«Las discusiones cubrirán una amplia gama de asuntos, incluidas la propiedad intelectual, la transferencia obligatoria de tecnología, las barreras no arancelarias, agricultura, servicios, el déficit comercial y la aplicación de normas», ha explicado la Casa Blanca en un comunicado.

Las tensiones comerciales entre Washington y Pekín tienen sus raíces en el desequilibrio de la balanza comercial a favor de China, que ascendió a 419.000 millones de dólares en 2018 y ha sumado 137.076 millones de dólares en los cinco primeros meses de 2019.

Las dos mayores potencias económicas han estado intercambiando acusaciones y represalias arancelarias desde hace más de un año.

A finales de junio, durante la reunión del G20 en Japón, el presidente de EEUU, Donald Trump, y el de China, Xi Jinping, acordaron una nueva tregua, por la que Washington frenó la imposición de nuevos aranceles sobre productos chinos.

Puntos de desencuentro

Ambas partes siguen sin estar de acuerdo en asuntos como las dificultades para que las empresas estadounidenses accedan al mercado chino o que, una vez ahí, partan en desventaja contra las estatales chinas.

Tampoco hay postura común en cuanto a propiedad intelectual, transferencia forzada de tecnología o ciberseguridad, aspectos estos últimos que se han tornado más complicados por las restricciones que Washington mantiene sobre los negocios de Huawei.