Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea / Redactor especializado en internacional

India: entre la espada china, la presión occidental y la pared rusa

India mantiene un equilibrismo kafkiano con la agresión rusa a Ucrania. No puede desairar a Rusia, aliado histórico y suministrador de su armamento y petróleo. Ni quiere, porque es su pared continental frente a su gran enemigo chino. Pero afronta la presión de EEUU, su aliado marítimo contra Pekín.

Consejo de Seguridad de la ONU.
Consejo de Seguridad de la ONU. ( Angela WEISS | AFP)

El gigante indio se ha abstenido, tanto en el Consejo de Seguridad como en la Asamblea General de la ONU, de condenar la agresión militar a Ucrania, coincidiendo, paradójicamente, con su gran enemigo, China.

Paradójicamente, porque el apoyo velado indio a Rusia se explica precisamente porque el gigante eurasiático es hasta ahora percibido por Nueva Delhi como su aliado continental en la pugna con Pekín. Aliado y también mediador, con la propia China, con Pakistán, su otro gran enemigo, y con Afganistán, donde India ha perdido toda influencia tras la retirada de EEUU y la vuelta al poder de los talibán, que tienen buenas relaciones con Rusia.

La relación estratégica entre India y Rusia remite a la historia, concretamente a los fuertes lazos entre la URSS y el subcontinente indio en su lucha por la independencia del imperio británico.

Moscú vendía a Nueva Delhi el 85% del armamento de sus arsenales durante la época soviética. India, segundo comprador mundial de armamento tras Arabia Saudí, ha tratado de ir diversificando su alianzas militares durante los últimos años y, aunque ha logrado reducir su dependencia respecto a Rusia con adquisiciones a Israel, Estado francés y EEUU, el 49,4% de las armas que adquirió entre 2016 y 2020 provenían de Rusia, según Business Standard (otros elevan la proporción al 60-70%).

Esta estrecha relación histórica se ha consolidado tras la llegada al poder en India del panhindú Narendra Modi, que comparte amistad y conservadurismo sin complejos con Vladimir Putin.

El presidente ruso viajó el año pasado al subcontinente indio en una visita centrada en cuestiones militares y energía y anunció la venta de baterías de misiles sofisticados.

Rusia comenzó entonces a suministrar a India los sistemas de defensa antiaérea S-400, pese a la amenaza de sanciones por parte de EEUU.

El gigante asiático es a su vez un gran importador de petróleo ruso (9.000 millones de dólares anuales).

Por si todo esto fuera poco, Rusia ha impuesto siempre su poder de veto a las resoluciones contra la ocupación y represión de Cachemira en el Consejo de Seguridad de la ONU contra India, que aspira a un asiento permanente en este ejecutivo de potencias nucleares que tiene totalmente maniatada a Naciones Unidas.

No obstante, la posición de India es muy delicada. No puede, a corto plazo, distanciarse de Rusia porque podría acabar agarrada entre las pinzas de una alianza sino-rusa. Menos cuando en 2020 tuvieron lugar mortales enfrentamientos en la frontera entre los ejércitos chino e indio en la disputada zona fronteriza de Aksai Chin.

Nueva Delhi suspira por que Moscú no sea forzada a profundizar más en su creciente alianza –dependencia– con Pekín, pero necesita a su vez en el ámbito marítimo el apoyo de Occidente ante una China que avanza sus peones en el Índico.

Es por ello que India forma parte de la alianza Quad, al lado de EEUU, Japón y Australia, con el objetivo de afrontar a China en la región Asia-Pacífico.

Los analistas coinciden en que India no tiene margen de maniobra y destacan que no se le puede exigir que tome partido en un conflicto entre el este y el oeste de Europa, heredero de la Guerra Fría.

Recuerdan, a su vez, que India es estratégica como freno a China y piden comprensión a Occidente.

Washington ha reaccionado con prudencia reconociendo que India y Rusia tienen «una relación que nosotros no tenemos» y apelando a Nueva Delhi a utilizar su «influencia» sobre Moscú.

Pero hay voces, como la del veterano diplomático  Richard Haass, que critican a India por «no estar lista para asumir las responsabilidades que incumben a las grandes potencias y para ser un socio fiable».

Y es que el apoyo, siquiera problemático, de India, 1.400 millones de habitantes, es importante para Rusia y puede abrir una brecha importante en las sanciones occidentales y en el intento de ahogar a la economía rusa.

Pakistán coincide con India

Pakistán, al igual que la mayoría de los países del Sur de Asia, también mantiene una posición «neutral» frente a la invasión rusa, sin condenar directamente al Kremlin.

«Pakistán es amigo de Rusia, EEUU, Europa, y China y no forma parte de ningún bando», señaló el primer ministro, Imran Khan, rechazando las presiones de Washington y de la UE.

Islamabad se la sacudió presentando una serie de agravios con Occidente: desde que no le agradeció su implicación en la guerra contra Al Qaeda, a las acusaciones por su apoyo a grupos yihadistas o rigoristas como los talibán afganos, y, cómo no, a la cuestión cachemir y la revocación por parte de India del estatus autónomo de Cachemira.

«¿Alguno de ustedes rompió los lazos con India? ¿Criticó a  India? ¿Cerró el comercio con India?, ¿Qué piensan? ¿Que Somos esclavos y haremos lo que ustedes digan?».

Terminamos con otra paradoja. India y China comparten postura contemporizadora con Rusia pero por razones diametralmente opuestas.

Este es el mundo en el que vivimos. Y unos cuantos deberían graduar sus gafas.