Patti Smith ha descrito ‘El libro de los días’ (Editorial Lumen) como «mi particular forma de decir ‘hola’». En sus páginas se dan cita imágenes de distintos aspectos de su intimidad que llegan acompañados por breves reflexiones que la polifacética artista define como ‘esbozos de oráculos’, en su intento por añadir cierto elementos lindantes a la poesía.

El libro se gestó durante los casi dos años de pandemia que la artista pasó encerrada en Nueva York y supuso un cambio en su forma de crear, ya que dejó de lado su inseparable Polaroid Land 250 y trasladó su diario visual a la red social Instagram, a través del perfil @thisispattismith.

Para Smith se trata de «una aproximación a cómo navego en esta cultura a mi estilo. Las entradas y las imágenes son llaves que abren las puertas de los propios pensamientos. A cada una de ella la rodea a reverberación de otras posibilidades».

A modo de cuaderno de bitácora, ‘El libro de los días’ nos descubre el café matutino de Patti Smith, sus viajes, la prolongada sombra de su madre, obras de arte, libros, instrumentos o personajes como Virginia Woolf, Joan Mitchell, Roberto Bolaño, Picasso, Mandela o Yoko Ono, entre otros.

«Cada imagen y cada palabra revelan un fragmento de mi mundo y recuerdan la importancia de observar y apreciar la belleza en los detalles más simples de la vida», explica la autora.

A todo ello se suma una reflexión sobre la relación entre la imagen y la palabra, así como sobre el papel de la tecnología en nuestra forma de comunicarnos y crear. En sus palabras, «las redes sociales, en su retorcida democracia, a veces alimentan la crueldad, los comentarios reaccionarios, la desinformación y el nacionalismo, pero también pueden ponerse a nuestro servicio».

Patti Smith, a ambos lados de una Land Camera 250

Dentro del ámbito de la fotografía, la autora del mítico disco ‘Horses’ es conocida por captar constantemente sus impresiones y expresiones mediante su Land Camera 250. Smith comenzó a publicar imágenes en las que asomaban retratos de sus hijos, su radiador, sus botas y su gato abisinio, Cairo.

Dicha experiencia provocó una conexión inmediata entre sus seguidores y estas pequeñas ventanas en miniatura que invitaban a ser partícipes de su mundo.

Con el tiempo, esta experiencia se reveló como un testimonio creativo y coherente de una artista multidisciplinar que obtuvo la respuesta de un millón de seguidores que disfrutan de esta colección de imágenes que muestran sus pasiones, devociones, obsesiones y caprichos.

En 2008 lanzó ‘Land 50’, y ese mismo año París acogió una exposición de su trabajo, una colección de fotografías, dibujos y escritos personales. Sobre aquella exposición dijo que «a veces, si ansío el silencio, recurro a mi Land 250. La experiencia de tomar Polaroids me conecta con el momento. Son recuerdos de una soledad gozosa».