Albert Naya

Erdogan se apunta un tanto más mediático que real en la OTAN

El presidente turco, se apunta un tanto mediático en la cobertura de las negociaciones para la entrada de Suecia y Finlandia a la OTAN, pero su advertencia de que se reserva el derecho a romper el pacto si los nórdicos no cumplen con sus expectativas evidencia la fragilidad del acuerdo pactado.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, junto a los líderes finlandeses y suecos en la cumbre de la OTAN.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, junto a los líderes finlandeses y suecos en la cumbre de la OTAN. (M. CETIN MUHURDAR | AFP)

El culebrón turco que implicaba a Suecia y Finlandia para entrar en la OTAN ya es historia después de que Ankara diera luz verde a su entrada a la coalición. Tras tres horas de conversaciones entre los jefes de delegaciones de los tres países, fumata blanca. Y con ésta, la cumbre de Madrid, en la que todos los miembros del Tratado militar atlántico estuvieron presentes, ya pudieron desatascar uno de los principales condicionantes. Sin embargo, el documento tiene regusto a declaración de intenciones, más que a contrato definitivo. Y, sobre todo, deja entrever las ganas que tenía Erdogan de ocupar el centro de la agenda y de sumar titulares que le hagan ganar popularidad en su país.

Erdogan sabía que -como mínimo, el primer día- iría de cabeza de cartel. El memorando firmado por la titular de Exteriores sueca, Ann Linde, el finlandés, Peka Haavisto, y el turco, Mevlut Çavusoglu, compromete a las partes nórdicas a cooperar con Turquía en materia «antiterrorista», específicamente contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), las milicias kurdas de las YPG en Siria y los seguidores de Gülen, acusados de perpetrar el intento de golpe de Estado de 2016. Y aunque ambos países nórdicos estén endureciendo su legislación «antiterrorista», la palabra «terrorismo» reviste un significado en Suecia y Finlandia que dista del de Turquía. Entonces, ¿cómo funcionará el entramado?

Entre otras cosas, todas las partes se comprometen a intercambiar información sobre quién entra o quién sale en Suecia y Finlandia: aparentemente, la firma vendrá precedida por un flujo de inteligencia que lo sustente todo. Al intercambio de información se le suma la exigencia turca de reabrir ciertas peticiones de extradición que Ankara tiene pendientes y que la Justicia sueca, por ejemplo, no ha resuelto ni contestado. Queda por saber cuál será la aplicación real de este punto, y más cuando el sistema judicial turco es tildado por organizaciones internacionales de por lo menos poco imparcial. Erdogan, a sabiendas que el documento puede caer en saco roto, ya se reserva el derecho a romperlo: «Si cumplen con sus funciones lo ratificaremos en el Parlamento», amenazó el mandatario neotomano.

«Declaración de intenciones»

. A pesar de firmas y rúbricas, el analista de la Universidad St. Lawrence, Howard Eisennstat, asegura a GARA que todo se trata de esto, de una declaración de intenciones: «Como cuestión práctica, las concesiones de Suecia y Finlandia son, en gran parte, simbólicas», explica. Porque, al fin y al cabo, lo que Turquía buscaba en la cumbre de Madrid, insiste Eisennstat, es hacer girar el debate a su gusto y conveniencia. «El proceso de negociación permite a Ankara recordar a sus aliados su capacidad de influencia», afirma. Y eso es, de hecho, lo que Erdogan quiere: ocupar el centro de mesa y -lo más importante- que lo sepan en Turquía.

Porque, según Eisenstat, con ello el presidente puede «demostrar al electorado turco que sigue siendo capaz de 'resistir a Occidente». Y el mensaje parece haber calado entre sus seguidores. La prensa turca afín al Gobierno tiene claro que el memorando firmado la pasada semana es una clara victoria para los intereses de su Türkiye y donde el único héroe es Recep Tayyip Erdogan.

Por ello, Erdogan se apunta otra «victoria» a su lista personal en un momento en que su popularidad va a la baja por una crisis económica galopante. Mientras la inflación escala (en junio ha llegado al 80%) y la lira cae, primer motivo de preocupación para el electorado turco, Erdogan pone énfasis en las incursiones en el exterior para reivindicarse como líder indiscutible. Y eso también pasa por recordar día tras día que una nueva operación en el norte de Siria, precisamente contra los kurdos, está muy cerca. Ahora que el memorando retira el embargo de armas que los países nórdicos tenían vigente contra Turquía, los fusiles y bombas que en 2019 dejaron de llegar a Ankara para evitar su uso contra las milicias kurdas, terminarán -posiblemente- donde Erdogan quiera. Pero Suecia y Finlandia ya pueden decir que -casi- forman parte de la OTAN y Turquía puede alardear de que, si lo hacen, será bajo sus condiciones.