Queda preguntarse si en esta crónica dejamos como aperitivo, o como epílogo, la otra película a Sección Oficial de la jornada, ‘À pied d’œuvre (At work)’ de Valérie Donzelli (‘Sólo para mí’), un film que se beneficiaría más de su selección en Venecia si no compitiera –literalmente– contra las famas agigantadas de los nombres que la acompañan en la parrilla: Julia Roberts, Lee Byun-hun, incluso Sofia Coppola estaba dando hoy, a la hora del estreno mundial del film de Donzelli, una clase magistral sobre vestuario con Milena Canonero, la diseñadora de Stanley Kubrick y Wes Anderson.

En fin, ‘À pied d’œuvre’ es una comedia ligera, con espíritu de anecdotario minimalista y espíritu popular, alrededor de la rutina de un fotógrafo de éxito (Bastien Bouillon, ‘Partir un jour’) que ha abandonado su carrera sólo para encontrarse bajo el lindar de la pobreza y entre trabajos de falso autónomo. Donzelli deja las riendas de su dietario curioso a Bouillon, que dibuja una sociedad individualista e hipertecnificada con los trazos lánguidos pero animados de un Sempé. El film resulta simpático.

En ‘Caza de brujas’, de Luca Guadagnino, lo problemático es constructivo

Cabe saber dos cosas alrededor de la nueva película del responsable de ‘Rivales’ y ‘Call Me By Your Name’. La primera, ‘Caza de brujas’ ha despertado reacciones guturales entre la prensa en el Lido, que en parte la ha catalogado de alegato antifeminista. En un gesto de valentía excepcional durante días de mucho tabú, la protagonista Julia Roberts ha comparecido ante la prensa para explicarse: «Nuestra intención era actualizar los debates, para seguir hablando». Buscaban, en sus palabras, «sacudir convicciones. No se trata tanto de hacer una declaración, sino de compartir estas vidas durante este momento y luego hablar sobre ello. Estamos perdiendo el arte de la conversación entre humanos».

La segunda, en ‘Caza de brujas’ Luca Guadagnino se aleja un paso más de la provocación y entrega, sin renunciar a un ápice de melodrama, su película más sobria. Asimismo, quizás su película más humanista. El film se construye sobre la Pasión (física, personal y espiritual) de una profesora de filosofía confrontada por víctimas y verdugos –y por sí misma–, ante su complaciente reacción a un caso de abuso sexual. Estructurada como una miríada de conversaciones, la propuesta se eleva gracias a un reparto mayoritariamente brillante, entre los que destacan Julia Roberts, la profesora, Ayo Edebiri, la alumna agraviada, y Michael Stuhlbarg, un hombre dimensional; mientras que Andrew Garfield, el abusador, exagera hasta la hipertrofia. Cabe destacar un diseño de producción almodovariano, aun en grises y azules, y el gusto por los contraluces y desenfoques de la fotografía de Malik Hassan Sayeed (‘Queer’). Una delicia.

Park Chan-wook y los hombres fracasados de ‘No Other Choice’

El film adapta la novela ‘The Ax’, de Donald E. Westlake, sobre un hombre que es despedido de su cargo intermedio en una fábrica papelera y concluye que la única posibilidad de ser reclutado por la competencia pasa por aniquilar a los otros cinco candidatos al puesto. El argumento ya fue empleado por Costa-Gavras veinte años atrás en la gélida y cruel ‘Arcadia’, por lo que el regreso de Park pasará por los códigos de la farsa.

El tipo, Man-su (Lee Byun-hun, el epítome de la masculinidad hierática en Corea; el Líder de ‘El juego del calamar’), trata de cumplir con los asesinatos por entre setpieces variadísimas y en una trama que, de apaño en apaño, nunca se detiene.

Los crímenes se concretan en hiperbólicos gags de comedia física, siempre en un registro expresivo superficial, muy coreano. La comedia sienta bien a la opulencia audiovisual de Park Chan-wook, que disfruta hallando excusas para zarandear una cámara acrobática e introducir largos arrebatos de montajes musicales. Que se sostenga la tensión de un argumento rematadamente grave, al tiempo que distraído por tantos episodios cómicos, eso es harina de otro costal.