Joseba Salbador Goikoetxea

Parejas adolescentes: del control al abuso emocional

El ataque sufrido por la directora del IES Ibaialde de Burlata en febrero cuando intentó mediar en la agresión de un chico de 15 años a su expareja volvió a sacar a la luz el incremento de la violencia y de las conductas de control entre adolescentes, de las que vienen alertando los expertos.

Un estudio realizado recientemente alerta de la necesidad de prestar especial atención a la violencia a través de las redes.
Un estudio realizado recientemente alerta de la necesidad de prestar especial atención a la violencia a través de las redes. (Getty IMAGES)

Según constatan los últimos estudios sobre este fenómeno, el control y el abuso emocional definen la violencia de género en las parejas adolescentes, relaciones en las que, a pesar de los avances en la lucha por la igualdad, persisten actitudes tóxicas y machistas.

«La más habitual es la violencia de control: con quién vas, qué te pones, con quién hablas. En parejas jóvenes, que presuponemos más modernas, más igualitarias, sigue funcionando una concepción rancia y estereotipada del amor romántico, que ve los celos como ejemplo de amor», señala Anna Sanmartín, subdirectora del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud.

La propia Fiscalía General del Estado ya alertó de este problema en su última memoria. «Se detecta un incremento de la violencia entre los menores que ya desarrollan conductas de dominio y control en sus tempranas relaciones afectivas o experiencias sexuales y que requieren un abordaje educativo».

Desde 2003, cuando comenzaron los registros de mujeres víctimas de la violencia de género, catorce menores han muerto en el Estado español a manos de sus parejas o exparejas, cinco de ellas con menos de 16 años.

El último barómetro sobre juventud y género de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), reveló que el 20% de los chicos jóvenes (de 15 a 29 años) cree que la violencia de género es un «invento», un porcentaje que era del 12% en 2019.

Encuesta

Para conocer la dimensión del problema, la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid elaboró un estudio que partió de una encuesta a 13.267 adolescentes de 14 a 20 años y que fue presentado en 2021. De acuerdo a este trabajo, las situaciones de violencia de género que un mayor porcentaje de chicas adolescentes reconoce haber vivido en su pareja son las de abuso emocional («insultar o ridiculizar», el 17,3%), control abusivo general («decidir por mí hasta el más mínimo detalle», 17,1%) y controlar a través del móvil (14,9%).

El 11,1% reconoce además que se «ha sentido presionada para situaciones de tipo sexual en las que no quería participar».

Destaca este estudio que el porcentaje de chicos que reconoce haber ejercido violencia de género es sensiblemente menor al porcentaje de chicas que responde haberla sufrido, en sus diferentes versiones.
Por ejemplo, el 2,3% de los chicos reconoce haber pegado a una pareja o expareja, frente al 3,6% de chicas que dice haber sufrido esa situación; el 3,1% de los chicos admite que la presionó para «conductas de tipo sexual en las que ella no quería participar», pero el 11% de ellas responde que se ha sentido presionada; el 2,8% de los chicos reconoce que ha enviado mensajes en los que la insultaba o amenazaba, frente al 6,3% de las chicas que afirman haberlos recibido.

Prevención e implicación

El estudio, que refleja no obstante una evolución positiva en las relaciones adolescentes desde 2010, apuesta por la prevención escolar y por la implicación de las familias, prestando especial atención a la violencia a través de las redes.

«Hemos delegado mucho en la gente joven por ser nativos digitales, y vemos que no, que tienen que aprender a manejar la tecnología. El móvil no es un dispositivo, es un espacio para la socialización», subraya Anna Sanmartín.

A su juicio, no hay que demonizar las pantallas, pero sí ser conscientes de que han facilitado esa «violencia de control» y han cambiado el concepto de privacidad al permitir estar «constantemente disponible y presente».

Esta experta hace hincapié en la importancia de la educación afectivo-sexual en los centros escolares desde edades tempranas y coincide en la necesidad de implicar a las familias, muchas todavía no preparadas para hablar de sexualidad con sus hijos.

Marta Ripoll, atendiendo a los medios tras ser agredida por un chico de 15 años. (RTVE)

«Esto me hace más fuerte para luchar contra la violencia»

La directora del Instituto de Educación Secundaria Ibaialde de Burlata, Marta Ripoll, atacada cuando intentó mediar en la agresión de un joven de 15 años a su expareja el pasado mes de febrero, aseguró tras pasar por el hospital que repetiría «sin pensar» y que ese suceso a ella le hizo «más fuerte» y al él «más débil y más pequeño».

Ripoll recibió un puñetazo cuando acudió a separar al menor que estaba agrediendo en la calle a una joven con la que había mantenido una relación sentimental. El ataque le provocó una fractura orbitaria que requirió una operación en la que le implantaron una placa de titanio en el hueso bajo el ojo derecho.

En declaraciones realizadas cuando aún se encontraba convaleciente, Ripoll relató que no conocía a ninguno de los dos, pero que no dudó en acercarse con otra compañera del instituto en el que trabaja como directora y profesora de Educación Física y, pese a lo sucedido, aseguró que volvería a actuar de la misma manera.

Aunque reconoció el daño físico, aseguró que psicológicamente «me ha hecho más fuerte» y sacó dos conclusiones de estos hechos: la negativa, la «pena que da que hoy en día sigan sucediendo actos como estos, que un niño no sepa aceptar un no. Lo positivo –añadió– es que esto me hace más fuerte para luchar contra la violencia, no solamente a mí sino que espero que a más gente. Que se vayan concienciando y no normalicen estas situaciones de agresividad», dijo, aunque remarcó que no es toda la juventud, «es un porcentaje mínimo el que no sabe aceptar un no, y eso es por lo que tenemos que luchar en todos los ámbitos, tanto familiar como educativo y en general en la sociedad».

Atribuyó el comportamiento que tuvo al acudir a mediar en la agresión a su condición de docente: «Nos sale innato. Creo que los docentes estamos tan implicados en la educación de nuestro alumnado que, a pesar de que no eran alumnos nuestros, ya tienes esa vena de no permitir esta violencia, sea quien sea, sea un niño o sea un adulto».

«Estoy segura de que cualquier otro docente lo hubiera hecho, porque además estamos trabajando muchísimo el tema de la violencia tanto de género con skolae –el programa de educación en igualdad que promueve el Gobierno foral– como la violencia en general. La coeducación, la igualdad de géneros, el saberse escuchar unos a otros», materias en las que implican a alumnos y profesores.