
Bienvenida la continuación de ‘Ninja a cuadros’ (2018), porque se trata de una de las películas de animación más originales vistas últimamente. Una valiente y nada convencional producción del estudio danés Level K, que adaptaba el libro original del provocador comediante Anders Matthesen, también implicado en el guión y la realización.
Se atrevía a tocar temas adultos con humor e ingenio, claro que comprensibles para niños y niñas con cierto desarrollo mental, al introducir la denuncia de la explotación infantil en fábricas de países pobres por parte de marcas deportivas del primer mundo.
Dentro del relato esto era trasladado a una empresa de juguetes radicada en Tailandia, donde por un accidente a un muñeco ninja se le vestía, en lugar de con su correspondiente traje negro, con la tela de la bufanda del cachemira del malvado empresario.
Resulta que en la secuela el tal Philipp Eberfro es puesto en libertad por las autoridades tailandesas mediante un trato de influencias, por lo que el joven Aske y su muñeco a cuadros, poseído por el espíritu de un ninja que clama venganza ante tanta injusticia, deberán viajar, junto a su divertido abuelo marinero, a aquella parte del mundo para detener al sujeto.
Mientras, en casa, el chico sigue con conflictos familiares y escolares que no le dejan vivir como quisiera.

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