Trump (EEUU) e Infantino (FIFA), la pareja no tan extraña
Más allá de los encuentros entre ambos presidentes –Trump de EEUU e Infantino de la FIFA– de cara al Mundial de 2026, desconcertó la presencia de Infantino en la firma del plan de paz para Gaza, cuando ha recurrido anteriormente a la neutralidad política de la FIFA para justificar su silencio.
En el Centro Internacional de Congresos de Sharm el Sheij mandatarios de todo el mundo ocupaban su sitio para la foto de familia. Se habían reunido para apoyar a Trump en la firma del plan de paz para Gaza. Allí estaba, ufano, el presidente de los Estados Unidos. Estaba también el anfitrión, el presidente de Egipto, Abdelfatah el Sisi, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás. Y entre todos esos jefes de Estado, ministros y otras autoridades, sorprendió la presencia de Gianni Infantino.
No es extraño ver al presidente de la FIFA cerca de Donald Trump. Recientemente, la revista 'Forbes' decía que «si Trump está presente, probablemente Infantino no andará muy lejos», pero sí sorprendió verlo en una cita que no tiene ninguna relación con el fútbol. «Es fundamental que la FIFA esté aquí para apoyar, ayudar, asistir y ponernos a disposición en todo lo que podamos, para garantizar que este proceso de paz llegue a buen puerto y con el mejor resultado posible», explicó Infantino. Había acudido invitado por Trump, sin embargo, su presencia allí despertó numerosas críticas; sobre todo teniendo en cuenta lo recelosa que es la FIFA a la intervención de cualquier gobierno en asuntos deportivos y que el propio Infantino ha recurrido anteriormente a la neutralidad política de la FIFA para justificar su silencio ante los ataques de Israel sobre Palestina.
Ya estuvo presente en enero en la toma de posesión de Trump; sin embargo, su buena relación con el presidente de los EEUU viene de mucho más atrás. Cuando el suizo fue elegido presidente de la FIFA en febrero de 2016, hacía menos de un año que el FBI había desplegado la operación conocida como 'FIFAgate'. Empezó como una investigación local por evasión de impuestos, pero se intensificó después de que los Estados Unidos perdieran la elección para ser sede de los Mundiales de 2022 a manos de Qatar y terminó destapando toda una trama de sobornos en la adjudicación de contratos de televisión y en la selección de las sedes para los torneos FIFA.
Cuando llegó la primera votación para elegir sede de un Mundial, la nueva FIFA presidida por Infantino se aseguró el apoyo de quien había liderado esa investigación eligiendo la candidatura de Estados Unidos, México y Canadá. A partir de ese momento, el vínculo entre Trump e Infantino se ha ido estrechando cada vez más.
El presidente más próximo al deporte
La relación de Trump con el deporte, en cambio, viene de mucho atrás. Ya en los años 80 entró en el negocio de la organización de veladas de boxeo como una manera de promocionar y generar actividad en los grandes casinos que había construido en Atlantic City. Durante eso años, el Trump Plaza fue sede de algunos de los combates más icónicos de la carrera de Mike Tyson o del histórico Hollyfield-Foreman. A principios de los 90, cuando sus casinos se declararon en quiebra, los promotores de boxeo dejaron de confiar en él.
Para finales de la década entró en contacto con la UFC, organizadores de un deporte por entonces incipiente y cuya violencia hizo que fuera prohibido en 36 Estados de Estados Unidos. En ese momento crítico para la UFC, Trump les ofreció el casino Taj Mahal como sede para organizar dos veladas. Ahí empezó una estrecha relación con los directivos de este deporte que se mantiene a día de hoy. Así como pidió el despido de los jugadores de la NBA y la NFL que protestaban arrodillados contra la brutalidad policial, Trump se ha mostrado muy próximo a deportes como la UFC, que contribuyen a expandir su discurso MAGA.
El presidente de los EEUU entendió pronto el atractivo del deporte como negocio y su valor como entretenimiento de masas. Su toma de posesión del pasado enero terminó con una celebración en el Capital One Arena, en la que firmó sus primeras órdenes ejecutivas en medio de los vítores de sus seguidores. A lo largo de este año ha asistido a la Super Bowl, la final del US Open de tenis, la Ryder Cup o la final del Mundial de clubes de la FIFA. Al mismo tiempo, ha firmado hasta 5 órdenes ejecutivas relacionadas con el deporte. Una establecía la creación de un grupo de trabajo presidido por él mismo para coordinar la organización del Mundial 2026. Otra prohíbe a las mujeres y niñas transgénero competir en categoría femenina en deportes que reciban financiación federal. Una orden que ha contado con un apoyo masivo entre sus seguidores, a la vez que ha despertado un rechazo frontal por parte de asociaciones por los derechos civiles y la comunidad LGTB+.
FIFA S.A.
También Infantino entendió el poder que tiene el fútbol y comparte con Trump un afán de protagonismo que a veces le cuesta medir. Desde el principio de su mandato impuso un estilo personalista, absorbiendo el protagonismo de buena parte de las decisiones. Se volcó en la organización del Mundial de Rusia y Putin le otorgó la Orden de la Amistad. De cara al Mundial de Qatar trasladó su residencia al país árabe y asumió como propia la defensa frente ante las críticas por las violaciones de los derechos humanos en el país. «Hoy me siento qatarí. Hoy me siento árabe. Hoy me siento africano. Hoy me siento gay. Hoy me siento discapacitado…», dijo entonces.

Infantino se abrazó a los países árabes, persiguiendo su infinito afán de financiar el fútbol y no cambiará su estrategia para el Mundial de 2026. Estados Unidos es uno de los mercados históricamente más deseados por el mundo del fútbol y uno de los pocos que todavía no ha conseguido dominar. El Mundial del 94 sirvió para darle un impulso importante; sin embargo, nunca ha conseguido competir con los deportes con más tradición en los Estados Unidos. En los últimos años ha visto crecer su popularidad, impulsado por el crecimiento de la comunidad latinoamericana y por la presencia de Leo Messi en el Inter Miami y la FIFA ve el próximo Mundial como una buena oportunidad para terminar de consolidarse en Estados Unidos.
Ya abrieron una oficina en Miami de cara al Mundial del pasado verano y durante su celebración abrieron una segunda oficina en New York. En la torre Trump precisamente. El mismo edificio en el que el FBI inició hace 15 años las investigaciones que terminaron dando lugar al 'FIFAgate'.
El amigo incómodo
Por el momento, el gobierno de los Estados Unidos ha abierto las puertas a la FIFA, pero también quiere su parte del pastel. A tenor de lo visto en el Mundial de Clubes, el torneo del próximo año será un espectáculo al más puro estilo americano y en el que no sería de extrañar que Trump tuviera un papel estelar. Se trata de una competición organizada por la FIFA, pero nunca ha tenido problema para ceder protagonismo a los políticos locales, sea el emir de Qatar, la Junta Militar argentina o el mismísimo Duce.
Por el momento, la FIFA ya ha tenido que lidiar con algún problema por el estilo agresivo y ofensivo tan frecuente en el actual presidente de Estados Unidos. Ya antes de que su candidatura fuera elegida como sede del Mundial, Trump aprobó la orden que restringía la entrada al país de ciudadanos de varios países musulmanes. «Es obvio que, en lo que se refiere a un torneo de la FIFA, cualquier equipo, igual que sus seguidores y los directivos de cualquier selección deben tener acceso al país. De lo contrario no hay Mundial», señaló entonces Infantino.
Aquella orden fue revocada por Biden el primer día de su mandato; sin embargo, las polémicas respecto a la visita de público extranjero durante el Mundial volvieron con el segundo mandato de Trump. El pasado mayo, en una reunión del grupo de trabajo para la organización del Mundial de clubes, el vicepresidente Vance declaró: «Tendremos visitantes de cerca de 100 países. Queremos que vengan, queremos que celebren, queremos que vean los partidos. Pero cuando llegue la hora, queremos que se vayan a casa». Una vez más, Infantino debió responder, intentando apagar el fuego, aunque calificó como normales las palabras del vicepresidente de EEUU, para luego asegurar que todo el mundo sería bienvenido al próximo Mundial.
Más recientemente ha sido Trump quien ha vuelto a incomodar a la FIFA, dentro de su discurso contra la oposición y utilizando la seguridad pública por bandera. Se refirió a las ciudades de Seattle y San Francisco como «peligrosas», al tiempo que las definió como ciudades «dirigidas por lunáticos radicales de izquierda que no saben lo que están haciendo». Unos días más tarde extendió sus críticas a las ciudades de Boston y Los Ángeles, asegurando que «si alguien está haciendo un mal trabajo y siento que se dan condiciones de inseguridad, llamaré a Gianni (Infantino) y le diré 'movámonos a otra sede' y él lo hará».
No importó que las ciudades sede del Mundial lleven tiempo confirmadas por la FIFA, como tampoco importó que el presidente de EEUU no tenga competencias para anular alguna de las sedes, los alcaldes de todas estas ciudades pertenecen al partido demócrata y esa fue razón suficiente para que Trump pusiera en entredicho su futuro en el Mundial.
Por el momento le ha respondido el vicepresidente, Victor Montagliani, recordando que «es un torneo de la FIFA. Es jurisdicción de la FIFA. Es la FIFA quien toma las decisiones». Trump definió recientemente a Infantino como «probablemente el hombre más respetado en el mundo del deporte» y este describió su relación como «absolutamente crucial para el éxito del Mundial 2026», pero el tiempo hasta el día de la inauguración se les puede terminar haciendo muy largo.