Fanjul arañó el único escaño que el PP obtuvo en la CAV gracias al voto por correo. Se lo quitó de las manos al PNV. La prensa española siempre la ha encumbrado, pues es dada a las polémicas y esto gusta en Madrid. La vendían como el reflejo joven de Cayetana Álvarez de Toledo, antes d de que la XIV marquesa de Casa Fuerte cayera en desgracia. 

Fanjul, de 29 años, estudió en Deusto Dirección de empresas, carrera que no llegó a terminar. En su currículum pone que es profesora de ajedrez, deporte que practica desde los cuatro años. Tiene un ranking Elo de 1695. En su declaración de bienes figuraba una nómina menor de una ONG católica. 

Fanjul se declara seguidora de María San Gil, Alfonso Ussía y Jaime Mayor Oreja. De entre las figuras en activo se le tiene por amiga personal del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. 

En cuanto a su discurso, defiende que Vox no es un partido de extrema derecha y niega que sea xenófobo. Dice tener respeto y aprecio por Santiago Abascal. 

Son numerosos sus encontronazos buscados con postulados feministas, que le reportan cierta notoriedad.

Ayer, tras ser validada como líder del PP, se jactaba de sus salidas de tono. «Soy demasiado transparente», aseguró. Y en línea con el actual discurso del partido, sumido en la batalla por Madrid, animó a todos a combatir «el comunismo».

Está claro que el PP busca «fanjules», jóvenes que ante todo polemicen, que hablen primero y piensen después. «Con Bea vais a pedir más perdón que permiso», les animó Diego Gago, el presidente de NNGG que ayer fue sustituido por Fanjul. 

La frase de Gago lo resume todo. Con la elección de la vizcaina el PP busca perder la moderación (si acaso les quedaba), cuando esto es justo lo contrario de lo que se ha de pedir a un cargo electo. 

Se diría que el ejemplo de Donald Trump ha sentado cátedra en la derecha y el encumbramiento de Fanjul no es sino un subproducto de esa tendencia.