María Montoya (Efe)

Un auzolan por toda Nafarroa que ha salvado pueblos y quizás vidas

Valtierra, Tutera y Los Arcos son solo tres ejemplos de la espontánea movilización ciudadana este fin de semana en Nafarroa para proteger del fuego aquellas localidades a las que no llegaban los servicios de bomberos, desbordados por la situación. Tres casos recogidos por la agencia Efe.

Agricultores en acción el sábado frente al incendio de Erreniega.
Agricultores en acción el sábado frente al incendio de Erreniega. (Idoia Zabaleta | Foku)

La implicación de los propios agricultores cuando comenzaron a ver el paisaje y el campo donde viven y la de los trabajadores de empresas donde pasan su jornada laboral pero también forjan otros vínculos, ha sido clave para salvar su entorno del fuego que ha arrasado varias zonas de NaFARROA.

Fue este fin de semana, cuando especialmente entre el sábado y el domingo la ola de calor que atravesaba la comunidad foral, con los campos secos y el cereal a punto de cosechar, se desataron varios puntos de fuego alejados entre sí y que se extendieron con virulencia principalmente en el foco de Valtierra, en Erribera; en el de Obanos y el entorno de Erreniega; y en el de San Martín de Unx y la zona de la Baldorba.

Todas ellas zonas rurales y de cultivo, donde los bomberos que llegaron por tierra y por aire no contaban con medios suficientes para abarcar la fuerza de las llamas, su rápido avance y los numerosos focos de fuego que comenzaron a surgir en otros puntos alejados como Los Arcos o Ezkaba, por lo que en todas las localidades que veían el fuego cerca se activó la solidaridad vecinal.

También la de los propios empleados, como es el caso de las instalaciones de Congelados de Navarra en el Polígono Industrial de Valtierra, a cuyas puertas llego el fuego pero, a diferencia de otras naves de empresas cercanas, no llegó a hacer ningún daño «gracias a los trabajadores y a los medios que teníamos», que se sumaron al trabajo de los bomberos.

Benito Jiménez Cambra (Valtierra): «Fue épico, dejamos el fuego en la puerta de la empresa»

Según ha explicado a Efe el director de la empresa, Benito Jiménez Cambra, fue algo «épico», como demuestran los pinos quemados a las puertas de la planta y evidencian que «dejamos el fuego en la puerta», unas llamas que sí afectaron a las poblaciones de Arguedas y Valtierra, que obligaron a desalojar el cercano parque de ocio de Sendaviva (unas 2.500 personas en ese momento).

Con una plantilla de 250 personas, varias decenas de ellos estaban trabajando hasta que la situación en el exterior comenzó a complicarse, momento en el que comenzaron a acometer el fuego con mangueras y otros medios para refrescar la vegetación y alejar el peligro de las instalaciones.

A ello se sumó la preparación de la propia planta y su sistema antiincendios, «que ha funcionado bien y ha evitado que la fábrica se quemase», ha señalado el directivo, contento porque la experiencia ha demostrado que «hay cosas que piensas que no van a pasar pero cuando ocurren, si te pillan preparado, tienes más posibilidad de salir exitoso».

Y sobre todo Jiménez valora la experiencia «inolvidable» de la implicación de todos los que estaban y de quienes llegaron a ayudar, algo de referencia también «en todos los ámbitos de la vida, ante cualquier circunstancia adversa».

Su experiencia es trasladable a la de otros muchos casos que se han sucedido en el resto de Nafarroa, tanto para salvar viviendas como terrenos y otras instalaciones de las llamas, unas circunstancias que han vivido de cerca numerosos agricultores que, además de vivir del campo, residen en esos ámbitos rurales que han estado amenazados y que cuentan con maquinaria como tractores y cisternas para transportar agua que podían ser de gran utilidad.

David Navarro (Tutera): «Los agricultores disponemos de medios y ganas de cuidar los pueblos y también el campo y los bosques»

Es el caso de David Navarro, agricultor de Tutera, vocal de la Junta Permanente de la UAGN, quien no dudó en acudir a Arguedas en la madrugada del domingo cuando las llamas arrasaban varios términos de la localidad, donde se dedicó a refrescar el terreno y a dotar de agua con su cisterna a los bomberos.

»Disponemos de medios y siempre hay una gana de cuidar los propios pueblos, pero también el campo y los bosques, que es donde uno desarrolla su actividad», ha dicho Navarro, quien define la motivación de todos los voluntarios en el «sentimiento de solidaridad, apego al terreno, apego a los compañeros y de intentar ayudarnos los unos a los otros».

Tenían claro que «lo principal son las personas y las viviendas, que era el mayor bien a proteger», pero no obvia la preocupación por el desastre en los espacios naturales y los campos. «Sabes que estas cosas pueden suceder y lo único que queda es intentar estar lo más preparados y mejor organizados posible».

Agricultor de Los Arcos, Íñigo Arizaleta colaboró  en los trabajos para atajar las llamas que el sábado pusieron en un brete a los cultivos y a las casas de su propia localidad, que perimetraron para evitar que el fuego los arrasara y avanzara hacia el monte.

Fue una noche, la del sábado al domingo, en la que intentaron por todos sus medios que el fuego no cogiese fuerza, aunque finalmente solo pudo parar cuando actuaron los medios aéreos en la sierra, dice.

Iñigo Arizaleta (Los Arcos): «Tuvimos que destruir campos para que no avanzara el fuego, pero si se queman casas es un desastre»

Advierte que no hubo una llamada expresa para acudir a realizar estos trabajos, «es algo te sale solo. Para cuando piden colaboración ya estamos allá. No hace falta que nadie me diga que tengo que ir si veo que hay peligro al lado del pueblo. Yo vi humo y ni me lo pensé».

Una vez allí sí que hubo coordinación entre los agricultores para ordenar los trabajos, porque «los bomberos estaban desbordados», dice un agricultor

«Nadie te paga ni el gasoil ni los campos que tuvimos que destruir para que no avanzara el fuego, pero lo haces por salvar el pueblo, porque el campo se cultiva de nuevo el año que viene pero si se queman casas es un desastre», alerta.