Luchas que movilizan pueblos contra la destrucción de empleo

En Ezkerraldea y Aiaraldea, las luchas de PCB y Tubacex se han convertido en un revulsivo para amplios sectores sociales ante una dinámica de destrucción de empleo, que deja un escenario de más precariedad y peor calidad de vida para comarcas enteras.

Movilización de distintos comités de empresa de la zona junto a la plantilla de Tubacex, en defensa del empleo, en Laudio el pasado marzo. (Jaizki FONTANEDA/FOKU)
Movilización de distintos comités de empresa de la zona junto a la plantilla de Tubacex, en defensa del empleo, en Laudio el pasado marzo. (Jaizki FONTANEDA/FOKU)

No son solo estos despidos, es lo que nos queda. Cada vez es más difícil encontrar un empleo con condiciones dignas», denuncian en el comité de huelga de Aiaraldea, en una reflexión que podría repetirse en Ezkerraldea. Ambas zonas asisten al goteo de cierres de grandes empresas, muchas de ellas no por problemas de viabilidad, sino por otros cálculos empresariales, tras décadas de abultados resultados económicos y de ayudas públicas millonarias. Por ello, las movilizaciones no miran solo a la parte empresarial, sino también a la institucional, a las políticas que han facilitado inyecciones de millones de euros de las arcas públicas en sectores estratégicos, pero guardan silencio cuando los consejos directivos deciden prescindir de puestos de trabajo.

Los embates en el tejido industrial y social de Ezkerraldea vienen de antiguo. Hoy es la plantilla de PCB la que lucha contra 81 despidos, o lo que es lo mismo, «en defensa de un futuro sin paro y miseria», como remarcan los propios trabajadores. Denuncian que, de nuevo, se utilice una crisis –ahora la del covid– para justificar despidos, mientras se preguntan dónde están los beneficios que las plantillas han generado durante años. Por ello, advierten de que «otra vez» toca luchar para no perder empleos y para «poner freno» a la táctica de recurrir al despido ante la «pasividad» de las instituciones.

En Aiaraldea, trabajadores y trabajadoras de las plantas de Tubacex en Laudio y Amurrio ya han recibido las cartas de despido. Hay cerca de 100 familias afectadas. Han quemado en público esas cartas, en medio de una huelga de 60 días. No son los únicos despidos de un via crucis laboral que se ha llevado estos días otros 80 puestos de trabajo en Valvospain, ya cerrada, mientras otra de las grandes de la zona, Tubos Reunidos, lleva años inmersa en diferentes expedientes de regulación.

«La misma receta»

En Ezkerraldea recuerdan que ahora es PCB, pero que antes fue, por ejemplo, La Naval, y donde había un astillero puntero se anuncia ahora la instalación de almacenes logísticos, «la misma receta» de sustituir industria por una «invasión» de centros comerciales, «condenando» la comarca a ser «el paraíso de la precariedad laboral», recordaron en la movilización junto a Tubacex en Barakaldo.

«¿Qué suponen los despidos de ITP-PCB? Ahondar y hacer crónica una reconversión industrial que no se acaba», explica Alexis Rodriguez, responsable de LAB de Industria en Ezkerraldea. Recuerda que en «una de las comarcas que más riqueza ha entregado a Euskal Herria, con grandes empresas siderometalúrgicas», el PSOE inició en los años 80 «una reconversión que no han dejado de seguir aplicando». «Hemos visto cómo se ha perdido toda la industria y se ha transformado en un polo de precarización laboral, con Amazon, con el desmantelamiento de La Naval para acabar con un centro logístico y con el despido ahora de casi un centenar de personas de un sector altamente competitivo y con un alto valor añadido como es el sector aeronáutico».

Lo de PCB es «la enésima muesca en el cinturón de las autoridades políticas que tenemos», subraya Rodríguez, refiriéndose expresamente a los gobiernos de Madrid y Gasteiz. Tal y como expone, las posibilidades de encontrar un empleo en condiciones dignas se han ido reduciendo en la comarca con la renta per capita más baja de Euskal Herria y focos de pobreza que afectan a cada vez más gente.

«Municipios como Sestao, por ejemplo, que en su día fueron pueblos económicamente boyantes porque había trabajadores con buenas condiciones de trabajo en plantas industriales, hoy se encuentran en una situación de grave riesgo social», mantiene. «A día de hoy, ¿qué le queda a un trabajador o trabajadora de Ezkerraldea? En Barakaldo el 92% de los empleos es del sector servicios, un sector feminizado, con jornadas parciales, altamente precarizado, donde la gente trabaja y es pobre, no puede pagar las mínimas garantías para tener una vida digna», según subraya.

A juicio de Rodriguez, hay una clara responsabilidad de las instituciones cuando la solución que se da al desmantelamiento de la Balco (Babcock&Wilcox), por ejemplo, en Trapagaran, es «asentar una nave de Amazon que da trabajo a 40 o 50 personas en plantilla y a unas 300 en subcontratas». Algo similar está ocurriendo en los terrenos de La Naval, según apunta, donde «se desmantela el astillero con mejores instalaciones de toda la costa cantábrica, que daba trabajo a 2.000 trabajadores y trabajadoras, para suplantarlo por unos almacenes logísticos que darán trabajo a muy poca gente y en condiciones más que dudosas. Nos parece un auténtico fracaso industrial del Gobierno», sostiene el sindicalista.

Primero despidos, luego movimientos

En referencia a esa responsabilidad del Ejecutivo de Iñigo Urkullu, Rodríguez alude a los movimientos que se están produciendo en torno a Aernova e ITP. «Ambas plantas practican primero despidos colectivos y acto seguido nos enteramos por la prensa que el Gobierno Vasco está intercediendo para que Aernova compre ITP. No podemos creer que esta sea una decisión tomada en una semana. Si los despidos se han promovido meses antes de esta noticia, ¿qué responsabilidad tiene el Gobierno sobre los despidos que se han producido en esas plantas? Esa es la pregunta que hay que lanzar a la opinión pública», plantea Rodriguez.

Recuerda que Jose Antonio Jainaga, director de Sidenor, salió hace unos meses hablando en prensa de la fusión de las acerías vascas para hacer un macrogrupo siderúrgico. «¿Esa fusión la tiene que pagar la clase trabajadora? ¿Para que el capital siga llenándose los bolsillos, quien tiene que entregar derechos y verse abocado a la miseria es la clase trabajadora, como en ITP, en Aernova, en Alestis…? Esa es la pregunta que nos hacemos desde LAB», plantea.

A juicio de Rodríguez, PCB ha conseguido despertar en Ezkerraldea «esa conciencia obrera que siempre tuvo y de la que ha hecho bandera, como lo consiguió Productos Tubulares, que después de 44 días de huelga indefinida consiguió parar un despido colectivo de 169 trabajadores y trabajadoras. En PCB no lo hemos conseguido aún, pero hay un juicio el día 20 de abril y aquí no se ha parado de responder», comenta. No es el único caso; según apunta, hay empresas cuyas luchas no han tenido tanto eco en la prensa, pero que han se han plantado ante «intentos de aprovecharse de esta nueva crisis del covid, convirtiendo una crisis sanitaria en otra crisis para que el capitalismo pueda refundarse basándose en principios de explotación», agrega.

«Esta comarca no va a parar de protestar por los derechos laborales y un ejemplo claro es la manifestación que para el día 17 están convocando diversos colectivos en Sestao, en defensa del empleo», indica.

De la resignación a la reacción

La movilización tampoco cesa en Aiaraldea, donde en paralelo a la lucha de la plantilla de Tubacex, Aiaraldeko Greba Batzordea, una asamblea ciudadana que nació con la convocatoria de huelga general del año pasado, ha reactivado la lucha unitaria de distintos sectores, poniendo sobre la mesa una situación que «no afecta solo a Tubacex, sino al futuro de toda la comarca», apuntan.

«Vemos la desaparición de empresas y vemos que estamos entrando en una dinámica en la que las condiciones generales empeoran día a día», cuentan algunos de sus miembros a GARA, al tiempo que apuntan que sectores diversos como el de los cuidados, comités de empresa de distintas plantas de la zona, hosteleros, comerciantes, pensionistas, jóvenes, movimiento feminista... han visto que es necesario unir fuerzas en la lucha frente a un modelo agotado que ahonda en la precariedad y llega hasta los servicios públicos.

«Ya no es ‘qué pena lo de Tubacex’, es que esto nos va a afectar a todos y todas, y la gente está empezando a poner en relación todo lo que está pasando y a dónde nos lleva», comentan sobre una respuesta ciudadana que ha dado lugar en las últimas semanas a algunas de las mayores movilizaciones conocidas en Laudio y Amurrio.

Como subrayan, Aiaraldeko Greba Batzordea no es más que un foro ciudadano asambleario y abierto, «en el que sindicatos, colectivos, sectores... y la gente, en general, se informa y en el que es la gente que debate, la que reflexiona y la que decide qué pasos dar ante esta situación». Esa unidad ha reforzado también valores de solidaridad de ida y vuelta entre distintos sectores, hacia las y los trabajadores afectados por los despidos, pero también hacia la hostelería y el comercio local, las trabajadoras de residencias..., según destacan.