Imanol  Intziarte
Redactor de actualidad, con experiencia en información deportiva y especializado en rugby
Interview
Mario Barandiaran
Entrenador del Universitario de Bilbo

«El jugador de rugby se tiene que preocupar por disfrutar él»

El argentino Mario Barandiaran es un técnico de prestigio que tras un lustro cosechando títulos en Valladolid ha decidido cambiar de registro y apostar por un modesto como el Universitario de Bilbo. Las raíces de sus antepasados tiran, no en vano lleva un ‘lauburu’ tatuado en uno de sus brazos.

Mario Barandiaran se dirige a los jugadores del Valtecsa UBR durante un encuentro amistoso.
Mario Barandiaran se dirige a los jugadores del Valtecsa UBR durante un encuentro amistoso.

Mario Barandiaran ni es un cualquiera ni es un recién llegado. Exjugador de La Plata, allá en Buenos Aires, estuvo luego dos décadas trabajando como técnico en el rugby argentino, y suya es una porción de la medalla de bronce que Los Pumas ganaron en el Mundial de 2007.

Diez años más tarde decidió cruzar el charco y aterrizó en el Vrac de Valladolid, uno de los gallitos del rugby español. Tras un lustro cosechando títulos ha decidido cambiar de aires con un proyecto totalmente diferente, el del Universitario de Bilbo, donde ejercerá como director deportivo y entrenador del equipo senior masculino, el Valtecsa UBR.

En su decisión algo tiene que ver un abuelo de Ataun que hizo el viaje en sentido contrario a finales del siglo XIX.

¿Quién es Mario Barandiaran?

Soy un entrenador de rugby que ha jugado toda su vida, que está vinculado a este deporte desde los 6 años. Toda mi vida dedicada a un deporte que entiendo como un medio de educación, el rugby no es un fin en sí mismo, es una parte de nuestra vida.

Llega a un club modesto pero que tiene mucha ambición. No sé cuánto hay de realidad y cuánto de utopía. En ese marco, ¿cuál va a ser su labor?

Es una pregunta bastante recurrente, ese por qué al Universitario de Bilbao. La verdad es que es un club fantástico, porque tiene un proyecto de crecimiento muy lindo pero con los pies en la tierra, quieren crecer a partir de unos cimientos importantes, trabajar mucho con su cantera y sus entrenadores.

Obviamente quieren tener un equipo importante en División de Honor. Una cosa es lograrlo a través de la ayuda externa, con fichajes, y otra a partir del trabajo de la cantera. El club ha apostado por el trabajo de la cantera, lo que no quita para que igual en algún momento se recurra a algún fichaje para sostener al primer equipo. Pero lo que más me gustó del proyecto es la apuesta por la cantera y por la formación de entrenadores, que a mí es un trabajo que me gusta muchísimo.    

¿Cuál es su idea de juego? Imagino que el plan será implantar un estilo similar en todo el club.

Pretendemos implantar un rugby con mucho volumen de movimiento, del balón y de los jugadores. Que estos se sientan con absoluta libertad para equivocarse con el balón en la mano por querer hacer cosas, y no terminar un partido pasando desapercibidos.

Tenemos que darle la posibilidad de creatividad al jugador, dentro de un esquema de acción, de un plan de juego. Con una defensa fuerte, que el jugador se sienta muy cómodo y no tenga problemas para manejarse libremente.    

Es un planteamiento que además puede atraer a la gente que está en la grada…

Lo importante es que los jugadores sientan que la propuesta es atractiva. Son ellos los que dan la cara, los que reciben los golpes, son los que están en el campo y lo pueden transmitir mejor. Si ellos lo disfrutan van a hacer disfrutar a las personas. El jugador de rugby se tiene que preocupar por disfrutar él. Si luego a las personas de fuera les gusta o no les gusta… no es nuestro objetivo.

Viene de estar cinco años en un grande del rugby español como el Vrac Quesos Entrepinares de Valladolid, aspirante siempre a luchar por los títulos. Menudo cambio de obejtivos y de presión.

El cambio es grande en algunos aspectos. Por ejemplo en el tema de la presión que generaba la directiva y la grada misma. En el Vrac, el primer partido que perdimos ya tuvimos una reunión con la directiva. Yo me dije “uff, ¿estoy en el Real Madrid?”. Eso en el rugby nunca me había pasado.

Y otro cambio es el compromiso de todos, estamos entrenando con 65 jugadores de la casa, juntos. No quiero decir que los chicos del Vrac no sean comprometidos, pero es otro el objetivo de estos chicos, al ser tantos están luchando por un puesto, y saben que ese puesto está entre ellos, no es que te vayan a traer a alguien de fuera que te va a dejar en el banquillo.

Pero al final el objetivo como entrenador es el mismo, enseñar a los jugadores a llevar lo más adelante posible el juego que ellos tengan.

Mario Barandiaran junto a Aitor Jauregi, presidente del Universitario de Bilbo.

¿Como ve su liga, el grupo A de la División de Honor B?

Conozco a todos los equipos, hay algunos que están un escalón encima nuestro, tienen otras urgencias. Hablamos de Getxo, de Independiente de Santander, de Hernani, de Belenos de Avilés… Son equipos que han puesto mucha carne en el asador.

Va a ser una liga muy dura, muy difícil para nosotros. Debemos tener los pies sobre la tierra, sabiendo qué es lo que nos puede llegar a pasar en algunos momentos. Trataremos de terminar lo más alto que podamos en la tabla. Luchar por un ascenso hoy es una utopía, nos tenemos que focalizar en la permanencia.

Es un trabajo a largo plazo, tenemos chavales muy jóvenes que en un tiempo van a terminar conformando un enorme equipo, pero a base de trabajo. Puede sonar un poco conformista, pero es todo lo contrario, creo que es realismo.

Ya lo hablé con la directiva, esa sensación de que hay una gran expectativa con el equipo porque el entrenador es una persona equis, que en este caso me toca a mí. No me gusta que suceda eso, el trabajo es lo único que nos va a garantizar un buen rendimiento.  

Su apellido delata su ascendencia vasca, he leído que tiene un ‘lauburu’ tatuado en un brazo…

Mi abuelo era nacido en Ataun. Y emigró para la Argentina cerca de 1880 o 1890. No tenemos clara la fecha, pero sí dónde nació porque tenemos su acta de nacimiento.

¿Eso ha influido a la hora de venir aquí?

Sí, claro. El País Vasco siempre me atrajo. En cinco temporadas en el Vrac he hecho grandes amigos, y se reían de mí y me decían ‘el único lugar que vos vais a visitar cuando tenés un rato libre es el País Vasco, hay otras cosas’.

Tengo grandes amigos en Elorrio, cuando podía me escapaba a visitarlos, y con ellos hacíamos recorridos. Me han enseñado y me han hecho conocer Euskadi. A Ataun he ido tres veces.  

Cambiando de tema, estuvo en el cuerpo técnico de Los Pumas que lograron el bronce en el Mundial de rugby de 2007. Está la cosa peor ahora, la pandemia ha hecho mucho daño al rugby argentino, la franquicia Jaguares se quedó fuera del SuperRugby, los jugadores emigraron y la selección lo paga. ¿Cómo lo ve desde la distancia?

La pandemia y la modificación del SuperRugby nos dejó sin competencia internacional nuevamente. Y eso te limita mucho las posibilidades económicas y dificulta muchísimo la preparación de un equipo.

Lo acontecido en el Rugby Championship es algo lógico (Argentina perdió sus seis partidos), hemos jugado con potencias que entrenan siempre juntas, que tienen una competencia interna feroz, muy buena. Eso, desde el punto de vista del nivel de juego, nos debilita bastante.

Y la situación económica de nuestro país también hace que no podamos contar con tanto dinero desde el punto de vista de esponsorización como para mantener activo un equipo profesional. Se dio una tormenta perfecta que nos afectó muchísimo. Toca barajar y dar de nuevo, como hemos hecho tantas otras veces.