Maitane ALDANONDO

Promover otra manera de consumir, un aliciente para el emprendizaje

Granel es una franquicia alimentaria de venta a granel. La tienda de Donostia abrió sus puertas el pasado abril de la mano de dos hermanas concienciadas con la alimentación saludable y con un modelo de consumo sostenible y responsable.

Conchi y Eva Rico son dos hermanas interesadas en la comida saludable y concienciadas con la necesidad de un modelo de consumo diferente. Hace tres años descubrieron la franquicia Granel en Barcelona, y en ella encontraron todo lo que querían. La empresa en la que trabajaban iba a cerrar, por lo que decidieron dar el paso. «Eva tenía el deseo de emprender pero con algo alternativo. Conocimos la tienda y nos gustó el modelo. No es una franquicia al uso, es muy pequeña, con una filosofía que impera sobre la parte económica», explica Conchi. Hicieron números y pasaron un año conociendo los entresijos del negocio y preparándolo todo. La mayoría de las tiendas están en Catalunya y la de Bilbo había abierto recientemente, por lo que hablaron con sus responsables para recabar más información. Convencidas, formaron una comunidad de bienes, y Granel subió la persiana el pasado abril.

Si bien no desvelan la cantidad que les ha supuesto el canon de entrada, Conchi considera que «es una cantidad justificada, porque lo incluye todo». El principal gasto es la compra del producto al franquiciador. También pagan un pequeño porcentaje sobre la venta que se destina a formación, marketing y demás servicios a disposición de los franquiciados. Por el momento están contentas con la marcha del negocio y afirman que se van cumpliendo las expectativas fijadas.

Las responsables tienen entre sus objetivos promover el consumo sostenible y responsable. Para ello, venden productos ecológicos o de producción sostenible a pequeños productores, y en la medida de lo posible, de proximidad. Cuentan con cerca de 400 referencias de legumbres, arroces, harinas, frutos secos…. Entre los productos estrella destacan el risotto de boletus, las aceitunas de la abuela, los arándanos, la cúrcuma, los frutos secos o las infusiones. Los alimentos se almacenan en dispensadores pensados para su óptima conservación. El cliente se sirve la cantidad que desea, pudiendo oler y ver el producto que se lleva. Pueden optar por ir con sus propios recipientes o depositar los alimentos en bolsas de rafia, reciclable, en bolsas de fécula de patata o tarros de fécula de maíz, compostables.

Los compradores son mayoritariamente de Donostia y en particular del barrio. También se acerca gente de la provincia y, pensando en ellos, abren los sábados por la tarde. Hace casi nueve meses que levantaron la persiana y ya tienen clientes habituales. No obstante, todavía hay gente que se sorprende al ver la tienda. Conchi cree que se debe a que, pese a estar cerca del centro de la ciudad «no estamos en una calle comercial. El problema está en los alquileres». Pensaron que ese obstáculo era salvable, ya que sus clientes potenciales volverían una vez conociesen la tienda. La responsable confirma que no se equivocaban. «Una vez que nos conocen, prueban el producto... bastantes vuelven. A mí me llena de alegría y me enorgullece ver que alguien está viniendo porque el producto le parece excelente, tan bueno, que lo regala». De cara a las Navidades están preparando pequeñas cestas o lotes con variedades de tés o de sal.

El boca a boca está atrayendo a nuevos compradores, pero también realizan actividades en la tienda para darla a conocer e interactuar con los consumidores. Talleres en los que enseñan a elaborar hamburgesas vegetales, leches vegetales o cocina depurativa. En palabras de la responsable, «o eres autodidacta y buscas por tu cuenta o necesitas a alguien que te explique. Es una manera de que nos conozcan más y de que desarrollen sus intereses».

 

Una franquicia como opción para suplir la falta de experiencia

Conchi y Eva Rico no tenían ninguna experiencia en dirigir un negocio, por lo que el hacerse cargo de una franquicia les pareció una buena opción. «Si no vienes de este mundo, solo pensar en buscar proveedores, productos… Igual nos hubiesemos tirado unos 3 o 4 años hasta conseguir hacer algo bien, algo que funcione», explica Conchi. Implica tener que seguir unas líneas estéticas, comprar los alimentos al franquiciador o pagar un canon, pero les atrajo la ventaja de tener todo montado y un producto de calidad. Además comparten la filosofía de Granel. «Nos gustó todo desde el minuto cero y la relación con ellos es un trato muy familiar», añade la responsable.