja de Gaza era objetivo militar, incluidos centros sanitarios, mezquitas y escuelas de la ONU, donde acudieron miles de desplazados en busca de un refugio, que no hallaron, lejos de las bombas israelíes. Una masacre que ha desangrado Gaza, pero que también ha permitido el avance del sionismo en Cisjordania aprovechando que la atención estaba sobre las bombas que caían sobre Gaza.

Cada ofensiva incrementa la solidaridad con Palestina, y esta última también. Las redes sociales han roto la censura hacia el exterior y han mostrado con crudeza sus consecuencias. Eso ha activado la solidaridad y ha disparado las iniciativas de apoyo, tanto humanitarias como políticas.

Pero, sobre todas ellas, Pineda hace hincapié en la necesidad de activar la campaña BDS, puesta en marcha por asociaciones palestinas en 2005, que es el «mecanismo llamado a acabar con la ocupación» y el que los palestinos «nos piden impulsar». Según remarca, cualquier otra iniciativa «suma», pero «es accesoria»; la «base» es la campaña BDS. El boicot comercial, cultural, deportivo, académico y, sobre todo, institucional y político, es fundamental, y pide presionar para que no solo no se firmen acuerdos sino que se rompan los ya existentes, «porque es ilegítimo apoyar un Estado terrorista». Y muchos, también en el Estado español, lo hacen.

Por eso, afirma que «seguiremos denunciando complicidades». «Si no se rinden ellos, que llevan décadas luchando contra el cuarto mayor Ejército, no vamos a hacerlo nosotros», sostiene.

Tras rechazar las críticas por antisemitismo contra quienes denuncian a Israel -«luchamos contra el sionismo, una ideología racista, fascista y criminal»- y que Israel sea la respuesta histórica para defender al pueblo judío del holocausto nazi -«fue diseñado en un congreso sionista a finales del siglo XIX» y Hitler no sólo mató a judíos-, reivindica que en un conflicto donde hay un pueblo ocupado que se defiende de una fuerza ocupante, la resistencia -«no terrorismo, como dice Israel»- tiene derecho a luchar y a expulsar al ocupante por todos los medios, la vía armada incluida. «No solo tiene el derecho, sino la obligación de hacerlo, y nosotros no tenemos que pedir perdón por apoyar a la resistencia palestina. No tenemos derecho a decirles cómo tienen que resistir», subraya.

«Tenemos que conseguir que nuestros hijos estudien a Israel como un régimen colonial que ya acabó», concluye. Y la campaña BDS es la forma de lograrlo.