1977/2024 , 9 de Abril

Amagoia Mujika
Gaur8ko koordinatzailea

La imagen de GARA, un grito al cielo que explotó desde el mismo alma de Oteiza

Era septiembre de 1998. Se estaba gestando un nuevo proyecto periodístico que se preveía vería la luz en unos meses. El nuevo periódico necesitaba una imagen poderosa que fuera capaz de canalizar la rabia que se palpitaba por el cierre de 'Egin' y aunar la ilusión colectiva que se respiraba por el nuevo proyecto.

Imagen creada por Jorge Oteiza para GARA.
Imagen creada por Jorge Oteiza para GARA. (Jorge OTEIZA)

Fermin Munarriz estaba inmerso entre otros en la búsqueda de esa imagen y decidieron acudir a uno de los mejores artistas de todos los tiempos: Jorge Oteiza. El camino hasta Oteiza no era fácil, la fuerza que emanaba constantemente el genio oriotarra podía derivar en tormenta en cualquier momento.

Dos grandes amigos de Oteiza, Josu Txapartegi 'Txapas' y Fernando Larruquert, allanaron el camino hasta el artista. Con ellos se acercó Munarriz hasta su casa en Zarautz. Desde el ventanal se veía el mar, que amenazaba tormenta, mimetizando a Oteiza que, puro en mano, escuchaba las explicaciones sobre el cierre de 'Egin' y sobre el proyecto de GARA. El enfado y la rabia brotaron desde los más hondo del alma del artista, que fue visualizando en su mente la imagen con la que iba a vestir el nuevo proyecto. Fue un proceso de varias semanas, de hacer y deshacer, de buscar hasta encontrar la imagen de GARA. Un logo que el mismo Jorge Oteiza culminó de manera totalmente artesanal –con tijeras, cello y papeles de fotocopiadora velados– encima de su mesa de trabajo.

Con el poderoso logo concretado, propusieron a Oteiza completarlo con una poesía suya – «...la mano se ve obligada a descansar, pero los trigos siguen creciendo...» – traducida al euskara. Le pareció genial, porque aunque parecía estar continuamente en peligro de explotar, cuando conectaba con un proyecto emanaba ilusión y colaboración. Fue lo que ocurrió con la imagen de GARA. Xalbador Garmendia trajo al euskara de manera exquisita la voz de Oteiza: «...galburu berriak tai gabe ari dira hazten», y el propio Oteiza, de su puño y letra, bordó con furia la imagen de GARA.
A continuación, la crónica firmada por Fermin Munarriz en el suplemento especial por la muerte de Jorge Oteiza que se publicó en GARA en abril de 2003.

 

Debemos hacer algo (o cómo creó Jorge Oteiza la imagen de GARA)

Un cielo plomizo cubría el Cantábrico aquella mañana de setiembre de 1998. Jorge Oteiza lo escrutaba intermitentemente a través del ventanal de su despacho mientras seguía las explicaciones del nuevo proyecto periodístico que se estaba gestando. Saboreaba en diminutos sorbos un café negro en una pequeña taza de porcelana servido por la imprescindible Begoña y consumía a caladas un puro Don Julián. Parecía inquieto. Pese al delicado estado de salud de aquellos días, con sus sudores continuos, el maestro parecía contener la misma amenaza de tormenta que anunciaba el horizonte por el oeste. Y eso aumentaba nuestra zozobra. Hasta que, al final, se desató la furia, la rebeldía, el mismo desafío con que la Piedad del frente de Arantzazu pide a Dios explicación por su hijo, Txabi Etxebarrieta, muerto en sus pies.

«¡No hay derecho! –exclamó con un tono de voz cimarrón que no parecía corresponder a aquella figura menuda sentada al otro lado de la mesa–. ¡No se puede cerrar periódicos! ¡Debemos hacer algo! ¡Ahora mismo!». El zarauztarra Josu Txapartegi 'Txapas', amigo y cómplice de algunos buenos ratos del escultor oriotarra, intentaba ahora templar la tormenta del maestro, quien con sus brotes de humor y teatralidad buscaba espías ocultos entre sus papeles y proponía con energía crear una imagen, un icono, que identificara para siempre aquel periódico que se gestaba. Y dicho y hecho.

Tras analizar diferentes piezas de su obra, el propio Jorge Oteiza propuso una como base: 'Homenaje a Galíndez'. Había, sin embargo, un nuevo problema que resolver. El original era una pequeña pieza tridimensional y había que trasladarla a un papel plano. Una botella de excelente vino en la hora del aperitivo en torno a la mesa atiborrada de libros, papeles y piezas de cartulina con anotaciones manuscritas abrió camino al siguiente paso.

Sería el entusiasta Fernando Larruquert, amigo admirado del escultor y maestro también de la fotografía del país, quien plasmase en una colección de fotogramas todas las opciones que podía ofrecer la escultura en dos planos. Fueron días de ajetreo, de un ir y venir constante de impresiones, fotografías y bocetos, hasta que Oteiza tuvo ya en sus manos las propuestas visuales de Fernando. Tras comprobarlas una y otra vez, el genio oriotarra seleccionó una. «Aquí está –dijo apuntando a una de las imágenes en blanco y negro–, ésta es la fuerza de dos brazos que claman hacia arriba, que no se rinden y que siguen siempre abiertos para acoger en su seno. Pero tenemos que trabajarla más».

En esta ocasión correspondió el turno al artista de Iruñea Jorge Martínez. Con el original fotográfico en sus manos y el ordenador como herramienta, descompuso en planos la imagen fotográfica y preparó el material para el maestro.

De nuevo ante el ventanal que mira hacia occidente sobre los tejados de Zarautz, una tarde de octubre el escultor comenzó a jugar con la figura con la pasión y capacidad de disfrute de un niño. Pidió un rotulador negro, unos papeles de fotocopiadora velados, unas tijeras y un rollo de cinta adhesiva. «Esto se parece a mis calzoncillos, debemos tapar esta línea, cortar algo la base y estirar un poco más el brazo... más papel... así está mejor, pero haría falta estilizar esto más...¿qué le pasa a esta rotulador? ¡carajo!... así tiene más fuerza... más papel negro, Txapas... ¡estas tijeras no cortan bien!... más cello... aquí... ahora le podemos hacer por aquí un pitilín, ¡ja, ja!... hummm...¡otra tira de papel negro!... ¡no! ¡más fina!... aquí vamos a abrir más el espacio... esto es demasiado largo... hummm, mejor hacia arriba... ahí... sí... ¿lo véis?, está diciendo «esta es la fuerza de los vascos que nunca se rinden ante la adversidad». Jorge Oteiza acababa de plasmar con sus manos la imagen y el espíritu que acompañaría a la mancheta de GARA desde su nacimiento.

Pero faltaba el toque final, el que dejaría impreso de puño y letra del mayor artista vasco de todos los tiempos el sueño de aquella marea de miles de personas que hicieron posible este diario suyo. Una estrofa manuscrita del poema 'Os miro antes de irme' del propio Oteiza, traducida al euskara de manera exquisita por Xalbador Garmendia, impregnaba en tinta indeleble el mensaje que dejaba en herencia al nuevo periódico: «...galburu berriak tai gabe ari dira hazten...» (... los trigos siguen creciendo...).