Mikel Zubimendi
Aktualitateko erredaktorea / redactor de actualidad

Xi Jinping clausura el XX Congreso del PCCh «purgando» a su predecesor

El XX Congreso del Partido Comunista, el evento más importante de la política de China, se cerró ayer de manera inesperada y con escarnio público. En una inusual escena, dos bedeles obligaron al expresidente Hu Jintao a levantarse y lo escoltaron fuera del Gran Salón del Pueblo.

El XX Congreso del Partido Comunista, el evento más importante de la política de China, se cerró ayer.
El XX Congreso del Partido Comunista, el evento más importante de la política de China, se cerró ayer. (Jade GAO | AFP)

Un incidente extraño fuera de lo común y esperado en un evento tan coreografiado, hasta el último detalle, como un plenario del máximo órgano del Partido Comunista de China, marcó ayer la clausura de su XX Congreso. El exsecretario general del Partido desde 2003 a 2013, expresidente de China y predecesor del actual líder, Hu Jintao, fue misteriosamente escoltado fuera del auditorio, ante la despreocupada mirada de Xi Jinping, cuando la prensa internacional había sido autorizada a entrar al Gran Salón del Pueblo. Fue algo inédito, y a falta de conocer los detalles o las explicaciones oficiales, disparó todas las especulaciones. Prácticamente todos los analistas coincidían en que un hecho así no es casual, tiene una finalidad clara y lanza un mensaje, interno y externo, de fuerza y estatus.

Las imágenes han copado la atención global y la rumorología se ha desatado intentando descifrar lo que realmente hay detrás del misterio acaecido en el acto de clausura del XX Congreso del PCCh. En esto ayuda el hecho de que el Gobierno y las redes sociales chinas no dicen nada a respecto. A última hora de ayer, visto que la bola de nieve de las especulaciones no dejaba de crecer, la agencia de noticias estatal china Xinhua informó que Hu Jintao fue escoltado fuera del auditorium tras sentirse indispuesto.

En las imágenes que han dado la vuelta al mundo se ve cómo Hu Jintao, de 79 años, sentado a la izquierda de su sucesor, es «invitado» a abandonar y escoltado por dos funcionarios, no antes de hacer gestos de desaprobación y cruzar unas palabras con Xi Jinping, que lo mira despreocupado, y no antes de dar una palmada en el hombro al que es considerado su protegido y hasta ahora primer ministro, Li Keqiang.

Incidente no es accidente

Lo que todo el mundo vio ayer no fue un accidente. No mediaron problemas de salud en un Hu Jintao que asistió los días previos al plenario del Congreso celebrado a puerta cerrada. Fue algo humillante, con dosis de escarnio público, quizá una escena de las luchas de poder en China retransmitida en directo con un mensaje claro: agua pasada no mueve molinos, los tiempos y dirigentes del pasado se han ido y no volverán. Y hay lo que hay: se ha entrado en otra era, la de un todopoderoso Xi Jinping que no acepta que nadie le desafie.

Si hay que creer a muchos de los expertos y sinólogos que ayer se apresuraron a descifrar el significado del desagradable incidente, Hu Jintao representa a una China muy diferente a la de Xi: un liderazgo más colegiado, dando sitio y voz a todas las facciones en el Comité Permanente del Politburó del PCCh, más abierto al mundo, más tolerante a las nuevas ideas. Xi, por el contrario, siempre según estas fuentes de la prensa occidental, sería más autoritario, un «Líder Supremo» y se habría rodeado de una «banda de leales» para afirmar su poder. A nivel internacional, también se habría alejado, hasta enmendarlo por completo, del consejo de Deng Xiaoping de mantener un perfil bajo, de su famoso «oculta tu luz y espera tu momento». La verdad, probablemente, habite en algún lugar entre esas dos visiones.

Con todo, el PCCh, como el resto de los partidos del mundo, tiende a no airear sus trapos sucios en público, a limpiarlos en casa. Si la expulsión de Hu Jintao se tratara de un acto deliberado, marcaría una ruptura del código de conducta, una desviación en el comportamiento que se exige a los miembros del partido, quizá por corrupción, o por colaboración con agencias extranjeras. O quizá es demasiado aventurado pensar que es una purga al estilo estalinista.

Cualquiera que sea la razón, su marcha del plenario tiene un peso simbólico innegable. El otro exlíder de China que aún vive, Jiang Zemin, ahora tiene 96 años y no apareció en el XX Congreso. Una vez que Hu Jintao fue escoltado a la salida, la figura de Xi fue preeminente en el escenario, como lo es ahora en la política china, donde el culto a su personalidad se ha reforzado y sus rivales han sido descartados.

Equipo de élite de Xi

Más allá de este affaire, los ojos de China y del mundo descubrirán hoy quién dirigirá el país junto al líder Xi Jinping cuando el PPCh concluya su XX Congreso, que se celebra dos veces cada década. Hay expectación y quinielas para todos los gustos sobre el liderazgo al más alto nivel que hoy se revelará cuando Xi, quien sin lugar a sorpresa alguna será confirmado para un tercer mandato, algo que no tiene precedentes en la historia reciente de China, suba al escenario en el Gran Salón del Pueblo seguido en orden descendente de importancia por los miembros de su élite o guardia pretoriana: los siete miembros de Comité Permanente del Politburó.

Con todo, Xi Jinping, de 69 años, saldrá reforzado y convertido en el líder más poderoso de China desde el “Gran Timonel”, Mao Zedong. Controla el poder y su poder no parece haber disminuido a pesar de la desaceleración de la economía, la indignación pública por las medidas restrictivas contra la pandemia, el creciente antagonismo con los países occidentales o la alianza «espalda con espalda» con Rusia.

Hoy se dará a conocer la alineación titular del equipo dirigente chino, todos mirarán a quién está y quién no, a quién reemplazará al primer ministro Li Keqiang cuando se retire en marzo tras completar el máximo de dos mandatos en el cargo. Ese equipo dará una indicación de cuál es la verdadera fuerza y potencial de Xi a medida que se aleja de la tradición de liderazgo colectivo posterior a Mao.

El pensamiento de Xi es la ideología del Partido

Miles de delegados del PCCh, que representan a las decenas de millones de militantes que tiene, han estado reunidos en el Gran Salón del Pueblo de Pekín para sellar una reorganización de los altos cargos y cambios estatutarios que se habían decidido antes de que comenzara el XX Congreso. Hay consenso en la idea de que en este congreso Xi Jinping ha reforzado su control del poder y que el PCCh ha elevado su estatus.

Entre las resoluciones aprobadas, es de gran significado la modificación estatutaria conocida con el nombre de las «Dos Salvaguardas» que consagra a Xi como el núcleo y el alma mater del Partido y a su pensamiento político como la ideología oficial del mismo. En su discurso ante los militantes, Xi empleó un tono un tanto guerrero: «Atrévanse a luchar, atrévanse a ganar, entierren sus cabezas y trabajen duro. Estén siempre decididos a seguir adelante», dijo a los reunidos mientras los funcionarios del partido anunciaban la aprobación por unanimidad de las enmiendas, que confirmaban de facto que permanecería en el poder por otro mandato, y quién sabe si no serán dos.

Politburó de leales a Xi Jinping

El XX Congreso del PPCCh clausurado ayer nombró un nuevo comité central de 200 miembros. Un órgano que es la verdadera élite del Partido, que tiene el derecho a voto y en el que solo aparecen 11 mujeres. Este, a su vez, nombrará de entre sus componentes a los veinticinco miembros del Politburó, y entre estos, a los siete miembros del Comité Permanente del Politburó, que son considerados como los guardianes y el núcleo duro del poder chino. Xi Jinping, como era de esperar, figura en el nuevo comité central, un paso esencial para que obtenga hoy el tercer mandato como secretario general.

Por el contrario, entre los otros seis miembros del Comité Permanente ya no aparecen cuatro nombres. El del primer ministro, Li Keqiang (67 años); el presidente de la Asamblea Popular, Li Zhanshu (72): el presidente de la Conferencia Consultiva, Wang Yang (67) -reformista con una imagen relativamente liberal que llegó a aparecer en las quinielas para sustitur a Xi como secretario general del Partido-; y el viceprimer ministro, Han Zheng (68 años). La regla que impera en el PCCh, pero que no se aplica a Xi Jinping, es que los líderes se jubilan a los 68 años. En teoría, dos de los cuatro titulares podrían haber permanecido en sus puestos. Li Keqiang, considerado como liberal y delfín de Hu Jintao, ya adelantó en marzo que dejaría el cargo, pero su salida del Comité Permanente del Politburó no era segura.

Esta amplia reorganización de la dirección permitirá a Xi consolidar aún más su poder mediante el nombramiento de cuadros leales. El nuevo Comité Permanente se conocerá hoy y se da por hecho que sus miembros seguirán su política de priorizar la ideología y la seguridad nacional por encima del mero desarrollo económico, por lo menos en los próximos cinco años, aunque se especula que podrían ser diez, dado que estaría pensando en mantenerse en el poder hasta el XXII Congreso, hasta los 79 años.

Prueba de ello es que ayer el Congreso adoptó por unanimidad una enmienda a los estatutos obligando a todos los militantes a «defender la posición de Xi Jinping en el comité central y en el Partido en su conjunto». Por lo tanto, oponerse a él es violar los estatutos del Partido. También aprobó una resolución para incluir en esos estatutos que «se combata y frene firmemente a todos los intentos separatistas que defienden la independencia de Taiwán».