
Tadej Pogacar no es el típico ciclista que se conforma con lo mínimo. Si no ocurría nada extraño, en la primera etapa de los Pirineos de este jueves, el esloveno del UAE tenía medianamente asegurado el maillot amarillo al finalizar la jornada tras el desplome del hasta ahora líder Ben Healy. Pues bien, al maillot arcoíris no le ha bastado y ha lanzado un ataque voraz a falta de 12 kilómetros, en la subida a Hautacam, para deja atrás a su máximo rival, Jonas Vingegaard (Visma). Las diferencias han ido aumentando demasiado rápido y el danés ha cruzado la línea de meta a 2:10. Tercera victoria en este Tour de Pogacar, la 102 de su carrera y paso de gigante hacia su cuarto Tour.
Golpe moral y psicológico. No solo de Pogacar a Vingegaard y sus otros rivales como un Remco Evenepoel (Soudal) a su ritmo pero con problemas en cada ascenso del día o un gran Florian Lipowitz, tercero de la etapa a 2:23 y cuarto en la general. Sino también del UAE Team, que se ha puesto en cabeza en el tramo final de la primera etapa pirenaica, tomando el relevo del Visma en la parte delantera –cuando se había puesto a tirar en el ascenso al col de Soulor– y diciendo 'aquí estamos nosotros', antes de que Jhonatan Narvaez –a falta de Joao Almeida– subiese el ritmo para que Pogacar asestase el golpe definitivo en las duras rampas de Hautacam que puede valer un Tour.
Pero hay más en el aspecto psicológico. La victoria y el hachazo de 'Pogi' se ha producido en la misma cima donde hace tres años fue humillado por Vingegaard. Este jueves, el campeón del mundo se ha tomado la revancha y le ha aventajado en 2:10 en la meta, por lo que ya le tiene a 3:41 en la general, una renta muy sustanciosa para conseguir su cuarto Tour.
Y este viernes espera la cronoescalada de 10,9 kilómetros entre Loudenvielle y Peyragudes, puerto de primera de 8 km al 7,3%. Habrá que ver cómo descansan los favoritos al maillot amarillo. Lo peor de la etapa en el altipuerto llega al final, con rampas de hasta el 16%.
Aficionados vascos
En los primeros kilómetros de los Pirineos ya se han podido ver ver por el camino a los aficionados vascos, habituales en las carreteras animando a los ciclistas, pero mucho más en estos lares y en un Tour. Ikurriñas en mano, no han dejado de animar al pelotón y, cómo no, a los corredores de Euskal Herria, aunque en esta edición sean mínimos.
En los últimos kilómetros de las duras rampas de Hautacam, por ejemplo, se han podido ver caretas gigantes con la cara de Ion Izagirre (Cofidis) animando al de Ormaiztegi. Alex Aranburu seguro que ha tenido también el aliento de la afición.
Como seguro también lo ha tenido otro de los protagonistas de la jornada: Bruno Armirail. El corredor del Descathlon Ag2r La Mondiale ha estado en cabeza por unas carreteras que conoce a la perfección. El de Bagnères-de-Bigorre, localidad a escasos kilómetros de Hautacam, ha soñado con lograr la victoria en el Tour. Ha sido uno de los escapados del día, entre los que estaban Welles (UAE), Benoot (Visma) o los Movistar Castrillo, Romeo y Einer Rubio. Armirail ha sido el único superviviente. Ha cruzado en solitario el valle hasta el pie de Hautacam, pero los perseguidores ya eran los mosqueteros de la general, que marchaban afilando las espadas para el combate.
Sin embargo, la pelea no ha durado ni cinco minutos. En el escenario de categoría especial que nunca pasó inadvertido ante el libro de historia del Tour, donde en 1994 un francés llamado Luc Leblanc le hizo sufrir a Indurain, donde Javier Otxoa en 2002 firmó una hazaña inolvidable y donde Nibali encargó el Tour 2014, un esloveno implacable ha decidido ir dando carpetazo al Tour 2025.

Ambulancias de Osakidetza, un servicio de camino a urgencias

Mikel Zabalza gogoan: «Memoriaren herria gara, ezkutuan gorde nahi dutena argitaratuko duena»

El Patronato del Guggenheim abandona finalmente el proyecto de Urdaibai

Ocho de los Filton24 mantienen la huelga de hambre como protesta por el genocidio en Palestina

