
El 13 de mayo de 1990 prendió la mecha en el clásico yugoslavo que enfrentó a los equipos de fútbol Dinamo de Zagreb y Estrella Roja de Belgrado. El estadio Maksimir del Dinamo escenificó un encadenado de secuencias de violencia que tuvieron en la imagen de un jugador del Dinamo Boban, propinando una patada a un policía, la evidencia de una situación extrema que derivaría en una guerra cruenta.
El periodista italiano Diego Mariottini aglutina en las páginas de ‘Dios, patria y muerte. El fútbol en la guerra de los Balcanes’ (Editorial Altamarea) estos episodios que tuvieron como protagonistas a los Delije o héroes, en serbocroata. Eran los furibundos hinchas del Estrella Roja que, capitaneados por Zeljko Raznatovic, alias Arkan, se emplearon a fondo en montar una trifulca que derivaría en la plasmación de un horror.
Tras este episodio, los Delije pasarían a integrarse en los Tigres de Arkan, la milicia que, tal y como relata el periodista italiano, ejerció de peón macabro en el tablero genocida orquestado por Milosevic.
Según Mariottini, «el papel otorgado a los Tigres no era muy original pero sí eficaz: tras el bombardeo de una ciudad, entraban a escena. Violaciones, agresiones de todo tipo, deportaciones a campos de concentración, ejecuciones sumarias. Los Tigres se ensañaban incluso con cadáveres. Quemaban y derribaban todas las iglesias de credo no ortodoxo, saqueaban los bienes de las familias. Los serbios no querían limitarse a ganar la guerra, el objetivo era eliminar todo rastro de existencia pasada y presente del enemigo».
Detrás de esta temible fuerza militar se encontraba Zeljko Raznatovic, Arkan, un capo del crimen organizado que vio en el fútbol la oportunidad de expandir sus negocios.
‘Dios, patria y muerte’ relata al detalle una historia de fútbol y sangre. Una crónica macabra sobre cómo el esférico se erigió en fatídico protagonista de una guerra fratricida y atroz.
En sus páginas adquiere gran relevancia Arkan, uno de los criminales más despiadados del siglo XX, y ofrece al mismo tiempo una exhaustiva mirada panorámica sobre el conflicto yugoslavo, reparando precisamente en estas conexiones entre el deporte y la deriva bélica que desembocó en la disolución de Yugoslavia.
De hecho, el mismo Arkan consolidó y ejerció su poder a través del fútbol, utilizado por diferentes regímenes como gasolina para prender la llama del odio y que tiene en los Tigres de Arkan, el grupo paramilitar que surgió de las gradas del Estrella Roja, uno de los ejemplos más perversos.
Acordes de rock en una ciudad devastada
En diciembre 1994, en pleno cerco de Sarajevo, el que había sido hasta hace poco vocalista de Iron Maiden (Bruce Dickinson) se embarcó en una aventura incierta junto a su banda Skunkworks.
A pesar de las negativas formuladas por el consejo de los militares de la comunidad internacional, atravesó las líneas y eludió las balas de los francotiradores que rodeaban la ciudad sitiada.
Dickinson recordó que sus memorias ‘¿Para qué sirve este botón’ (Editorial Cúpula) que esta inusual odisea nació de una pregunta: « ¿Te gustaría hacer un concierto en Sarajevo?».
Tras la negativa de bandas como Metallica y Rolling Stones, surgió la opción de Bruce Dickinson, que hacia poco tiempo se había desvinculado de Iron Maiden, una de las bandas de heavy metal más relevantes.
Según Dickinson, «cuando aceptamos no estábamos protegidos, no había ningún plan y las balas eran reales, pero ¡qué diablos!, nos fuimos de todos modos».
Este concierto en una ciudad en ruinas y que sufrió el asedio más largo de toda la historia –desde el 5 de abril de 1992 al 29 de febrero de 1996–, inspiró en 2016 el documental 'Scream for me Sarajevo' que dirigió Tarik Hodzic.
La gran importancia de este filme no radicó en captar las imágenes de Dickinson y los Skunkworks sobre el escenario del Centro Cultural de Bosnia, sino en el efecto que tuvo entre quienes asistieron a él.
Uno de los testimonios de los asistentes dice: «Ese hombre llevaba en mi vida desde que tenía diez años y en el peor momento de mi vida, cuando peor estaba mi ciudad, allí apareció». Otro añade que «fue un momento liberador, porque nadie sabía si al día siguiente toparía con una bala».
Para Dickinson el impacto no fue menor, tal y como dice su autobiografía: «Cada pocos cientos de metros encontrábamos un drama bélico: dos ambulancias blancas con cruces rojas, ventanas cerradas, agujeros de bala en las puertas, sangre corriendo por los costados; un camión de basura lleno de combatientes que regresaban desalentados a lo que quedaba de la ciudad. Tenían menos de tres días de suministro de alimentos y diésel, y no había electricidad. Fue brutal. Entrar ahí, incluso siendo tres o cuatro días, se sintió como toda una vida». Lo dijo mientras cruzaba el bulevar Mese Selimovica, conocido como ‘avenida de los francotiradores’.
‘Scream for me Sarajevo’ ha vuelto a ser noticia tras el anuncio del cineasta Sacha Gervasi (‘Hitchcock’) de coescribir un guion narrativo y en clave de ficción sobre dicho concierto.
Según el cineasta, «conocí a Bruce Dickinson como un fan de Iron Maiden cuando tenía 15 años en Londres en 1982. Ahora, casi cuarenta años después, estar coescribiendo esta historia extraordinariamente intensa y personal con el propio Bruce es un auténtico e inesperado honor. La historia real de los niños y músicos locales que asistieron a ese espectáculo es tan conmovedora como inspiradora. Muchos de ellos no lo consiguieron. Como ya ha dicho Bruce, esperamos que esta película sea un homenaje para ellos».
Por su parte, el vocalista británico añadió: «Los increíbles días que pasé en Sarajevo con mi banda en solitario antes de la Navidad de 1994 fueron algunos de los más intensos de mi vida. Elaborar una historia para llevar a la pantalla las emociones, la locura, la tragedia y el triunfo no es tarea fácil. Mi propio viaje fue el de un cantante de heavy metal de pelo largo que conducía a través de tiroteos en una ciudad que había estado sitiada más tiempo que Stalingrado. El mío no fue, por supuesto, el único viaje que hice ese día, y después, en mi casa de Londres, dejé atrás en Sarajevo a compañeros de viaje en el camino de la vida. En realidad, esta película está dedicada a su historia, no a la mía».

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