Santiago Noriega

Presente, futuro y una leyenda del jazz en Gasteiz

Un consolidado James Brandon Lewis, un prometedor Xavi Torres y un histórico Arturo Sandoval presentaron su música a un público que todavía no ha llegado a abarrotar el polideportivo, a pesar de haber entrado en su recta final.

El trompetista cubano Arturo Sandoval.
El trompetista cubano Arturo Sandoval. (Jaizki FONTANEDA | FOKU)

Teatro Principal

James Brandon Lewis

Con media hora de retraso sobre el horario previsto debido a problemas con el puente aéreo, hacía su aparición en el escenario del Teatro Principal el saxofonista de Buffalo James Brandon Lewis. Lo hacía acompañado por el batería Chad Taylor, el contrabajista Brad Jones y el pianista Aruan Ortiz.

La formación es la misma que grabara en 2020 el álbum ‘Molecular’ bajo la marca James Brandon Quartet, y aunque el concierto no se hubiera anunciado de esta manera, comenzaron interpretando A Lotus Speaks, un tema recogido en ese mismo disco.

Se podría decir que el concierto transcurrió entre temas que se desarrollaron de dos maneras. En una de ellas se planteaba una melodía sencilla interpretada respetuosamente, sin estridencias ni excentricidades para caminar hacia la zona de solos donde casi siempre acaba reinando el caos, para volver a la misma melodía en el cierre del tema. Aquí, en esas melodías, es donde se encontrarían las referencias que el propia músico señala como gospel. La otra fórmula se basaba en un patrón complejo, anguloso y enérgico sobre el que se llegaba a los solos y el consiguiente caos de manera casi inmediata.

A pesar del hecho de tener como una de sus influencias el free jazz de Ornette, y sin haber ofrecido en absoluto un mal concierto, todo resultó un tanto frio y distante, sin llegar a conectar por completo con un publico entregado de antemano. Podría achacarse al hecho de haber llegado justos de tiempo a la prueba de sonido, pero también se podría decir que la banda marca cierta distancia con respecto a los aficionados, los cuales pusieron todo lo necesario por su parte. Podría ser que el circunspecto Lewis debiera de relajar un poco el rictus, ya que no se consigue mayor profundidad por querer aparentarlo.

Mendizorrotza

Xavi Torres

El joven pianista tarraconense ofreció un gran concierto ante una audiencia que probablemente se había acercado hasta Mendizorrotza para ver al siguiente artista, cabeza de cartel, Arturo Sandoval.

Acompañado por los miembros que conforman el trío habitualmente, el contrabajista Ton Felices y el intenso batería Andreu Pitar y contando con la estimable colaboración de su amigo el saxofonista Miguel Zenón arropándole en la ocasión, el pianista catalán ofreció un concierto donde las composiciones no eran simples excusas para generar un contexto sobre el que improvisar, sino elaborados temas de sugerentes armonías, tan características del jazz europeo.

Como explicó el propio Xavi, los temas que formarían el repertorio del concierto fueron compuestos durante el primer encierro pandémico. Se autoimpuso como una disciplina componer uno al día a lo largo de un mes y a la postre decidió no titular los temas sino numerarlos. De ahí que el repertorio haya estado compuesto por el tema 5, el tema 14, etc. El trío, a pesar de su juventud, mostró gran solvencia y los solistas Torres y Zenón brillaron en sus respectivos momentos.

Así, asistimos a un recital esperanzador que demuestra una vez más que el futuro de la música está garantizado por estos noveles y talentosos artistas.

Arturo Sandoval

Todo en la puesta de escena del trompetista cubano fue un viaje a otro tiempo de la música. Que salga la banda a tocar antes que el artista es cosa que nos llega desde mediados del siglo pasado. Su música, un viaje al latin jazz de los 70. Su carisma y manera de conducirse, de a auténtica leyenda, es característica de héroes de otro tiempo. Y a pesar de estar rodeado por una colección de músicos de primer orden en los que se podría depositar toda la confianza del mundo para sentirte arropado en un escenario, y de una entrada frenética y espectacular, en seguida el show fue derivando por donde el trompetista nos quiso llevar, para más tarde terminar reconociendo que a los 73 años, la trompeta le duele a uno.

De esta manera dejó caer de forma implícita que aunque su sonido sigue siendo espléndido y brillante, no puede aguantar todo un concierto al nivel de otras épocas. Por ello, nos contó historias, nos entretuvo, nos hizo reir, nos cantó canciones y compartió que a su edad lo que desea es regresar pronto a casa porque echa de menos a sus cuatro perritos.

Y aunque haya quien no le haya comprado la cháchara, yo sí que se la voy a comprar. Creo que tener la oportunidad de compartir un rato con un genio de la música, un icono de la trompeta y un artista de leyenda regalando anécdotas y viéndole manejarse en el escenario, siempre, siempre valdrá la pena.