NAIZ

Cincuenta años del viaje clandestino del lehendakari Leizaola a Gernika

En abril de 1974, el lehendakari Leizaola realizó una visita clandestina a Gernika el día del Aberri Eguna para demostrar la capacidad de acción de las instituciones vascas en el exilio. Así lo han recordado varios protagonistas de ese viaje en un coloquio organizado por la Fundación Sabino Arana.

El lehendakari Leizaola, en su visita a Gernika.
El lehendakari Leizaola, en su visita a Gernika. (FUNDACIÓN SABINO ARANA)

Hace cincuenta años, el lehendakari en el exilio, Jesús María de Leizaola, realizó una arriesgada visita clandestina a Gernika el día del Aberri Eguna, como se ha recordado en el coloquio organizado este jueves por la Fundación Sabino Arana.

En el mismo, han intervenido varias personas que participaron en aquel acontecimiento, con el que se quería demostrar a la opinión pública la capacidad de acción de las instituciones vascas en el exilio y del PNV.

En concreto, han tomado la palabra Javier Chalbaud, Pedro de la Sota y Fede Bergaretxe, moderados por Koldo San Sebastián y que han ofrecido detalles de la histórica visita de Leizaola.

Coloquio organizado por la Fundación Sabino Arana. (Marisol RAMIREZ | FOKU)

Bergaretxe era el responsable de la Resistencia Vasca en el interior y fue el encargado de conducir el coche que trasladó a Leizaola a Gernika y, posteriormente, a la muga, a Behobia.

Por su parte, De la Sota grabó la película que inmortalizó la visita al Árbol y a la Casa de Juntas de Gernika, y Chalbaud fue el encargado de realizar las fotografías. De hecho, durante el coloquio, se han proyectado las imágenes de la grabación cuyo original se conserva en la Filmoteca Vasca.

El temple de un octogenario

De esta manera se ha recordado la arriesgada aventura protagonizada por un hombre prácticamente octogenario hace cinco décadas. En 1974, la Resistencia Vasca quiso marcar la celebración del Aberri Eguna con un hecho insólito: la presencia del lehendakari en el exilio Jesús María de Leizaola nada menos que en Gernika.

Esa visita tenía sus riesgos, ya que cabía la posibilidad de que la Policía española detuviera a Leizaola, pero el lehendakari decidió participar en tan elocuente golpe de efecto.

Era una demostración más del temple de Leizaola, un personaje de larga trayectoria en el nacionalismo vasco. Nacido el 7 de septiembre de 1896 en Donostia, este abogado fue miembro del Gobierno presidido por José Antonio Agirre y el último integrante de ese Ejecutivo en abandonar Bilbo antes de la ocupación del Ejército franquista en junio de 1937.

Hombre de confianza de Agirre, le sustituyó en el cargo cuando el primer lehendakari falleció el 28 de marzo de 1960, un puesto que Leizaola ocupó durante las siguientes dos décadas.

El lehendakari Leizaola posa ante el Árbol de Gernika durante su visita clandestina hace cincuenta años. (FUNDACIÓN SABINO ARANA)

 

Ostentando ese cargo, el sábado 13 de abril de 1974, víspera del Aberri Eguna, Leizaola se ponía en marcha desde Ipar Euskal Herria en dirección a Bilbo en un vehículo conducido por Primi Abad y en el que también viajaban otros dos antiguos gudaris: Deunoro Totorika e Hilario Zubizarreta. Portaba la documentación de un agente de aduanas de Hendaia fallecido unos pocos meses antes y que tenía lazos familiares con un cargo del PNV.

Tras un primer intento fallido de cruzar la muga por Behobia, finalmente pasaron por Bera y terminaron sin contratiempos en la capital vizcaina. Allí les aguardaba Fede Bergaretxe, presidente del Consejo Delegado de la Resistencia Vasca interior, con su coche para ocuparse de los desplazamientos de Leizaola.

Tras visitar la basílica de Begoña, pasaron por el puente de la Salve y el lehendakari pudo ver los Altos Hornos antes de llegar a la casa de Sabin Zubiri en Algorta. En ese lugar, Leizaola compareció ante varios periodista extranjeros para que su visita clandestina a Hego Euskal Herria tuviera eco internacional. Entre ellos se encontraba Dominique Puchin, redactor de ‘Le Monde’, al que concedió una entrevista.

Al día siguiente, jornada en sí del Aberri Eguna, Leizaola se dirigió a la Casa de Juntas de Gernika, donde habían sido congregadas varias personas sin saber que el lehendakari iba a estar presente. Tras convencer al bedel de que abriera el recinto para que una persona que llevaba tiempo fuera pudiera ver el árbol, Leizaola pudo regresar a ese lugar y ser fotografiado junto al roble.

También se acercó hasta el cementerio de Sukarrieta para visitar la tumba de Sabino Arana, a pesar de que sabía que los restos del fundador del nacionalismo vasco habían sido trasladados durante la guerra para evitar que fueran profanados por los fascistas.

A continuación, Bergaretxe le llevó hasta Autzagane, donde le aguardaban los tres antiguos gudaris para cruzar de nuevo la muga, esta vez por Behobia y llegar sin contratiempos a Donibane Lohizune. Una vez en la localidad, Leizaola se dirigió al frontón Jai Alai, donde se iba a celebrar la comida de celebración del Aberri Eguna, y allí anunció nada más presentarse que «¡Vengo de Gernika!».

Cinco años más tarde y una vez muerto el dictador Franco, Leizaola regresó a Hego Euskal Herria el 15 de diciembre, tras un exilio de más de 40 años. Miles de personas le tributaron un cálido homenaje en el campo de fútbol de San Mamés. Al día siguiente, ‘entregó’ sus poderes de lehendakari al entonces presidente del Consejo General Vasco, Carlos Garaikoetxea, que un año más tarde pasaría a ser oficialmente el primer lehendakari del Gobierno de Lakua elegido tras la dictadura.

El 16 de marzo de 1989 fallecía a los 92 años Leizaola, casi una década después de aquella visita clandestina a Gernika que tantos recuerdos le había traído.