Gaizka Izagirre
Zinema eta telesail kritikaria
CRíTICA PERLAK

Magistral (una vez más) Sean Baker

ANORA
Estados Unidos, 2024. 138 minutos. Dirección y guion: Sean Baker. Intérpretes: Mikey Madison, Mark Eydelshteyn, Yuri Borísov, Darya Ekamasova, Aleksei Serebryakov. Música: Matthew Hearon-Smith. Fotografía: Drew Daniels

Fotograma de ‘Anora’.
Fotograma de ‘Anora’. (ZINEMALDIA)

Salgo fascinado del cine; Sean Baker no defrauda nunca. En la flamante ganadora del pasado Festival de Cannes, pone en el centro de la narración al personaje que da nombre a la película: Anora –aunque ella prefiere que la llamen Ani–; una joven trabajadora sexual de Brooklyn, que tiene la oportunidad de vivir una historia de ‘Cenicienta’ cuando conoce e impulsivamente se casa con el hijo de un oligarca ruso, Ivan.

A lo largo de su filmografía, el director estadounidense se ha acercado a aquellas realidades que normalmente no se ven reflejadas en el cine, y pone la mirada en aquellos personajes que permanecen marginados por razones de raza, de género o de estatus social y que se ven excluidos a la hora de alcanzar el supuesto ‘american dream’. Pero lo más interesante es que no convierte a esos personajes en víctimas, ni los juzga, ni suelta sermones moralizantes. En ‘Anora’ hace justamente eso.

Baker ha creado una especie de reverso de ‘Pretty Woman’ pasado por el filtro de los Coen o los hermanos Safdie y lo reafirma como un narrador magistral y como un creador con una capacidad asombrosa para dirigir actores; todo el elenco en general, y Mikey Madison en particular, hacen un trabajo impresionante. Fusiona de manera fascinante su estética con el fervor del «romance» en ciernes entre Ani e Ivan, mientras la cámara de Drew Daniels gira de manera vertiginosa de un lado para otro. Entre tanto melodías archiconocidas del dance-pop –‘All the Things She Said’ de t.A.T.u por ejemplo– inundan intermitentemente la banda sonora.

El manejo del tiempo narrativo es asombroso; hay partes en que el montaje y el uso de las elipsis impregnan la cinta con un ritmo vertiginoso, y otras en las que Baker decide pararse en una escena o localización concreta, y alargarla muchísimo para darnos cierto respiro y también reflexionar. En su recta final por ejemplo, sumerge la trama en el ámbito de la lucha de clases, presentando un intenso conflicto entre la soberbia del capitalismo y la dignidad de los marginados. Me fascina cómo lo hace, pero también reconozco que los 138 minutos, tal vez, resulten un tanto excesivos, hay partes en las que se atasca narrativamente.

El thriller, el drama y sobre todo la comedia campan a sus anchas en una película muy divertida, pero también muy dolorosa y sobre todo con un enorme corazón.

Magistral (una vez más) Sean Baker.