Aritz Intxusta
Redactor de actualidad

Donibane recuerda a Berrueta, el panadero al que un policía mató dos días después del 11-M

Veinte años después de que mataran a Ángel Berrueta en Iruñea por negarse a colgar un cartel que imputaba a ETA el atentado del 11-M, familia, amigos y vecinos se han congregado junto a la que fue su panadería para rendirle homenaje y demandar verdad, justicia y reparación.

Mari Camen Mañas, la viuda, y Enekitz, hijo, junto al retrato de Angel Berrueta durante la ofrenda floral.
Mari Camen Mañas, la viuda, y Enekitz, hijo, junto al retrato de Angel Berrueta durante la ofrenda floral. (Iñigo URIZ | FOKU)

Los reunidos curioseaban la docena de columnas que se habían instalado junto a la que fue la panadería de Ángel Berrueta. Estaban compuestas por decenas de fotografías y titulares de prensa que mostraban la gran mentira, la inculpación a ETA del atentado del 11-M por parte del PP, que acabó costando la vida del vecino de Donibane.

En esas columnas también había fotos de las brutales cargas de la Policía española durante el velatorio. 

Entonces se han escuchado los cencerros. La gente se ha apartado para dejar paso a los joaldunak del barrio, que avanzaban con dos grandes fotos.

Eran los rostros de Berrueta y de Kontxi Sanchiz, que murió de un infarto durante una carga en Hernani cuando salió a denunciar la muerte de este panadero que se negó a colgar un cartel contra ETA dos días después del 11-M, y a quien su vecino policía mató a modo de represalia.

Cuando los joaldunak se han acomodado junto al escenario. Una llamada con la txalaparta ha dado comienzo al acto.

Dos bertsolaris han cantado para denunciar que la «las mentiras son también armas, como las pistolas o las bombas» y que, además, «se disparan como balas». Han cerrado su diálogo conminando a los asistentes avanzar para adelante, pero siempre mirando atrás. 

Un cuento sobre un panadero y un rey y escrito por Daniel Rico ha servido de hilo conductor de las distintas intervenciones. Entre un orador y otro, la narradora iba avanzando en esa historia basada en lo que le ocurrió a Berrueta el 13 de marzo de 2004. 

Aitziber Berrueta, durante su intervención. (Iñigo URIZ/FOKU)

Aitziber, hija de Ángel, ha hablado en primer lugar, dando las gracias a todos los que, cada 13 de marzo, acuden al homenaje.

«Puedes llorar por lo que se ha ido o puedes sonreír porque ha vivido. Puedes cerrar los ojos y rezar para que vuelva o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado. Tu corazón puede estar vacío, porque no le puedas ver, o puedes estar lleno del amor que compartiste. Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío y dar la espalda... o puedes hacer lo que a él le gustaría: sonreír, abrir los ojos y seguir», ha asegurado Aitziber. 

Después han seguido miembros de Gurasoak, el grupo solidario en el que militaba Berrueta. «Todavía no se ha hecho justicia, pero no se flaquea. Tu gente sigue empeñada. Estás en nuestro relato para buscar verdad, justicia y reparación, como también está Kontxi», ha declarado el portavoz dirigiéndose a su viejo amigo. 

Justo después, ha llegado un momento, si cabe, más emotivo. Ante las dos fotografías se ha bailado un aurresku diferente. Sin txistus, ni trajes tradicionales. Ha sido cantado por dos vecinas (Irati y Silvia), pues el aurresku tiene letra, acompañadas por una guitarra. 

La clave, no obstante, estaba en los dantzaris vestidos de calle. Uno era Imanol, uno de los hijos, y el otro un sobrino, Asier. 

Al terminar se han abrazado a la viuda, Mari Carmen Mañas, y a los otros hermanos, Enekoitz y Aitziber. 

Tanto Mari Carmen como Aitziber han ofrecido, en el marco de Artefaktua, una entrevista a NAIZ, que se ha publicado este miércoles.

Asier e Imanol, sobrino e hijo, bailando el aurresku.

A continuación, ha intervenido la fundación Egiari Zor. Ainara Gorostiaga ha mostrado su confianza en que el reconocimiento como víctima llegará a través de la ley que se ha aprobado en el Parlamento. Y no solo se reconocerá a Ángel, sino también se reconocerán a la familia como «víctimas de amenazas y hostigamiento». 

La Junta de Gobierno de Iruñea ha solicitado formalmente al Gobierno este reconocimiento.

Después, ha llegado el turno de la plataforma Ángel Gogoan, organizadora de estos actos de memoria que se celebran todos los años. «Recordamos aquel fatídico día de marzo de 2004, cuando la vida de Ángel fue truncada por la violencia de un agente de la Policía Nacional. Su pérdida dejó un vacío imposible de llenar en nuestras vidas y en nuestro barrio», han señalado

«En estos veinte años, hemos luchado por mantener viva la memoria de Angel y por exigir justicia. Hemos resistido frente a la indiferencia y la impunidad, y hemos levantado nuestra voz para denunciar la violencia institucional y la manipulación mediática que permitieron su asesinato», han continuado. 

Tras esta última lectura, la narradora ha terminado el cuento donde el panadero protagonista también muere. 

En ese momento, ha sonado por los altavoces ‘Xalbadorren heriotzean’. Los presentes, varios cientos, quizá mil, se han arrancado a cantar. Entre ellos estaba Joseba Asiron, alcalde de la ciudad, que ha acudido acompañado de varios concejales. También había rostros reconocidos del Departamento de Memoria y Convivencia del Gobierno de Nafarroa. 

Luego ha llegado ya el tiempo de los saludos, los abrazos y las despedidas. Hasta el 13 de marzo del año que viene.