Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión

Centenario de György Ligeti, el compositor de atmósferas abiertas a la imaginación

Considerado uno de los grandes compositores del siglo XX, György Ligeti hubiera cumplido este 28 de mayo cien años. Fue un consumado explorador de nuevos mundos sonoros y un soñador de irreales atmósferas sonoras. En su obra destacan piezas como ‘Lux Aeterna’ o ‘El gran macabro’, entre otras muchas.

El compositor György Ligeti.
El compositor György Ligeti. (SONY CLASSICAL)

1968 acogió el estreno de ‘2001: Una odisea del espacio’, de Stanley Kubrick, una visión sobre la historia de la humanidad y su mortalidad cuyas imágenes llegaban al espectador a través de una banda sonora compuesta de grandes clásicos de la música. Una de sus escenas nos descubrió la nave que recorre el espacio para investigar el descubrimiento del monolito que introdujo a los primeros simios los conceptos de envidia, odio y asesinato. Mientras la nave realiza su solitaria singladura en la inmensidad de las estrellas, escuchamos la angustiosa e inquietante ‘Lux Aeterna’ del compositor György Ligeti.

Nacido en Transilvania el 28 de mayo de 1923, en una familia judía de habla alemana, Ligeti se interesó desde muy joven por la música lo que le llevó a tomar sus clases de piano.

El ascenso al poder de los nazis en Alemania y el estallido de la Segunda Guerra Mundial lo marcarían para siempre: su padre murió en el campo de concentración de Bergen-Belsen (Alemania) y su hermano en Mauthausen (Austria).

Ligeti tuvo que realizar trabajos para el Ejército húngaro en el último tramo de la contienda, después de la guerra y hasta 1956 impartió clases de música en el conservatorio de Budapest. De aquella etapa dijo: «Mi vida durante la época nazi y el comunismo estuvo llena de riesgos. Creo que eso se refleja, ese sentimiento permanece en la música».

Comenzó a componer explorando las técnicas más vanguardistas y, tras su marcha a Viena en 1953, entró en contacto con la tradición compositiva más vanguardista del momento.

Su partitura se caracteriza por la constante búsqueda de nuevos modelos rítmicos empleados en distintas combinaciones (polirritmia) y su exploración de distintas texturas y densidades sonoras.

Su primera obra de teatro lírico fue ‘El gran macabro’ (1974-77), la cual figura entre las más conocidas, junto a los ‘Estudios para piano’, iniciados en 1985.

Según dijo, sus composiciones, que «se escapan a toda categoría, no son ni tonales ni atonales ni posmodernas», tienen en común que «surgen siempre de una idea central sencilla y conducen a la extrema complejidad».

El prestigioso compositor vasco Luis de Pablo recordó así a Ligeti: «En la época en la que estuve en Darmstadt, Ligeti era sobre todo un divulgador. Hablaba de la música de los demás porque había compuesto muy poco aún. Le hice venir al Ateneo de Madrid el año 1960 o 1961 para impartir cursos sobre las técnicas de la música electrónica. En esa ocasión me mostró sus primeros esbozos de ‘Atmosphères’, de los que estaba muy orgulloso. Ligeti fue para mí un extraordinario profesor, pero sus clases consistían en que él hablaba y tu entendías o no... mientras que faltaba la orientación concreta sobre tu música».

Ligeti, en las secuencias de Kubrick

En 1974, Ligeti descubrió la obra del ilustrador holandés M.C. Escher y sintió que la esencia de sus cuadros, sobre una imagen de ilusión continua a través de transformaciones progresivas, perspectivas imposibles y metamorfosis ópticas, entroncaba directamente con el mensaje de su discurso musical.

Inmerso en su personal laberinto sonoro, asomó la figura de otro gran Minotauro creativo, el cineasta Stanley Kubrick quien, por su parte, se encontraba enfrascado en la búsqueda de un sonido que ilustrase sus visionarias secuencias espaciales.

En su búsqueda, el director de cine topó con tres de sus composiciones: 'Requiem', 'Lux Aeterna' y 'Atmosphères'.

Kubrick no pagó por los derechos de autor de las mencionadas composiciones, ni tan siquiera se le ocurrió pedir permiso a su autor y, cuando Ligeti se enteró de ello, acudió a los tribunales y lo demandó por un dólar.

En dos filmes posteriores de Kubrick volvió a asomar la música del compositor, que esta vez sí fue remunerado: ‘El resplandor’, donde se incluyó el tema 'Lontano', y ‘Eyes Wide Shut’, en la que aparece el tema 'Musica ricercata'.