
Estos seis folios rezuman historia, compromiso, también tragedia. Los dictó horas antes de morir, a tenor del texto nada más cruzada su última medianoche, Jon Paredes Manot ‘Txiki’, estando «en capilla» a la espera del pelotón de fusilamiento. Y fue sellado notarialmente tres días después, ya sin vida.
No es el testamento corriente, es un legado histórico. La motivación habitual de un documento de este tipo, el reparto de las propiedades del difunto, se despacha en cuatro líneas: deja toda su ropa y efectos personales a su hermano Mikel e instituye como heredera a su madre, Antonia María Manot. Su aita había fallecido para entonces.
El resto es un alegato político, que según quienes le acompañaban en aquel momento fue expresado por Txiki con entereza absoluta, la de un joven de solo 21 años y medio pero con las ideas muy claras. Entre ellas, que su muerte no sería en vano.
En la mañana de ese día 26, Jon Paredes había trasladado este mensaje también a su abogado Miguel Castells, según ha detallado este mismo en una carta estos días. Habla Txiki:
«Quiere que en este testamento consten las siguientes manifestaciones:
Al Pueblo Vasco:
Una vez más va a derramarse la sangre del pueblo vasco. Probablemente cuando llegue este comunicado al pueblo, yo ya habré caído bajo el pelotón de ejecución.
Mi intención al escribir este comunicado es poner una vez más de relieve el sufrimiento del pueblo vasco y de todos los pueblos de España.
No debemos olvidar nuestros objetivos: la creación de un Estado socialista vasco, objetivo por el cual han dado la vida muchos revolucionarios.
Sois vosotros, la clase trabajadora y el pueblo en general, quienes lleven a cabo la lucha hasta derrocar al régimen franquista. Entonces se habrá cumplido nuestro objetivo y podréis construir una sociedad nueva, sin clases, donde no exista la explotación del hombre por el hombre.
Hoy voy a morir por el simple hecho de luchar por mi pueblo, lo que no es un crimen. Mañana seréis vosotros quienes nos haréis justicia. Confiamos en vosotros.
Por último, quiero hacer saber a mis compañeros y a nuestro pueblo que mientras he estado libre he cumplido como hijo del pueblo.
He pedido como última y única petición que sea fusilado ante un pelotón de fusilamiento como un gudari más, recordando a todos los que han muerto por Euskadi, llevando en la mente nuestra ikurriña, puesto que voy a morir lejos de ella.
Viva la solidaridad de los pueblos.
Gora Euskadi askatuta
Aberria ala hil»





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