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Las guerras ya obligaron a suspender los sanfermines, que se han celebrado hasta en noviembre

El coronavirus se ha convertido en un nuevo motivo para que los sanfermines no lleguen a celebrarse, circunstancia que en otros momentos de la historia había provocado el estallido de alguna guerra, especialmente durante el siglo XIX. Aunque un repaso del pasado, recuerda que se han llegado a celebrar las fiestas en septiembre e incluso en noviembre.

Txupinazo lanzado en la plaza del Castillo antes de la Guerra del 36, conflagración que supuso una nueva suspensión de los sanfermines. (ARCHIVO MUNICIPAL DE IRUÑEA)
Txupinazo lanzado en la plaza del Castillo antes de la Guerra del 36, conflagración que supuso una nueva suspensión de los sanfermines. (ARCHIVO MUNICIPAL DE IRUÑEA)

Iruñea ya ha vivido la circunstancia de que los sanfermines se lleguen a suspender, como sucede este año tras al anuncio oficial del Ayuntamiento. La causa de esa ausencia de las fiestas ha sido la correspondiente guerra, a pesar de que diversas epidemias estuvieron a punto de provocar su suspensión, principalmente en el siglo XIX y por el cólera.

Un precedente lo tenemos en el año 1744, cuando se planteó la posible suspensión de las fiestas después de un año de epidemias y malas cosechas. Pero pudieron más las ganas de seguir adelante y finalmente no se suspendieron.

Lo que las enfermedades no habían conseguido hasta la pandemia de coronavirus, sí que lo logró la situación bélica del momento. Así, entre los años 1808 y 1813 no se celebraron los sanfermines. Ese período corresponde a la presencia de las tropas napoleónicas en Iruñea y durante el mismo, las autoridades francesas que controlaban la plaza prohibieron las corridas de toros y no hubo fiestas en julio.

Una vez que las fuerzas de Napoleón abandonaron Iruñea tras un sitio que se prolongó hasta el otoño de 1813, la ciudad decidió celebrar los sanfermines, aunque fuera en noviembre. Esas fiestas pasaron a los anales sanfermineros porque un carpintero iruindarra tuvo la feliz idea de coger uno de los gigantes de la catedral y salir con él bailando a la calle, algo que no se veía desde que el rey español Carlos III había prohibido los bailes de gigantes en 1780. Su iniciativa tuvo tal éxito que se recuperó definitivamente esa tradición que cuenta con tantos seguidores.

La situación política y militar volvió a provocar la suspensión de los sanfermines entre 1821 y 1823, en el Trienio Liberal, y posteriormente durante la Primera Guerra Carlista, entre 1834 y 1838.

El enfrentamiento entre carlistas y liberales generó una nueva suspensión de las fiestas en 1844. El Ayuntamiento de Iruñea ya tenía todo preparado para los festejos, cuando a finales de junio, los carlistas se volvieron a levantar en armas, dirigidos en Nafarroa por el general Joaquín Elío.

Como el levantamiento fue en el mismo mes de julio, no se celebraron los sanfermines en fecha, pero la sublevación carlista no prosperó y rápidamente fue sofocada. El caso es que los toros ya habían sido adquiridos y los fuegos artificiales estaban preparados, así que se decidió celebrar las fiestas el día del martirio de San Fermín, es decir el 25 de septiembre.

El estallido de la Segunda Guerra Carlista también supuso la suspensión de las fiestas entre 1872 y 1875. Durante ese tiempo, los corrales de Santo Domingo se fueron deteriorando y por ese motivo, al finalizar la contienda, el Ayuntamiento se planteó llevar el encierro extramuros.

El recorrido alternativo iría por la puerta de San Nicolás (entrada de las murallas situada en la zona de la actual iglesia de San Ignacio) para llegar a la plaza por la actual avenida de Cortes de Nafarroa. A la gente le pareció un recorrido tan escaso, que las protestas hicieron que el Consistorio se olvidara de ese cambio.

Además, en 1876 hubo que restaurar la plaza de toros, la existente en el solar que actualmente ocupa el teatro Gayarre. El invierno anterior había sido muy duro y como Iruñea había estado asediada por los carlistas, los iruindarras se habían provisto de leña recurriendo a los asientos y el vallado de la plaza, que fueron desmontados y quemados para paliar el frío.

Y así se llegó sin más cancelaciones hasta la Guerra del 36, que, una vez más, supuso la suspensión de las fiestas. Los sanfermines de 1936 se celebraron en un clima prebélico que terminó estallando, como ya se sabe, el 18 de julio con la sublevación fascista. Por ese motivo, no se celebraron las fiestas entre los años 1937 y 1938, hasta que se recuperaron en 1939, pocos meses después de que finalizara la conflagración el 1 de abril de ese año.

Desde entonces. se han registrado otras suspensiones, aunque con las fiestas ya iniciadas, como en 1978 a raíz de la entrada de la Policía española en la plaza de toros y que se saldó con la muerte de Germán Rodríguez.